martes, 30 de septiembre de 2008

THE LAST DOG takes mierda in the boots



Foto: Henry Thomas Mann



I never say today and before... or tomorrow morning, neither the people nor at night, nor the city of cats, because I love you.




SC

sábado, 20 de septiembre de 2008

La poesía no tiene página principal


Hasta la vista, le dijimos al poeta Ernesto Cardenal.
Ya en el cuarto del hotel, con los ojos metidos en el culo de la luz, para variar un poco, recordamos los versos que jamás leímos en Managua, en San Salvador, en Guatemala o en Tegucigalpa. La sombra del desastre nos había seguido por todo el camino, la gueva, la mania de pelearnos por cualquier tontería. Es excecrable la poesía. No sirve para ni mierda.
Y en veinte minutos estaríamos leyendo en la tumba de Rubén Darío.
Y en cinco minutos estábamos de regreso.
Y en un minuto todo había terminado.
Y solo dos cervezas.
Estábamos peor que antes.
Nelson queriéndose ligar a una alemana,

Hasta la vista poeta, le dijimos a Ernesto Cardenal.
Ya por la noche,
Darío feliz como una lombriz.

domingo, 31 de agosto de 2008

Inician Gira Muerte a la Poesía y su Metarrelato de Jirafas



















Cuatro poetas del Grado Cero se reunirán en el Palacio Nacional de la Cultura de Managua, Nicaragua, a partir del 6 de septiembre de 2008, para iniciar la Gira Muerte a la Poesía y su Metarrelato de Jirafas. Darío Cálix, Nelson Ordóñez, Karen Valladares y Jorge Martínez Mejía serán recibidos por la Dirección de dicha institución desde el viernes 5. El sábado 6 y el domingo 7 brindarán un recital y compartirán en un conversatorio con invitados especiales al evento.

domingo, 24 de agosto de 2008

Última Declaración de los Poetas del Grado Cero

Alex Giovani Galo (Pintor hondureño)




Tuvimos una conversación sencilla para verificar lo que estaba sucediendo en la literatura. Pretendíamos empezar desde el principio, los sentimientos encontrados, los interrogatorios. Igual que a los Real Viceralistas o los Infrarealistas, o el Movimiento Hora Zero, o los antipoetas; nos dirigimos al descubrimiento de que no había nada nuevo bajo el sol. No había necesidad de ningún movimiento literario, no había culpables del desastre. No obstante era difícil acercarse a la mesa de los aperitivos sin percibir el hedor: carnes tumefactas, higos podridos, narices al horno, ensalada de orejas y lechuga negra. Y especialmente el chef anunciaba con petulancia el plato fuerte con una risa extraviada. Echado, con sus enormes cachetes rebanados en un plato con inscripciones chinas, Pablo Neruda dormitaba resoplando sus ronquidos. Más allá, a su lado, pero con una mirada enferma, Vallejo eructaba una cola de gato. A Octavio Paz, ya viejo y desarreglado, una vieja pintarrajeada lo perseguía con una escoba, tratando de encerrarlo en el inodoro.

Del otro lado de la ventana, los cipotes observaban los brindis trepados en piedras y en unas latas viejas. El festín era interminable como una de esas pesadillas en las que claramente el anfitrión atiende otros asuntos, una llamada por teléfono o unas cuentas en su pequeña caja fuerte situada detrás de un extraño Guayasamín. Todo parece movido por el ritmo zumbón de la Sonora Matancera. Lo hemos visto todo. Quisiéramos despertar y encontrarnos con la escena de nuestra propia vida, o apagar la tele desde donde se empieza a derramar un aserrín empapado en un vaho de licor que, indudablemente, proviene de esa cantina donde conversamos, rodeados de botellas de cerveza y putas europeas arrítmicas que mueven el culo de una manera tan ridícula y culpable, carentes de sensualidad, buscando quien las coja.

domingo, 17 de agosto de 2008

BALADA PARA UN CABALLO

Magrite, Window by theorem


Por lo hediondo del canto, por la miserable misión de decir algo, por los demonios, por la fiebre de ir a la deriva sin nada en las manos, por volver a la turba; por la libertad de gritar y caminar descalzos. Por el hastío, por la palabra mierda, por envejecer intentando, por el deleite de renunciar, por acuchillar el verso, por los versos proscritos, por el deber de callar, por la cerveza, por sepultar el pasado o por el puro placer de joder. Por tener a la poesía encerrada en este ataúd en el que todos estamos sentados.

PGC



BALADA PARA UN CABALLO

Jorge Pimentel

Por estas calles camino yo y todos los que humanamente caminan
por esencia me siento un completo animal, un caballo salvaje que trota por la ciudad alocadamente sudoroso que va pensando muy triste en ti muy dulce en ti, mis cascos dan contra el cemento de las calles. Troto y todo el mundo trata de cercarme, me lanzan piedras y me lanzan sogas por el cuello, sogas por las patas, me tienden toda clase de trampas, en un laberinto endemoniado donde los hombres arman expediciones para darme caza armados de perros policías y con linternas, y cuando esto sucede mis venas se hinchan y parto a la carrera a una velocidad jamás igualada por los hombres, vuelo en el viento y vuelo en el polvo. Visiones maravillosas aparecen ante mis ojos. Y vuelo y vuelo. Mis extremidades delanteras ejercen presión sobre las traseras y paralelamente y a un mismo ritmo antes de asentarse en el polvo retumban en la tierra. Relincho. Y mi cuerpo va tomando una hermosísima elasticidad me crecen pelos en el pecho y es un pasto rumoroso el que se ondea y es una música y es un torbellino de presiones que avanzan y retroceden en mi vuelo. Atrás van quedando millares de kilómetros y sigo libre. Libre en estos bosques dormidos que despierto con el sonido de mis cascos. Piso la mala hierba y riego mis orines calientes, hirviendo en una como especie de arenilla. Descanso a mis anchas, bebo el agua de los ríos, muerdo hierba, tallos, rumio. Mis mandíbulas se ejercitan. Muevo mi larga cola espantando a los mosquitos. Los guardacaballos vigilan desde la copa de los árboles. Caen las hojas secas.Los días se suceden y suelo dar suaves galopes hacia la vida. En invierno los senderos se hacen tortuosos; el fango todo lo invade. Para el frío utilizo cabañas abandonadas, cuevas en los cerros que me resguarden de las tormentas. Yo observo la lluvia desde mi cueva. Cae la lluvia y todo lo moja. Con este tiempo suelo galopar poco cuidándome de un desgarramiento. Muchas veces me siento solo y llego hasta los helechos de los ríos para pensar muy dulce en ti muy triste en ti y voy galopando bordeando el río añorando alguna yegua que llegó a correr en pareja conmigo. A veces los niñosque vagan sueltos por las campiñas mientras sus padres realizan tareas de recolección o labranza me montan a pelo y solemos recorrer ciertas distancias, ganando los años, aumentándolos. De ellos sí recibo algún trozo de azúcar. En el verano el sol se pone rojo y se hace presente con su alegría y los habitantes de los bosques y campos suelen saludarme con el sombrero y con la mano. Yo les contesto con un relincho parándome en dos patas. Y con la luz solar que todo lo invade suelo dar galopes hacia la vida. Allí donde mi presencia es esperada me hago realidad. Allí donde ni un sueño se revela me hago realidad me hago realidad en esos ojos que están cansados de ver las mismas cosas. Y es en verano cuando la vida se enciende y mis cascos recogen la hermosura de la tarde y asciendo a las cumbres donde diviso extensiones de mar de cielo de tierra. Mi figura domina la naturaleza. Cruza por el cielo un escuadrón de tórtolas. Cae la noche. Mi sombra se recobra. Las ramas crujen.Y por un instante pensé muy triste en ti muy dulce en ti. Cae la noche en estos bosques, pareciera que la tierra se difunde con la noche se propaga se manifiesta.Y toda la noche he ido creciendo. Y crecía y crecía aún más aún más ¿hasta dónde crecerás?¿No tienes miedo? No, contesté. Soy libre. El día, el nuevo día como algo fresco se anuncia solo. Por esta época del año suelen cruzar manadas de caballos ahuyentados y en busca de nuevos campos. Recuerdo que logré darles alcance y me contaron que lograron salvarse de una cacería emprendida contra ellos para mandarlos a vivir a un potrero y que luego de ser sometidos al cubo de aguay a la alfalfa son obligados en los hipódromos a correr distancias de 1,000, 2,500, 5,000 mts. y no eres libre de correr sino que te dopan te colocan descargas eléctricas, te manosean, te latigan con una fusta despellejándote. Y así durante un buen tiempo mientras ves acumuladas alforjas de oro y plata. Hasta que llegue el momento de ser sometido a la reproducción arrinconándote a una yegua a la vista y paciencia de todos, sin intimidad en una mañana de tinieblas y poca luz y luego te separarán de tu yegua y potranco y pasarás tus años inmisericordes como padrillo viejo y cuando manques te dispararán un balazo en la sien. Ya había galopado un buen trecho con la manada que huía despavorida y me dijeron que probablemente para el invierno pasarían por aquí para ir más al norte. Y se alejaron a la carrera. Yo sabía lo que le sucede a un caballo en la ciudad. Y por ello me mantengo alejado de ella. Pero a veces me interno y sucede lo que tiene que suceder. Pero si yo me rebelo y persisto y amo terriblemente mis posibilidades de realizarme en un medio donde la civilización se matay permanecen odios, prefijo ser caballo. Mojaré la tierra con mis orines calientes hirviendo con estas ganas inmensas de vivir y me uniré a las manadas para galopar hacia la vida, para mantenernos unidos y vencer, para no estar solos, para volvernos verdes-azules-amarillos anaranjados-rojos y trotar hacia el nuevo aire fresco y el campo sin límites. Seré libre así y al menos mis guardacaballos cuidarán de mí y de mi yegua y de mi potranco.
(De Ave soul)

viernes, 8 de agosto de 2008


En la realidad no hay adjetivos
ni conjunciones ni preposiciones
¿quién ha visto jamás una Y
fuera de la Gramática de Bello?
en la realidad hay sólo acciones y cosas
un hombre bailando con una mujer
una mujer amamantando a su nene
un funeral - un árbol- una vaca
la interjección la pone el sujeto
el adverbio lo pone el profesor
y el verbo ser es una alucinación del filósofo.


Nicanor Parra

(Poema XX – Sermones y prédicas del Cristo de Elqui)

martes, 5 de agosto de 2008

Nada resucita a los Demiurgos y sus joyas putativas

Michel Foucault
Año de los clones literarios, blogs, fantasmas cibernéticos y anonimato agresivo.
¡Por una puta poética todos estamos muertos!


En una buhardilla, o más bien una casa retirada de la ciudad, un maldito poeta que ya no es anónimo supone darle respiración boca a boca a la puta muerta, convertida por arte de un conjuro de los Poetas del Grado Cero, en una vieja senil, cadavérica y apestosa. El maldito ha empezado a sentir cierta predilección por el sabor a tierra, a estiércol y a polvo de librería. Quiere consumar el acto de besar a la puta como si con semejante actitud, la belleza sumergida en la memoria de los que pesquisan en la sombra, será recordada. La puta está muerta y hace mucho tiempo fue quemada junto a su boina gris. El maldito que la besa, también está muerto, el aburrido lector que lee esto, también está muerto. Todos estamos muertos por la puta poética que ya fue sepultada. Es el tiempo de los clones literarios, de las voces camufladas entre otras voces; el tiempo de los fantasmas que ululan en el ciberespacio robando símbolos sin esencia, con una extraña intensión de destruir todo lo que huela a malas palabras. Nadie vive ni ha vivido nada nuevo en el último año. Los senderos que conducían a la conversación fueron incinerados. El pequeño montículo donde murió la boina está cubierto de púas y retamas. El aire muerto se mece en los olvidados papeles de antaño. Sólo los Poetas del Grado Cero han decidido escupirle la cara a los clones literarios, a los fantasmas cibernéticos que se mueren de envidia y viven la vida prestada de los poetas esenciales.
Nunca tuvimos ARS poética. Esa mierda fue inventada por los directores de la palabra, por los equilibrados y pulcros temples que se sientan con la pierna cruzada en las presentaciones de libros, con los lentes levemente ajustados en el macho de la nariz para dar la sensación de control de su destartalado pensamiento.
La belleza dejó de ser lo que era. Ha muerto. Lo mismo el arte. Nada nos conmueve. Es difícil que leamos algo y quedemos asombrados. Nada nos asusta. Nada de la ligosa ortografía nos quita el sueño. Y no obstante, no despreciamos la vitalidad y cada gesto franco del artista que se enfrenta a su material con la infinita intención de alcanzarse a sí mismo.

Todo lo que apesta a modernidad es asqueroso. Todo ripio retocado, todo pulimento cosmético, toda joya parecida a otra joya, todo lo que apeste a corregido. La belleza ya no existe en ningún tiempo. Ni dentro ni fuera de ninguna parte. Si existió, ya no lo hará porque para eso la enterramos y nos meamos sobre sus huesos. Le echamos chorros de meados frescos en los hoyos de los ojos de su calavera. La asustamos y su espíritu cagado se fue para otra galaxia.
No todos estamos locos y enfermos. La mayor parte de los idiotas están cuerdos y saludables. Funcionan perfectamente y cada uno cumple el rol de aparentar su cordura, de no tener problema, de ocultar su miseria. Las putas cada vez son menos y los burdeles han sido clausurados. El mundo cambió totalmente y nadie quiere aceptarlo. Los escritores y las logias de artistas son microscópicas minorías fratricidas.
El poeta Clon es un idiota con la vida literaria alquilada. Le renta el estilo y la vivencia a otro poeta esencial que sí tiene vida propia. Pero hay miles de clones y es difícil no toparse con ellos en cualquier esquina, cibercafé o librería. Se caracterizan porque recitan los versos del poeta alquilado, frecuentan los mismos cafetines y sostienen conversaciones sobre el poeta de la renta. Ninguno habla de su propia vida. Corroen a los otros poetas.
El Poeta clon converso era un poeta clon similar al poeta anterior, pero la narrativa es más rentable y se convirtió en narrador. El poeta clon narrador le renta el estilo a otro narrador en boga; repite sus párrafos de manera tan jactanciosa que no es difícil encontrar el parecido, ya que su imitación es producto de su inteligencia celular. Sueña con encontrarse con su poeta padre, tomarse una foto para realizar su proeza literaria: Su clonización ha concluido. Hay clones tardíos de Rimbaud y Lautreamont. Son idiotas muy parecidos a los Poetas del Grado Cero. Quisieran haber participado en el asesinato de la poesía. Los clones tardíos de Rimbaud y Lautreamont quieren la gloria de parecérseles en un cien por ciento de iconoclasia y malditismo. La dificultad de estos clones es que su poesía es malísima y sin sustancia.

El Poeta Fantasma Cibernético es un ratón del espacio, tiene dedos recortados por efecto del uso del “mouse”. Tiene varios e-mails, nicks, contraseñas y grupos de contacto entre los que husmea a los poetas y narradores del momento. Tiende al robo o al saqueo informático. Se levanta temprano y sin lavarse el hocico se trepa a la máquina. Abre los sitios de la farándula…ríe embaucando…busca en los blogs las novedades y maldice por qué a él no se le ocurre nada. Manda comentarios a diferentes sitios. Crea blogs pseudos-literarios que nadie nunca visita. Se disfraza de agente literario. No tiene valor de mostrar sus propios trabajos. Comenta de manera anónima el de otros las más de las veces con sorna jactanciosa.
El Clon Anónimo Agresivo es un temeroso poeta clon que no ha salido de su cápsula reactiva. Es hermano menor del Fantasma Cibernético del que depende emocionalmente para participar en las actividades del ciberespacio. Poco manejo de informática. Usa de manera torpe la Internet, y se enfurece cuando otros le toman la delantera y crean “productos novedosos”. Entonces saca sus uñas y se alía con el Fantasma Cibernético. Juntos crean Blogs Clones para ocultarse, escriben diatribas, parodias y descarados insultos con el estilo clonado de los agraviados. Les fascina la jerga informática, pero son mecánicos. Su visión es pobre, similar a la de los moribundos o los recién nacidos.


El Poeta Clon en Desuso. Este es el momento imposible para este poeta clon antiguo. Sus creaciones pasaron de moda tan rápidamente y ya nadie las encuentra en ninguna parte. Ocasionalmente usa al Fantasma Cibernético para informarse un poco de cómo andan las cosas en “La Internet” –poniendo énfasis en la frase para mostrar su marginalidad. Es un poeta que se siente más cómodo durmiendo y soñando despierto. Rebusca en viejos libros de poesía, algo para “reciclar” de sus propios gustos y escribe anquilosados versos idiotas que a nadie le interesa leer. Evita la lluvia, los días demasiado soleados, las actividades públicas y las conversaciones demasiado juveniles. Todavía es un Poeta Clon Revolucionario que añora a Otto René Castillo y a Roque Dalton. Relee con nostalgia sus fracasos inéditos y se duerme temprano. Ronca como un motor de 8 cilindros averiado.

El Clon Total no es poeta. Es un inútil con ínfulas intelectuales. Memorizador o garrotero por excelencia. Carece de vena creativa. Sus máximas vivencias se encuentran en un pasado tan remoto como la Grecia Clásica, o en las viejas aventurillas de sus amigos de infancia. Husmea entre libros que lee con fruición para encontrar algún retazo que le sirva de consuelo a su existencia. Lanza vituperios contra todo y contra todos. Es único en el ciberespacio. Se caracteriza por mantener su pulcra página alejada del contagio del estilo de los Poetas del Grado Cero. Mezcla estilos, roe aquí y allá. Copia recetas literarias. Se pone circunspecto cuando habla de literatura. Procede con rudeza y falsa modestia. Es un hábil plagiador de literatura. Parece genuino pero es clon. Un Clon de alta fidelidad.

Los Poetas Emos son clones naturales de los Poetas del Grado Cero, pero con una grave falla de clonización. Famélicos y retraídos, aspiran a la muerte total de los signos. Sólo la sangre propia les quita la sed. Se disparan en los pies por falta de puntería creativa. Son narcisistas empedernidos con cierta dosis paíspoesible tendiente a la inanición. Su poesía aún está en proceso de creación, es inédita, rítmica y rayana en lo minimalista:

“Muer-
Muer-
Muert
Mu- Muer-
Muert Muuert---
Muerte… A Aaa---
la Po
Po
Po
Po
Poe…
Poes
poesía
mía”
El Poeta Punk es un fracaso en Honduras en donde surgieron dos o tres modelos de manera espontánea. El poeta Punk mezcla en sus poemas canciones rockeras de los ochentas. Su aspiración es la vagancia literaria y su compromiso político nulo. Son tan débiles que no tienen ánimo ni de escribir…se levantan en la mañana solo a comer y se vuelven a echar. Como no hay muchos punk, se reúnen ocasionalmente y permanecen hasta tres días haciendo el pase de vagabundos y mendigos en las proximidades de los mercados. Tienen sucias libretas en donde apuntan sus extraordinarios dislates con las más inverosímiles estructuras poéticas…Pocas muestras tenemos:

“Mi resaca
Mi resaca
no me
mata
Mi resaca
no me mata
aunque Mate a
mi mamá
si despierto
hecho un
estrago
yo me siento aún dormido
Yo m e siento aún
do r m i do aunque
mate a mi mamá Mi resa ca no me mata…”

¿De dónde salieron los Poetas del Grado Cero?

Pasábamos embebidos leyendo poesía, sumergidos en la cotidianidad, sin observar la metamorfosis cotidiana de la vida. Mirábamos todo sin ver nada. Habíamos recibido desde afuera todos los códigos de la poesía y lo asimilábamos naturalmente como sucede con todo lo cotidiano. Hasta que una tarde le echamos Vick a un puro de marihuana y lo interrelacionamos todo. El código general de la literatura comenzó a dibujarse en el hilo de humo azul. Fue como si el mismo Humberto Eco y Roland Barthes estuvieran poniéndole con nosotros. -¡Jodás, hijueputa! Dijo un enfurecido infrarrealista que estaba aplastado debajo del trasero de Nelson…era Papasquiaro. Nelson creía que Papasquiaro era una piedra. -¡Mierda…grrrr…puta, no jodás qué frío hace! dijo Mario Santiago. Lo había resucitado el tufo a mota.
En conferencia estábamos los nueve: Nelson Ordóñez, Darío Cálix, Karen Valladares, Jorge Martínez, Roland Barthes, Humberto Eco, Mario Santiago Papasquiaro, Roberto Bolaño, y Charles Bukowski, cuando escuchamos un estornudo o un ruido similar a un gas…-Déjenlo que hable- dijo Bukowski, en un pésimo español…Esa noche el culo de Darío recitó un poema, un insulto que le fascinó al mismo Bukowski. A partir de ese momento decidimos darle muerte a la poesía porque mucho culo hablaba, y organizamos la Logia de los Poetas del Grado Cero.

¿Cómo recuerda Darío ese mismo momento?


Charles Bukowski está justo frente a mí. Su cara es un asco: infestada de cicatrices y ampollas a punto de reventar de tanta pus. Es su cara de Ham on rye, la cara de su juventud. Nuestras frentes prácticamente se rozan.

-Me das asco, nene, me das asco.
Su aliento apesta a alcohol, naturalmente.
-Bukowski…
-Bukowski mis bolas. Yo soy Henry Chinaski. Yo soy Arturo Bandini, hijo de puta. Yo soy poeta; yo soy la poesía en pelotas, la única poesía, nene, la única. ¿Te ha quedado claro, pedacito de mierda?
- Sí…
- He estado leyendo tus mierdas. En tu puta vida me volvás a citar en tus mierdas, ¿oíste? En tu puta vida, pendejo. Yo nunca cité a nadie para que nadie me citara a mí. ¿Te ha quedado claro, pendejo?
-Sí, Bukowski…
- ¿Y qué es esa culerada de andarme imitando? Ya estoy harto de culeros como vos que se la pasan escribiendo nada más que culeradas.
-Pero si yo nunca…
-¡Mis bolas! ¡Vete a la vida, nene! Si querés escribir de verdad antes tendrás que salir a vivir. ¡Salí a buscar un poco de vida, carajo! ¿O pensás acaso seguir escribiendo esas culeradas que siempre escribís? Porque si vas a seguir con eso, más vale que lo hagás con estilo. O que empecés a imitar a otro, a alguien que sea culero como vos. ¿Me entendiste, nene? ¿Querés ser poeta? Pues viví, carajo. ¡Viví Viví Viví Viví Viví!
-…
-Sé mendigo. Dormí en las calles. Enamórate de una puta. Aprendé a beber de una vez por todas y emborrachate a diario. Conseguite un trabajo de 20 horas y emborrachate dos y escribí en las dos que te queden.
-…
-¿Cuándo saldrás a vivir un poco, nene? ¿Cuándo empezarás a escribir de verdad, nene? ¿Querés ser un escritor, nene? ¿Querés ser poeta? ¿Cuándo dejarás de escribir culeradas y te convertirás en un poeta de verdad? ¿Cuándo, nene? ¿Cuándo?

Sentía la asfixiante necesidad de responder algo. Cualquier cosa. Abrí mi boca en un acto desesperado, pero alguien, a saber quién y desde dónde, me interrumpió y además desperté con este grito:

-¡El 32 de diciembre de mil novecientos nunca!


Darío había fumado mucha mota con Vick. No le dio la payula, pero Bolaño le dio algunos consejos para reponerse…luego la Logia continuó en sus quehaceres normales.

miércoles, 30 de julio de 2008

EPITAFIO


Foto: Rafael López




Bienaventurados los que mueren temprano, porque ellos recibirán la sepultura exigua de los justos. Bienaventurados los malditos de palabra...porque saborearon la desbandada de los mojigatos; bienaventurada la batalla de escribir para la tribu de ciegos, porque sus cráneos rotos no volverán a juntarse; bienaventurada la aristocracia muerta, las malas palabras mimadas, los que renunciaron a las rosas líricas, los que bebieron el cieno vicioso de los imbéciles. Bienaventurados los que supieron arrepentirse de la venta y se cruzaron de brazos frente al boulevard de las putas y los bellos travestis; bienaventurados los desesperados, los ebrios, los que gritaron ¡Muerte a los asnos! en su ruinosa caída desde el cielo. Bienaventurados los que abandonaron la miserable morada de la dicha cotidiana y se hicieron añicos ahogados en sus mismas maldiciones. Bienaventurados los que murieron jóvenes y supieron morir y sobrevivir a la vergüenza y a la peste, a la terrible peste de la pez.

miércoles, 23 de julio de 2008

A quien me leyere




Leopoldo María Panero



Los libros caían sobre mi máscara (y donde había un rictus de viejo moribundo), y las palabras me azotaban y un remolino de gente gritaba contra los libros, así que los eché todos a la hoguera para que el fuego deshiciera las palabras...Y salió un humo azul diciendo adiós a los libros y a mi mano que escribe: "Rumpete libros, ne rumpant anima vestra": que ardan, pues, los libros en los jardines y en los albañales y que se quemen mis versos sin salir de mis labios: el único emperador es el emperador del helado, con su sonrisa tosca, que imita a la naturaleza y su olor a queso podrido y vinagre. Sus labios no hablan y ante esa mudez de asombro, caigo estático de rodillas, ante el cadáver de la poesía.

lunes, 21 de julio de 2008

Los viejos poetas resisten, resisten


Jorge Martínez Mejía



Hay una reducidísima logia segura de su muerte. Sabe que los libros se cerrarán, que las palabras serán otra vez la torre trunca y ninguna conseguirá lo que buscaba. Las puertas están cerradas. Un ciego escribe en el polvo el viejo poema que le dictó Borges a Ulises antes de que se convirtiera en perro. Debajo de un árbol, junto al arroyo, Madeleine mira la tiza azul de Pepe Luis trazando la línea del horizonte por donde desfilan las voces de los poetas muertos. El flautista sigue tocando esa música similar al viejo atardecer en que el pobre Rimbaud regresaba sin su pierna.
Ha llovido ayer un extraño aguacero sin que se escuchara el viento. A la larga el poeta joven cambiará su camino y reirá pensativo con su querida dama. Mientras nos bebamos estas cervezas la vieja cantinera barrerá el bar sólo para que pensemos que la noche ha llegado a su fin, y debemos largarnos con nuestras chácharas de porquería a otra parte. Los viejos poetas resisten, resisten la insulsa nadería de estos tiempos y miran con tristeza como se muere la Princesa de Mayo.

miércoles, 16 de julio de 2008

Gran Logia del Grado Cero analiza renuncia

Poetas de diferentes naciones preocupados con renuncia de poeta del Grado Cero




«Es que no sé, me siento en la onda de Fabricio Estrada, es la nueva tendencia estética».

Gustavo Campos



«No hay un único 'dream team'».

Fabricio Estrada



Poetas de diferentes latitudes, blogueros, clones, editores de revistas fracasadas, espasmos bukovskianos y alucinaciones María Paneras se encuentran desde hace tres días a la espera de las resoluciones de la Asamblea extraordinaria convocada por la Gran Logia de los Poetas del Grado Cero con motivo de la renuncia del insigne poeta iconoclasta, único maldito viviente, gran delantero y driblador de esquinas, Gustavo Campos, quien, de manera impresionante se aburrió de la membresía y ha solicitado se le remueva de manera irrevocable. Con nuevas botellas de ajenjo ha girado instrucciones a sus afiliados en México, Argentina, Colombia y España, donde la noticia ha empezado a sorprender por la influencia de la poética del grado cero en las nuevas corrientes literarias. Desde esta tarde hasta el 28 de septiembre, fecha en que se entreguen los pliegos de independencia a Gustavo Campos, la logia permanecerá reunida, intentando demostrar que la poesía está muerta y que la renuncia de uno de sus miembros vitales no producirá efecto alguno en su resurrección, que no se moverá ni un acento, y sólo se llegará a colocar un punto en una i.
Uno de los detalles en que ha hecho hincapié otro de sus fundadores, es que después del entierro de la boina quemada de Yorch en la cima del Merendón, (actividad en la que no participara el insigne poeta Campos) fecha clave consignada en el Manifiesto y considerada por varios críticos como el punto de partida de las futuras legiones de creadores; marcó el momento de separación real de dicho autor. Esa noche recomendó al más joven de los poetas que no se dejara contaminar o corromper por los poetas del grado cero, en abierta rebelión con el Artículo 2666 del Código de Ética y Mística del Grado Cero. La Logia de igual modo, considera esta grave falta como suficiente motivo para dictar una expulsión pos morten del autor. Otro de los datos importantes, es que, al buscar rastros del estilo del grado cero en la obra del autor, particularmente en sus libros Habitaciones Sordas, Desde el Hospicio y Bajo el Árbol de Madeleine, el mismo no se encuentra por ninguna parte. Y así, siguen pasando cosas extrañas que orientan a pensar en una posible conspiración de Gustavo Campos en contra de la Logia del Grado Cero. Otro dato curioso es que la semana recién pasada, el poeta Fabricio Estrada renunció del Movimiento Paíspoesible, argumentando diferencias ideológicas ya que, al parecer, el Presidente Salvador Madrid, gestionaba su aparecimiento en la portada de la Revista Fashion Stilo, dedicada al hedonismo banal. El autor hondureño de origen marroquí-italiano Zidane Giovaníni, ha intercedido en ambos movimientos procurando soluciones pacíficas de manera indirecta. Sus escritos presentados en la Revista Mimalapalabra, hacen pensar en el temor de que la diversidad estética influya negativamente en las nuevas tendencias literarias. Al consultársele al autor Gustavo Campos, este, de manera sospechosa, ha sostenido que "No sé, me siento en la onda de Fabricio Estrada, es la nueva tendencia estética". Lo de la diversidad de estéticas es una de las cuestiones que más está preocupando a la logia. Desde el mes de enero de 2008, Gustavo Campos le propuso maliciosamente a Yorch acabar con los Poetas del Grado Cero creando otro movimiento. “Hay que arrancarles la máscara”, le dijo en cierta ocasión. Los poetas del Grado Cero, venían trabajando en el perfeccionamiento de sus técnicas. «Desde el primer momento tuvimos clara la idea, que coincidan en un mismo espacio teórico y físico estéticas diversas e incluso enfrentadas. Siempre me hubiera gustado sentar a la misma mesa a dos poetas como Octavio Paz y Mario Santiago Papasquiaro, porque el lenguaje de la poesía siempre puede tener elementos en común; cuando se va más allá del grado cero del lenguaje, y eso es la poesía, » aseveró frente a un reconocido medio de comunicación de la Ciudad Planeta, el referido Gustavo Campos. La renuncia de Gustavo Campos del Movimiento Poetas del Grado Cero y de Fabricio Estrada de Paíspoesible, hace pensar que estos dos importantísimos poetas de la última década puedan fusionar su influencia y crear una nueva corriente literaria fundada en los principios de ambos movimientos. Algunos hasta han mencionado el nombre: Grado Poesible y Cero.

martes, 15 de julio de 2008

¿Cómo matar tanta porquería?

Foto Igor Amelcovich

Hay suficientes pruebas, evidencias tangibles de que no sólo la poesía debe morir, sino toda rémora que parta de la repetición. Hasta la saciedad de religión, de lenguaje, de símbolos, de ciencia, de filosofía, de nadería, de puestas de soles, de pretextos, de plazas vacantes, de vicio y de renuncias. Todas las cosas son la misma fórmula. No hay conocimiento, solo poder de manipulación. El asesinato ha sido clasificado, archivado y engavetado. Odio el desenfreno de tanta roña repetida. Hasta los locos aburren en su trepidante silencio, en su auto incineración. Hasta la sensación fúnebre, ociosa, derrochada, de recordar algo perdido. Arbitrario y estúpido vocablo este que predico mil veces remachado por Becket; tirado al fondo de todo lo que debe rechazarse. Entre los imbéciles no basta ser comprendido. Ni en los sueños se vive en paz con tal recurrencia ¿Cómo matar tanta porquería? Sonofelet y Jorge Martínez riñeron como dos trogloditas, hastiados de ver nacer las mismas cosas. En vano forcejearon ambos idiotas por comprender y disfrutar la belleza o la vida. En secreto se repudiaron, cargados de certidumbre, pero vislumbraron la falacia podrida. No se trata de renuncias ni de tener huevos ni de cagarse en la vía pública o clavar el inodoro de poemas en el palacio de los imbéciles. Se trata de ser uno mismo, sin la repetición maldita de limpiarse el trasero.

jueves, 26 de junio de 2008

La puta asesinada

Foto: Brad Kim Composición de Duna


Por Jorge Martínez Mejía

Echada del envés, sin falda, tirada en el solar baldío, la puta asesinada. Anoche llovió y ningún ruido despertó a los perros. Vista desde antes, la puta ya era conocida. Usaba sus uñas pintadas, tenía estilo nervioso y se aplicaba para verse bonita. Sus baños, el agua cayéndole en pequeños buclos deslizados por el hombro, desnuda, sin vulgaridad, su cuerpo, su piel casi oscura, las líneas más blancas en los senos, las nalgas, el pequeño pubis rasurado con primor. El calor de la tarde, el portazo al salir, sus pasos, el polvo y los plásticos de la calle. La puta florece con un color natural y su boca exhala un aroma dulce, un hálito cálido y rosa sin marca registrada. La rockola de abajo no ha parado con esa clara ranchera norteña. Gira, regresa, se sienta otra vez y mira su hombro trigueño en el espejo. Es suave y joven. El calzoncito blanco de algodón y sus pliegues bellos. La rodilla y el pie. Han caído gruesos goterones toda la noche y su cuerpo fustigado aún guarda una metáfora, una preciosa imagen poética similar a la sangre. Limpia y muerta.

miércoles, 18 de junio de 2008

En el inmundo fondo

Foto: Ventana azul


Por: Jorge Martínez Mejía




Limpié mi pizarra y la dejé en blanco, hermano, hacía tiempo tenía escritas unas metáforas absurdas, naturales, eróticas, lastimeras, atroces, deudoras, esclavas, exiliadas de otros poetas. Imágenes de mala pata y de mal cuño. De aprendiz. De una inocencia escrita para la campiña. Pero hoy, el doctor Satán ha llegado añadiendo razones, más claro en su jerigonza, más pulcro el viejo, más músico y franco. Sin rareza y sin lujo. Mi pizarra está limpísima, blanquísima, colocada al lado de ese cuadro que pinté y en el que me veo a mí mismo desgarrándome por saltar de una ventana de mierda azul. No sé por qué, pero me identificaba con el chico bueno, el que va delante como abriéndole el camino al rey, sólo para que el imbécil se haga más rico, millonario, y descanse, mientras yo me rompía la crisma en ayuno como un idiota primitivo. Pues hermano, mi pizarra está limpia, puedo escribir en ella lo que se me de la gana. Tal como lo soñaba, mi pizarra sigue en blanco y la música del bosque salvaje se asoma por la ventana con el ácido sabor de mi boca. A pesar de su higiene, mi boca es acre, mis ojos se cierran y fluye un dolor en mi espalda. Esta vida huele a estafa. –Vuélvase malo, caballero, cague en la plaza de vez en cuando, escupa, párese la verga y mastúrbese, sea el de la sombra, el que pugna por quedarse dentro, el que rechaza el asomo en la ventanita pendeja de Ernesto Sábato. ¿Qué pedo? ¿Sólo piensa galopar errante en el sesudo placer de la piel de luna de los senos burgueses…? Idiota, cáguela, meta la pata, pero aviéntese con toda la franqueza que le queda. ¿Sabe acerca de los trapecios? Pues yo soy el que vuela en una especie de trapo sucio peleándome con toda la basura positiva, sin aceptar salir a embelesarme en los muros, y vivo errante en el interior de mis cavernas, pero ahí nadie roba mi control remoto. Mi pizarra está limpia, y estoy a punto de ver mi cinta favorita. Miles de huevos con sus vergas aúllan colgados de un alambre. Eso es más allá, en la distracción vaga, en la desbaratada imaginería que dejé hace tiempo. Ahora vivo en el fondo, en el inmundo fondo, y no me dejo ir.

lunes, 2 de junio de 2008

Historia de la fealdad


Por Umberto Eco

Traducción: María Pons Irazazábal

(La Nación)



A lo largo de los siglos, filósofos y artistas han ido proporcionando definiciones de lo bello, y gracias a sus testimonios se ha podido reconstruir una historia de las ideas estéticas a través de los tiempos. No ha ocurrido lo mismo con lo feo, que casi siempre se ha definido por oposición a lo bello y a lo que casi nunca se han dedicado estudios extensos, sino más bien alusiones parentéticas y marginales. Por consiguiente, si la historia de la belleza puede valerse de una extensa serie de testimonios teóricos (de los que puede deducirse el gusto de una época determinada), la historia de la fealdad por lo general deberá ir a buscar los documentos en las representaciones visuales o verbales de cosas o personas consideradas en cierto modo "feas".

No obstante, la historia de la fealdad tiene algunos rasgos en común con la historia de la belleza. Ante todo, tan solo podemos suponer que los gustos de las personas corrientes se correspondieran de algún modo con los gustos de los artistas de su época. Si un visitante llegado del espacio acudiera a una galería de arte contemporáneo, viera rostros femeninos pintados por Picasso y oyera que los visitantes los consideran "bellos", podría creer erróneamente que en la realidad cotidiana los hombres de nuestro tiempo consideran bellas y deseables a las criaturas femeninas con un rostro similar al representado por el pintor. No obstante, el visitante del espacio podría corregir su opinión acudiendo a un desfile de moda o a un concurso de Miss Universo, donde vería celebrados otros modelos de belleza. A nosotros, en cambio, no nos es posible; al visitar épocas ya remotas, no podemos hacer ninguna comprobación, ni en relación con lo bello ni en relación con lo feo, ya que solo conservamos testimonios artísticos de aquellas épocas. Otra característica común a la historia de la fealdad y a la belleza es que hay que limitarse a registrar las vicisitudes de estos dos valores en la civilización occidental. En el caso de las civilizaciones arcaicas y de los pueblos llamados primitivos, disponemos de restos artísticos pero no de textos teóricos que nos indiquen si estaban destinados a provocar placer estético, terror sagrado o hilaridad.

A un occidental, una máscara ritual africana le parecería horripilante, mientras que para el nativo podría representar una divinidad benévola. Por el contrario, al seguidor de una religión no occidental le podría parecer desagradable la imagen de un Cristo flagelado, ensangrentado y humillado, cuya aparente fealdad corporal inspiraría simpatía y emoción a un cristiano. En el caso de otras culturas, ricas en textos poéticos y filosóficos (como, por ejemplo, la india, la japonesa o la china), vemos imágenes y formas pero, al traducir textos literarios o filosóficos, casi siempre resulta difícil establecer hasta qué punto ciertos conceptos pueden ser identificables con los nuestros, aunque la tradición nos ha inducido a traducirlos a términos occidentales como "bello" o "feo". Y aunque se tomaran en consideración las traducciones, no bastaría saber que en una cultura determinada se considera bella una cosa dotada, por ejemplo, de proporción y armonía. ¿Qué significan, en realidad, estos dos términos? Su sentido también ha cambiado a lo largo de la historia occidental. Solo comparando afirmaciones teóricas con un cuadro o una construcción arquitectónica de la época nos damos cuenta de que lo que se consideraba proporcionado en un siglo ya no lo era en el otro; cuando un filósofo medieval hablaba de proporción, por ejemplo, estaba pensando en las dimensiones y en la forma de una catedral gótica, mientras que un teórico renacentista pensaba en un templo del siglo XVI, cuyas partes estaban reguladas por la sección áurea, y a los renacentistas les parecían bárbaras y, justamente, "góticas", las proporciones de las catedrales.

Los conceptos de bello y de feo están en relación con los distintos períodos históricos o las distintas culturas y, citando a Jenófanes de Colofón (según Clemente de Alejandría, Stromata , V, 110), "si los bueyes, los caballos y los leones tuviesen manos, o pudiesen dibujar con las manos, y hacer obras como las que hacen los hombres, semejantes a los caballos el caballo representaría a los dioses, y semejantes a los bueyes, el buey, y les darían cuerpos como los que tiene cada uno de ellos".

En la Edad Media, Giacomo da Vitri (Libro duo, quorum prior Orientalis, sive Hierosolymitanae, alter Occidentalis historiae ), al ensalzar la belleza de toda la obra divina, admitía que "probablemente los cíclopes, que tienen un solo ojo, se sorprenden de los que tienen dos, como nosotros nos maravillamos de aquellas criaturas con tres ojos Consideramos feos a los etíopes negros, pero para ellos el más negro es el más bello". Siglos más tarde, se hará eco Voltaire (en el Diccionario filosófico): "Preguntad a un sapo qué es la belleza, el ideal de lo bello, lo to kalòn . Os responderá que la belleza la encarna la hembra de su especie, con sus hermosos ojos redondos que resaltan de su pequeña cabeza, boca ancha y aplastada, vientre amarillo y dorso oscuro. Preguntad a un negro de Guinea: para él la belleza consiste en la piel negra y aceitosa, los ojos hundidos, la nariz chata. Preguntádselo al diablo: os dirá que la belleza consiste en un par de cuernos, cuatro garras y una cola".

Hegel, en su Estética , observa que "ocurre que, si no todo marido a su mujer, al menos todo novio encuentra bella, y bella de una manera exclusiva, a su novia; y si el gusto subjetivo por esta belleza no tiene ninguna regla fija, se puede considerar una suerte para ambas partes Se oye decir con mucha frecuencia que una belleza europea desagradaría a un chino o hasta a un hotentote, porque el chino tiene un concepto de la belleza completamente diferente al del negro Y ciertamente, si consideramos las obras de arte de esos pueblos no europeos, por ejemplo las imágenes de sus dioses, que han surgido de su fantasía dignas de veneración y sublimes, a nosotros nos pueden parecer los ídolos más monstruosos, del mismo modo que su música puede resultar sumamente detestable a nuestros oídos. A su vez, esos pueblos considerarán insignificantes o feas nuestras esculturas, pinturas y músicas".

A menudo la atribución de belleza o de fealdad se ha hecho atendiendo no a criterios estéticos, sino a criterios políticos y sociales. En un pasaje de Marx (Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 ) se recuerda que la posesión de dinero puede suplir la fealdad: "El dinero, en la medida en que posee la propiedad de comprarlo todo, de apropiarse de todos los objetos, es el objeto por excelencia Mi fuerza es tan grande como lo sea la fuerza del dinero Lo que soy y lo que puedo no está determinado en modo alguno por mi individualidad. Soy feo, pero puedo comprarme la mujer más bella. Por tanto, no soy feo, porque el efecto de la fealdad, su fuerza ahuyentadora, queda anulado por el dinero. Según mi individualidad, soy tullido, pero el dinero me procura veinticuatro piernas: luego, no soy tullido ¿Acaso no transforma mi dinero todas mis carencias en su contrario?". Basta, pues, aplicar esta reflexión sobre el dinero al poder en general y se entenderán algunos retratos de monarcas de siglos pasados, cuyas facciones fueron devotamente inmortalizadas por pintores cortesanos, que desde luego no pretendían destacar demasiado sus defectos, y hasta hicieron todo lo posible por refinar sus rasgos. No cabe duda de que estos personajes nos parecen bastante feos (y probablemente también lo eran en su tiempo), pero era tal su carisma y la fascinación que les otorgaba su omnipotencia que sus súbditos los contemplaban con ojos de adoración.

Por último, basta leer uno de los relatos más hermosos de la ciencia ficción contemporánea, "El centinela" de Fredric Brown, para ver que la relación entre lo normal y lo monstruoso, lo aceptable y lo horripilante, puede invertirse según la mirada vaya de nosotros al monstruo del espacio o del monstruo del espacio a nosotros: "Estaba completamente empapado y cubierto de barro; tenía hambre y frío y se hallaba a ciento cincuenta mil años luz de su casa. Un sol extranjero le iluminaba con una gélida luz azul y la gravedad, dos veces mayor de lo habitual, convertía cada movimiento en una agonía de cansancio Los de la aviación lo tenían fácil, con sus aeronaves relucientes y sus superarmas; pero cuando se llega al momento crucial, le corresponde al soldado de a pie, a la infantería, tomar la posición y conservarla, con sangre, palmo a palmo. Como este jodido planeta de una estrella de la que jamás había oído hablar hasta que lo habían enviado. Y ahora era suelo sagrado porque también había llegado el enemigo. El enemigo, la única otra raza inteligente de la galaxia crueles, asquerosos, repugnantes monstruos Estaba completamente empapado y cubierto de barro; tenía hambre y frío, y el día era gris y barrido por un viento violento que le molestaba en los ojos. Pero los enemigos intentaban infiltrarse y era vital mantener las posiciones avanzadas. Estaba alerta, con el fusil preparado Entonces vio a uno de ellos arrastrándose hacia él. Apuntó y disparó. El enemigo emitió aquel grito extraño, terrorífico, que todos emitían, y ya no se movió. El grito, la visión del cadáver lo hicieron estremecer. Muchos se habían acostumbrado con el paso del tiempo y ya no le prestaban atención; pero él, no. Eran criaturas demasiado asquerosas, con solo dos brazos y dos piernas, y aquella piel de un blanco nauseabundo y sin escamas".

Decir que belleza y fealdad son conceptos relacionados con las épocas y con las culturas (o incluso con los planetas) no significa que no se haya intentado siempre definirlos en relación con un modelo estable. Se podría incluso sugerir, como hizo Nietzsche en el Crepúsculo de los ídolos , que "en lo bello el hombre se pone a sí mismo como medida de la perfección" y "se adora en ello El hombre en el fondo se mira en el espejo de las cosas, considera bello todo aquello que le devuelve su imagen Lo feo se entiende como señal y síntoma de degeneración Todo indicio de agotamiento, de pesadez, de senilidad, de fatiga, toda especie de falta de libertad, en forma de convulsión o parálisis, sobre todo el olor, el color, la forma de la disolución, de la descomposición todo esto provoca una reacción idéntica, el juicio de valor feo ¿A quién odia aquí el hombre? No hay duda: odia la decadencia de su tipo”

El argumento de Nietzsche es narcisísticamente antropomorfo, pero nos dice precisamente que belleza y fealdad están definidas en relación con un modelo "específico" -y la noción de especie se puede extender de los hombres a todos los entes, como hacía Platón en la República , al aceptar que se considerara bella una olla fabricada según las reglas artesanales correctas, o Tomás de Aquino ( Suma teológica , I, 39, 8), para quien los componentes de la belleza eran, además de una proporción correcta, la luminosidad o claridad y la integridad-, es decir, que una cosa (ya sea un cuerpo humano, un árbol, una vasija) había de presentar todas las características que su forma debía haber impuesto a la materia. En este sentido, no solo se consideraba fea una cosa desproporcionada, como un ser humano con una cabeza enorme y unas piernas muy cortas, sino que también se consideraban feos los seres que Tomás definía como turpi en el sentido de "disminuidos" o -como dirá Guillermo de Auvernia (Tratado del bien y del mal)- aquellos a los que les falta un miembro, que tienen un solo ojo (o tres, porque se puede adolecer de falta de integridad también por exceso). Por consiguiente, se consideraban feos sin piedad alguna los adefesios, que los artistas han representado a menudo de forma despiadada, y en el mundo animal los híbridos, que fundían de forma violenta los aspectos formales de dos especies distintas.

¿Podrá, pues, definirse simplemente lo feo como lo contrario de lo bello, un contrario que también se transforma cuando cambia la idea de su opuesto? ¿La historia de la fealdad puede ser el contrapunto simétrico de la historia de la belleza?

La primera y más completa Estética de lo feo, la que elaboró en 1853 Karl Rosenkranz, establece una analogía entre lo feo y el mal moral. Del mismo modo que el mal y el pecado se oponen al bien, y son su infierno, así también lo feo es "el infierno de lo bello". Rosenkranz retoma la idea tradicional de que lo feo es lo contrario de lo bello, una especie de posible error que lo bello contiene en sí, de modo que cualquier estética, como ciencia de la belleza, está obligada a abordar también el concepto de fealdad. Pero justamente cuando pasa de las definiciones abstractas a una fenomenología de las distintas encarnaciones de lo feo es cuando nos deja entrever una especie de "autonomía de lo feo", que lo convierte en algo mucho más rico y complejo que una simple serie de negaciones de las distintas formas de belleza.

Rosenkranz analiza minuciosamente la fealdad natural, la fealdad espiritual, la fealdad en el arte (y las distintas formas de imperfección artística), la ausencia de forma, la asimetría, la falta de armonía, la desfiguración y la deformación (lo mezquino, lo débil, lo vil, lo banal, lo casual y lo arbitrario, lo tosco), y las distintas formas de lo repugnante (lo grosero, lo muerto y lo vacío, lo horrendo, lo insulso, lo nauseabundo, lo criminal , lo espectral, lo demoníaco, lo hechicero y lo satánico). Demasiadas cosas para seguir diciendo que lo feo es simplemente lo opuesto de lo bello entendido como armonía, proporción o integridad.

Si se examinan los sinónimos de "bello" y "feo", se ve que se considera bello lo que es bonito, gracioso, placentero, atractivo, agradable, agraciado, delicioso, fascinante, armónico, maravilloso, delicado, gentil, encantador, magnífico, estupendo, excelso, excepcional, fabuloso, prodigioso, fantástico, mágico, admirable, valioso, espectacular, espléndido, sublime, soberbio, mientras que feo es lo repelente, horrendo, asqueroso, desagradable, grotesco, abominable, odioso, indecente, inmundo, sucio, obsceno, repugnante, espantoso, abyecto, monstruoso, horrible, hórrido, horripilante, sucio, terrible, terrorífico, tremendo, angustioso, repulsivo, execrable, penoso, nauseabundo, fétido, innoble, aterrador, desgraciado, lamentable, enojoso, indecente, deforme, disforme, desfigurado (por no hablar de cómo el horror puede aparecer también en terrenos como el de lo fabuloso, lo fantástico, lo mágico y lo sublime, asignados tradicionalmente a lo bello).

La sensibilidad del hablante común percibe que, si bien en todos los sinónimos de bello se podría observar una reacción de apreciación desinteresada, en casi todos los de feo aparece implicada una reacción de disgusto, cuando no de violenta repulsión, horror o terror.

En su obra sobre La expresión de las emociones en los animales y en el hombre, Darwin observaba que lo que provoca disgusto en una determinada cultura no lo provoca en otra, y viceversa, pero concluía que sin embargo "parece que los distintos movimientos descritos como expresión de desprecio y de disgusto son idénticos en una gran parte del mundo".

Conocemos sin duda algunas descaradas manifestaciones de aprobación ante algo que nos parece bello porque es físicamente deseable; basta pensar en la broma de mal gusto al paso de una mujer guapa o en las inconvenientes manifestaciones de alegría del glotón ante su comida preferida. En estos casos, sin embargo, no se trata tanto de una expresión de goce estético como de algo parecido a los gruñidos de satisfacción o incluso a los eructos que se emiten en algunas civilizaciones para expresar el agrado de un alimento (aunque en esas ocasiones se trata de una forma de etiqueta). En general, parece que la experiencia de lo bello provoca lo que Kant (Crítica del juicio) definía como "placer sin interés": si bien nosotros quisiéramos poseer todo aquello que nos parece agradable o participar en todo lo que nos parece bueno, la expresión de agrado ante la visión de una flor proporciona un placer del que está excluido cualquier tipo de deseo de posesión o de consumo.

En este sentido, algunos filósofos se han preguntado si se puede pronunciar un juicio estético de fealdad, puesto que la fealdad provoca reacciones pasionales como el disgusto descrito por Darwin.

A lo largo de nuestra historia deberemos distinguir realmente entre la fealdad en sí misma (un excremento, una carroña en descomposición, un ser cubierto de llagas que despide un olor nauseabundo) y la fealdad formal, como desequilibrio en la relación orgánica entre las partes de un todo. Imaginemos que vemos por la calle a una persona con la boca desdentada: lo que nos molesta no es la forma de los labios o de los pocos dientes que quedan, sino el hecho de que los dientes supervivientes no estén acompañados de los otros que deberían estar allí, en aquella boca. No conocemos a esa persona, esa fealdad no nos implica pasionalmente y sin embargo -ante la incoherencia o la no completud de aquel conjunto- nos sentimos autorizados a manifestar desapasionadamente que aquel rostro es feo.

Por esto, una cosa es reaccionar pasionalmente al disgusto que nos provoca un insecto viscoso o un fruto podrido y otra es decir que una persona es desproporcionada o que un retrato es feo en el sentido de que está mal hecho (la fealdad artística es una fealdad formal). Y respecto a la fealdad artística, recordemos que en casi todas las teorías estéticas, al menos desde Grecia hasta nuestros días, se ha reconocido que cualquier forma de fealdad puede ser redimida por una representación artística fiel y eficaz. Aristóteles ( Poética , 1448b) habla de la posibilidad de realizar lo bello imitando con maestría lo que es repelente, y Plutarco ( De audiendis poetis ) nos dice que en la representación artística lo feo imitado sigue siendo feo, pero recibe como una reverberación de belleza procedente de la maestría del artista.

Hemos identificado, pues, tres fenómenos distintos: la fealdad en sí misma , la fealdad formal y la representación artística de ambas . Lo que hay que tener presente es que por lo general solo a partir del tercer tipo de fealdad se podrá inferir lo que eran en una cultura determinada los dos primeros tipos.

Al hacerlo, nos exponemos a muchos equívocos. En la Edad Media, Buenaventura de Bagnoregio nos decía que la imagen del diablo se vuelve bella si representa bien su fealdad; pero ¿realmente era esto lo que pensaban los fieles que contemplaban escenas de inauditos tormentos infernales en los portales o en los frescos de las iglesias? ¿No reaccionaban tal vez con terror y angustia, como si hubiesen visto una fealdad del primer tipo, horripilante y repugnante como sería para nosotros la visión de un reptil que nos amenaza?

Los teóricos muchas veces no tienen en cuenta numerosas variables individuales, idiosincrasias y comportamientos desviados. Si bien es cierto que la experiencia de la belleza implica una contemplación desinteresada, un adolescente alterado puede experimentar una reacción pasional incluso ante la Venus de Milo. Lo mismo cabe decir respecto a lo feo: de noche, un niño puede soñar aterrorizado con la bruja que ha visto en un libro de cuentos, que para otros niños de su edad no sería más que una imagen divertida. Probablemente muchos contemporáneos de Rembrandt, además de apreciar la maestría con que el artista representaba un cadáver diseccionado sobre la mesa de anatomía, podían experimentar reacciones de horror como si el cadáver fuese real, del mismo modo que el que ha padecido un bombardeo tal vez no puede mirar el Guernica de Picasso de una forma estéticamente desinteresada, y revive el terror de su antigua experiencia.


De ahí la prudencia con que debemos disponernos a seguir esta historia de la fealdad, en sus variedades, en sus múltiples articulaciones, en la diversidad de reacciones que sus distintas formas suscitan, en los matices conductuales con que se reacciona. Considerando en cada ocasión si, y hasta qué punto, tenían razón las brujas que en el primer acto de Macbeth gritan: "Lo bello es feo y lo feo es bello”.


jueves, 29 de mayo de 2008

Réplica a los Perros Románticos con absoluta falta de escrúpulos estéticos


Por Jorge Martínez Mejía


A Roberto Bolaño y Mario Santiago Papasquiaro

Roberto Bolaño fue un poeta menor y así lo quiso. Aún cuando hubiera preferido tener una raíz profunda, la espontaneidad inconciente lo mandó al carajo. Afortunadamente se encontró en el camino y en las señales en perspectiva con un tercio de vagos sumamente francos y su lucidez revelada en la calma, siempre de la mano de un cigarrillo a medio andar, de una chenca, como diríamos, lo mantuvo en línea sin exacerbar el ánimo. Los perros románticos son esos vagos capaces de tomar tequila y echarse un puro de marihuana a mediodía en punto y lanzarse de bruces hacia las togas para desbaratar el insondable inconciente de la conquista y los conquistados. No hay ninguna posibilidad de certeza cuando se han descubierto todas las pendejadas y hechizos de un sistema con sus planos relativos. Las verdades, los mitos, las ciencias, las creencias, el sentido común, la vida, la configuración del conocimiento, la literatura, la brujería, el turbante de Calimán, las hazañas de Hermelinda Linda, la dialéctica de la necesidad, el azar, las canciones de Cornelio Reina, el Espíritu Santo, la visión cinematográfica de Mario Almada, la sonrisa de Tin-Tan en esa película en que perdió un pedazo de bigote, el exterior de los circos, las aulas de la UNAM, el Paseo del Ángel, la Masacre, la experiencia del peyote, el pachuco, el vato loco, la dictadura, la revolución traicionada, los poetas burgueses, los intelectuales amotinados, el partido de piedra, los caites, la ranchera, el chile y la torta, el poema amoroso demasiado dulce, la ponencia extremadamente académica, el viaje sin un centavo, la irrupción en la sala de los elegidos, el silbido, la gritería en el ruedo de gallos, el albur, la polvareda en un cuento de Rulfo, el surrealismo de los rezos, la madrugada sin mañana, el tiempo perdido y sobreentendido como un plano de la realidad, la mentira, el invento literario, el manifiesto pura jodedera, la noche de los caballos, el grito de los muertos, las estelas perdidas en el bosque, los poetas guerrilleros, el bullicio en la sala de Bellas Artes. Los perros románticos son las voces escapadas de un programa anárquico que aspira a la reivindicación de un Santiago y un Tlatelolco. No hay prisa para ningún perro romántico, no hay nada, ni vacío, sólo la posibilidad del día presente, del sueño presente, de la compañía fraterna y la exigencia inteligente. Poema sin grasa, magro, flaco, sin recarga de imágenes ni metáforas, ni pesimismo. El horrible relato de la realidad tiene una cara sonriente, una cara de burla, un rostro de abismo, un ¡ajúa! En lo que a mí concierne, los perros románticos no es el título de un poema de Roberto Bolaño, sino un puñado de perros enamorados de su sombra. Cualquier veleidad es perceptible como un asomo de realidad, de sistema, de plano real. Un perro romántico obtiene su carta de libertad de manera individual, piensa en todos los debates y siempre tiene un programa listo para encender el puro de marihuana o para la metamorfosis poderosa del intelectual. Un perro muerto es distinto a un perro romántico, a un pequeño poeta que cuestiona si es más importante la obra literaria que el abrazo del amigo, otro perro romántico. Ser demasiado intelectual es dejar
de vivir.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Bien, señor gerente, le deseamos el único mal



JORGE MARTÍNEZ MEJÍA

Tenemos aquí una situación insalvable. Uno es la imposibilidad del arte contemporáneo de satisfacer la desazón de los Poetas del Grado Cero, y la otra es la imposibilidad de que el auditorio, compuesto generalmente por lectores impotentes, amaestrados, conformes con seguir en la lectura de una estética basada en lo que hace un buen rato cuestionó Georg Lukács como una imposición de lo sublime, pueda comprender a los Poetas del Grado Cero... Lo primero podría resolverse si los Poetas del Grado Cero fueran reeducados o volvieran a leer algunas obras que tienden a formar a un ser sensible ante lo suave y musical de la vida, debilitando todos aquellos rasgos culturales que se orientan a fortalecer el hastío. Entonces el asunto se complica porque se precisa hacer desaparecer las lecturas que han producido efectos similares en otras latitudes. La otra situación, la de que los lectores obtengan en una marcha de lectura forzada cierta capacidad para el rechazo, que puedan asimilarse a sí mismo como esos personajes de Kafka tan dados a la auto conmiseración, a la autoflagelación; una especie de incapacidad política heredada de cierta dominación antropológica de corte fascista. Ya en el Primer Manifiesto de los Poetas del Grado Cero, en el Capítulo Treinta y Siete, se observa una situación de cambio de conciencia parecida, cuando un niño y un poeta realizan un viaje en tranvía y la cosmovisión es intercambiada por efecto de la velocidad del mencionado vehículo. Las consecuencias son impredecibles. La conclusión es todavía más terrible que cualquier posibilidad fantástica de transmutación. El arte es totalmente inútil para transformar a los sujetos a los que como dispositivo cultural tiene en dominio. No hay solución ante ninguna perspectiva. ¿En qué radica el problema? No hay problema alguno. Es axiomático que el arte en general ha sido inútil a través de los tiempos lo mismo que la lucha contra la imbecilidad. Si algún propósito tuvo el arte antes de ciertos conspiradores de formación filosófica filiada al Materialismo Dialéctico, este no fue la educación de nadie, mucho menos la creación de perspectiva alguna. El arte es inútil para la educación. Si un individuo es formado bajo los estrictos preceptos del arte puro es imposible que no lo encontremos posteriormente en una total, irreverente, sádica, pervertida y lamentable postración nadaista. Si el arte tiende a la contemplación y su finalidad paradójica es “realizar nuevas visiones”, es imposible que estas nuevas visiones pretendan surgir de la mojigatería. Los Poetas del Grado Cero no son personas educadas en la “normalidad” de ninguna escuela, su tendencia es hacia la irrupción, carente de sentido alguno tal vez, pero irrupción al fin. Su perfecta tendencia es hacia la salida de los callejones, no hacia los callejones sin salida. ¿Por qué habría de sorprendernos el inocente impulso de la perversión? ¿Por qué tendrían que conformarse con la trivialidad, el convencionalismo, la tradición, el canon? Cualquiera podría mal interpretar esto como un punto de vista a favor de la responsabilidad en el arte, en el sentido de que los Poetas del Grado Cero cumplen con su responsabilidad artística como hijos auténticos del arte, revolucionarios, visionarios, elegidos, llenos de una energía vital comprometida de manera mesiánica. Nada que ver. No hay responsabilidad en el arte más que la de seguir un impulso natural hacia la vaguedad. ¿La disciplina? ¿La verdad? ¿El bien? Nada de eso. Pura irresponsabilidad, puras lecturas malditas digeridas al albedrío particular de un reino consagrado a la ebriedad y al vértigo. Ruptura pero no en el sentido de Octavio Paz que encontró en la crítica la explicación permanente de toda la historia, como buen renegado del marxismo. La crítica es hija de la historia para el que ve en la historia la explicación de todo, y no todo tiene su explicación en la historia. De hecho, la historia es un discurso tan parcial como la política, su jurisdicción se concentra en los hechos y estos a su vez en la interpretación de un discurso mayor del que ya estamos cansándonos de llamar metarrelato. La historia se ha constituido en una estructura imprescindible del conocimiento, una herramienta puramente moralizadora, un representante de valores universales, un titular sagrado, una encarnación de la inteligencia y de la verdad. El que no se sostenga en la historia es un pervertido fuera de contexto, un irresponsable en el absoluto sentido del término, y todo lo que suene a irresponsable debe ser desechado. Enorme incongruencia, como si no hubiese existido Nietzsche y sus enormes esfuerzos por entender los discursos de voluntad, de placer y de poder. Como si no hubiese encontrado el principio rector en la apolínea intención del arte y el punto más bajo en la genealogía de una moralidad sostenida en lo falso, en los dioses. Es probable que el Movimiento de los Poetas del Grado Cero sólo tenga el derecho a disentir y que sus construcciones no sean disfrutadas sino en el fastidio, en la voluntad de una jerga que pone en entredicho cierto canon literario. Es probable que el más educado de todos perciba que no es caviar, y note con exactitud cierta intención maligna, cierta desidia y una pluma programada para la inmoralidad estética. Bien, señor gerente, le deseamos el único mal destinado a los que usan sus gemelos de plata.

lunes, 19 de mayo de 2008

Postmodernidad: El escaparate de los laberintos


Jorge Martínez Mejía

"A mitad del andar de nuestra vida
extraviado me vi por selva oscura,
que la vida directa era perdida".
Dante

(Dada la observación de Giovanni Rodríguez respecto de las citas de mí mismo, antes de continuar citándome, he decidido dar a conocer, a algunos de mis amigos poetas, ciertos textos que posteriormente me veré obligado a citar).


En la situación crítica en que se encuentra el pensamiento occidental contemporáneo todo tipo de ensayo o intento de estudio entraña en sí mismo la figura de lo fallido. Nuestro tiempo está marcado por el estigma de la modernidad, por el rechazo a la autoridad. Todo ha caído, la razón yace postrada intentando, como el ave fénix, levantarse de sus cenizas. El hombre del siglo XXI se encuentra perplejo ante un laberíntico escaparate donde las ideas cuelgan asidas a la nada, como llaves que conducen a ninguna parte. Pero esta no es una circunstancia particular de nuestra época. Cada vez que el hombre ha rechazado la autoridad suprema, la explicación unívoca de todos los caminos, ha experimentado la sensación angustiosa del vacío. No se trata de la muerte del pensamiento propiamente, más bien es la caducidad de los dogmas, entendidos como el absoluto pleno de toda respuesta. Más que la muerte de la racionalidad, experimentamos el remozamiento de lo que nos caracteriza: Hostilidad hacia cualquier forma de autoridad. La actitud reiterada del hombre moderno (renacentista, empirista, racionalista, ilustrado o postmoderno) sigue siendo la misma. Lo inadmisible de todo tipo de autoridad, sea esta de orden metafísico o materialista, radica en la esencia dialéctica de esta actitud del espíritu humano. El hombre moderno del renacimiento rechaza no sólo la palidez ha que ha sido sometido su rostro por la intimidación y el miedo, rechaza, básicamente, la exclusividad del conocimiento asumida por el clero. La búsqueda de vitalidad, encontrada por los artistas de la estética de la antigüedad greco-latina, es la misma vitalidad manifiesta en el fervor popular del medioevo, esa vitalidad, ese vigor marginado es el que se abre paso para atacar a la autoridad desde un ángulo típicamente moderno. Pero es en la burla, en la socarronería, donde la visión oficial de la autoridad encuentra su antídoto, su radical antítesis. La consigna de "Muerte a la autoridad" es la consigna del hombre moderno. Si el clero empalidece y enjaula el rostro del hombre, Leonardo y Miguel Ángel lo pintan robusto; y si el Papa se roba la robustez, Rabellais lo vuelve un enano de carnaval. Nada, nada se mantiene de pie, como autoridad absoluta, ante los ojos del hombre. La Utopía de Tomás Moro no es otra cosa que una carcajada virulenta en las barbas de Enrique Octavo. La razón es hija del renacimiento como el renacimiento es hijo de la risa. Ante nuestra perspectiva, el juego del pensamiento tratando de atrapar la realidad, adopta una imagen de comicidad. En este sentido, La Comedia de Dante se mantiene erguida como un juego sacrílego. La Comedia es tal en cuanto refuta la autoridad de la tragedia y festeja la risa, la felicidad que produce la burla (Dante entra y sale por el inframundo no sólo burlando a la muerte, sino, de algún modo, al mismo Cristianismo). Desenfocar la autoridad para alumbrar su opuesto, es el rasgo fundamental de lo moderno. El humanismo no es otra cosa que la desautorización de Dios, es decir, de su representante autoritario, el clero. Pero el hombre del humanismo renacentista se vuelve un héroe despótico, autoritario. Es el Rey omnipotente de la autoridad perfecta, de la virtud sublime. Shakespeare sabe mejor que nadie la ambigüedad de la nobleza; en la bajeza de Otelo y en el hedor de Hamlet hace confluir el asco precioso que le despierta la autoridad del noble. Risa y razón son el engendro de la modernidad; a la razón le corresponde el papel de atrapar la verdad, a la risa, reírse de la razón. No es fácil para la razón. Heredar pensamiento es heredar autoridad. La herencia del pensamiento es la herencia de una crisis, la herencia de una conciencia empecinada en la transformación de sí misma. Autoridad y deslegitimación de la autoridad constituyen la dialéctica de nuestro conocimiento. Kant redime a los empíricos y a los racionalistas, pero se eleva como autoridad en busca de lo universal, de lo necesario. En él se prolonga la modernidad, la intención de acabar con el límite, con el ahora de la experiencia inmediata. La autoridad de la razón encarna en Kant como la intención humana de perpetuar la extensión del conocimiento. Kant no desbarata la concepción filosófica en que se sustenta la sociedad feudal, pero sienta, junto a Laplace, las bases para una concepción más enérgica, capaz de construir en la tierra el reino de la razón, la sociedad organizada idealmente. Históricamente, la deslegitimación de la autoridad, como actitud del hombre occidental, se concretiza en la revolución. La Revolución Francesa es el símbolo perfecto que desaprueba y destruye la autoridad feudal, pero al destruirla, funda otra (Octavio Paz). Fichte, Shelling y Hegel, no desautorizan ni deslegitiman a Kant, lo prolongan en su aspecto de lo absoluto, en la necesidad manifiesta de alcanzar la totalidad, la universalidad necesaria que determina la verdad. Lo prolongan en la idea del fluir perpetuo hacia la totalidad que supera las particularidades, hacia la subjetividad contemplativa en que los contrarios se armonizan. Laplace y Kant heredan una autoridad obstinada en la universalidad. Laplace pudo visualizarla como un teorema matemático. A Kant se le fugó la posibilidad de abstraer el todo, pero sus herederos encontraron en ese todo, en su absoluto, fugaz para Kant, la razón de lo que es. La autoridad de Kant ha encontrado más herederos fieles que rebeldes descarriados. Quizás el hastío de Kierkegaard no es una lanza directa contra el racionalismo, sino más bien contra la absurda felicidad de la burguesía liberal. Kierkegaard no se burla de la razón sino que la increpa por su artificio, por su ínfula de comprender el todo, aislada de la existencia misma del hombre. Con Kierkegaard, Heidegger y Nietzche, el pensamiento moderno encuentra su fibra de desaprobación. Kant creía religiosamente en la ciencia y en el juicio, pero Heidegger descubre su artificio de tamizar la subjetividad humana desde una objetividad aparente. Con la actitud del existencialismo, nos encontramos nuevamente frente a la tradición moderna de la deslegitimación, de la muerte de la autoridad absoluta como consigna favorable del hombre que busca su libertad. Sobre el existencialismo descansa, en el escaparate laberíntico, la saludable desaprobación del dogma racional de los últimos cuatro siglos. La situación actual del pensamiento contemporáneo no puede considerarse un caos, más bien es la confluencia justa de la tradición moderna de la deslegitimación. Pero la filosofía, a diferencia de la burla desenfadada que puede expresarse en la literatura, no puede deslegitimar sin argumentos consistentes. Y la dialéctica de la conducta humana de deslegitimar la autoridad no es un recurso meramente retórico. La sinceridad de Kierkegaard y los últimos existencialistas (Sartre y Camus) se sustenta no en abusivos caprichos. La herramienta más valiosa del pensamiento occidental, la Dialéctica, ha sido descuidada desde Kant y Laplace en lo que se refiere a las leyes de lo contingente, de la porción de azar inherente a la realidad misma, a la posibilidad de su aprehensión. En la ciencia, el azar constituye un universo inaprensible por la razón. Las herramientas científicas en que descansa la filosofía no metafísica, son incuestionablemente valiosas para el bienestar de la humanidad, pero no por ello llegan a ser armas infalibles en la determinación de la verdad, de lo que es. El pensamiento contemporáneo se desenvuelve en una situación especial, ya no pertenece al terreno de la modernidad en términos absolutos, es la manifestación de una circunstancia especial en la que confluyen todas las fuentes del pensamiento, sin preeminencia de ninguna en particular. Es lo que se podría llamar "circunstancia de pluralidad filosófica". A esta "circunstancia de pluralidad filosófica" no corresponde una verdad absoluta, es decir, que la realidad puede ser aprehendida por la razón, pero a su vez, la razón constituye porción de realidad en cuanto no es realidad absoluta. Hacia esta forma de pensamiento o situación especial, ha inducido particularmente el alcance de la "Teoría de la Relatividad" de Einstein, la Física Cuántica y el estudio sincrónico del Estructuralismo. Entrado el siglo XXI nos encontramos ante una situación particular en la que la verdad trata de escurrirse detrás de los esquemas heredados por la tradición de una autoridad fundada en la razón. Son estos esquemas los que trata de sacudirse el pensamiento contemporáneo, el pensamiento postmoderno. La razón se hizo dogma, autoridad, prejuicio; reclamó para sí la presea de la verdad, marginando la perspectiva múltiple, el punto de vista de lo particular. La visión del pensamiento contemporáneo reniega de la visión universal, del absoluto, del todo autodeterminado. La pluralidad no admite la forma de lo universal, de lo unánime, al contrario, es la expresión del contraste, de la discrepancia compatible. El imperio de lo universal ha devenido en aprecio de lo particular. El hombre ha sido sometido por el canon de la sociabilización, ha sido despojado de su individualidad intrínseca, de su capacidad de expresar su esencia singular, su libertad inherente. El contexto actual expresa un afianzamiento de la característica de la modernidad que anula al individuo. La era de la postmodernidad es una paradoja; la extraordinaria fuerza de la tecnología de la masificación, de la manipulación en masa, difumina la personalidad del individuo, lo desintegra y, simultáneamente, ofrece a un orgulloso racionalismo con rasgos de humildad por el reconocimiento del imposible absoluto. El pensamiento postmoderno reivindica la tradición moderna en el punto en que deslegitima el "sentido histórico universal", la "realidad absoluta", el "predominio de la racionalidad" y "el carácter ilimitado del conocimiento". La trascendencia de este rasgo en el contexto postmoderno radica en el fortalecimiento de cada porción de realidad, de cada fragmento constitutivo de la experiencia humana, de cada cultura. De ahí que haya contradicción fundamental en la "circunstancia contemporánea": El pensamiento postmoderno continúa levantando la bandera de la deslegitimación en relación al desvarío de la autoridad suprema del conocimiento, pero esta realidad del pensamiento no corresponde a los altos niveles de manipulación humana resultante de la liberalidad burguesa respaldada por el avance tecnológico que, incluso, amenaza con la destrucción del planeta si desata la furia de su imperio. Atrás quedó la posibilidad del hombre que resuelve sus problemas en masa. No hay ya los antiguos metarelatos de jirafas. Nietzche fue testigo de la muerte de Dios. Nosotros asistimos al funeral de todos los consensos.