lunes, 25 de febrero de 2008

LAS OBRAS MAESTRAS DE LA LITERATURA


Cuba, 7 noviembre

Tenía necesidad, para ciertos propósitos míos, de conocer lo que los profesores de los colléges llaman las «obras maestras de la literatura». Di a un laureado bibliotecario, que me aseguraron que era un conocedor perfecto de ellas, la orden de prepararme una lista, lo más restringida posible, de obras, y de procurármelas en las mejores condiciones. Apenas me hallé en posesión de estos tesoros, no permití la entrada a nadie, y ya no me levanté de la cama.
Las primeras se me antojaron malas y me pareció increíble que tales humbugs fuesen verdaderamente los productos de primera calidad del espíritu humano. Aquello que no comprendía me parecía inútil; lo que comprendía no me gustaba o me ofendía. Género absurdo, aburrido; tal vez insignificante o nauseabundo. Relatos que si eran verdaderos me parecían inverosímiles, y si inventados, insulsos. Escribí a un profesor célebre de la Universidad de W. para preguntarle si aquella lista estaba bien hecha. Me contestó que sí y me dio algunas indicaciones. Tuve valor para leer aquellos libros, todos, menos tres o cuatro que no pude soportar desde las primeras páginas.
Huestes de hombres, llamados héroes, que se despanzurraban durante diez años seguidos bajo las murallas de una pequeña ciudad, por culpa de una vieja seducida; el viaje de un vivo en el embudo de los muertos como pretexto para hablar mal de los muertos y de los vivos; un loco hético y un loco gordo que van por el mundo en busca de palizas; un guerrero que pierde la razón por una mujer y se divierte en desbarbar las encinas de las selvas; un villano cuyo padre ha sido asesinado y que, para vengarle, hace morir a una muchacha que le ama y a otros variados personajes; un diablo cojo que levanta los tejados de todas las casas para exhibir sus vergüenzas; las aventuras de un hombre de mediana estatura que hace el gigante entre los pigmeos y el enano entre los gigantes, siempre de un modo inoportuno y ridículo; la odisea de un idiota que a través de una serie de bufas desventuras sostiene que este mundo es el mejor de los mundos posibles; las peripecias de un profesor demoníaco servido por un demonio profesional; la aburrida historia de una adúltera provinciana que se fastidia y, al fin, se envenena; las salidas locuaces e incomprensibles de un profeta acompañado de un águila y de una serpiente; un joven pobre y febril que asesina a una vieja, y luego, imbécil, no sabe siquiera aprovecharse de la coartada y acaba cayendo en manos de la Policía.
Me pareció comprender, con mi cabeza virgen, que esa literatura tan alabada se hallaba apenas en la edad de la piedra, lo que me dejó desesperadamente desilusionado. Escribí a un especialista en poesía, el cual intentó confundirme diciéndome que aquellas obras valían por el estilo, la forma, el lenguaje, las imágenes y los pensamientos y que un espíritu educado podía experimentar con ellas grandísimas satisfacciones. Le contestó que, por mi parte, obligado a leer casi todos aquellos libros en traducciones, la forma importaba poco, y que el contenido me parecía, como es, anticuado, insensato, estúpido y extravagante. Gasté cien dólares en esta consulta, sin ningún fruto.
Por fortuna conocí más tarde a algunos escritores jóvenes que confirmaron mi juicio sobre aquellas viejas obras y me hicieron leer sus libros, donde encontré, entre muchas cosas turbias, un alimento más adecuado a mis gustos. Me ha quedado, sin embargo, la duda de que la literatura sea tal vez incapaz de perfeccionamientos decisivos. Es muy probable que nadie, dentro de un siglo, se dedique a una industria tan atrasada y poco remuneradora.

G. P.

lunes, 18 de febrero de 2008

Membretes


Con la poesía sucede lo mismo que con las mujeres: llega un momento en que la única actitud respetuosa consiste en levantarles la pollera.

O. G.

domingo, 17 de febrero de 2008

La poesía es una mierda desde hace siglos


“Siempre recuerdo que, en el patio de la escuela, cuando aparecía la palabra ‘poeta’ o ‘poesía’, todos los pendejos se reían y se burlaban. Puedo ver por qué: es un producto falso. Ha sido falso y snob y endogámico por siglos. Es ultradelicado, sobreapreciado. Es un montón de mierda. Durante siglos, la poesía es casi basura total. Es una farsa. Ha habido grandes poetas, no me entienda mal. Hay un poeta chino llamado Li Po. Podía poner más sentimiento, realismo y pasión en cuatro o cinco sencillas líneas que la mayoría de los poetas en sus doce o trece páginas de mierda. Y bebía vino también. Solía quemar sus poemas, navegar por el río y beber vino. Los emperadores lo amaban porque podían entender lo que decía. Por supuesto, sólo quemó sus poemas malos. Lo que yo quise hacer, si me disculpa, es incorporar el punto de vista de los obreros sobre la vida... los gritos de sus esposas que los esperan cuando vuelven del trabajo. Las realidades básicas de la existencia del hombre común... algo que pocas veces se menciona en la poesía desde hace siglos. Mejor, que quede registrado que dije que la poesía es una mierda desde hace siglos. Y una vergüenza”.

H. C.

lunes, 11 de febrero de 2008

Sobre la discusión de todos estos asuntos

Poetas del Grado Cero, en Asamblea Extraordinaria, invita al debate responsable, con intención polémica si es necesario, de los siguientes temas:

  • Muerte de la poesía (Nuevos derroteros de la Literatura hondureña) Propuestas y vías políticas contemporáneas para el fortalecimiento del quehacer cultural en Honduras.
  • Generación de espacios públicos válidos para la discusión sobre la temática cultural.
  • Sobre la discusión de todos estos asuntos, aceptaremos sus propuestas.

Poetas del Grado Cero.

Nota: La orientación ética de nuestro movimiento sigue en pie.

domingo, 10 de febrero de 2008

Acabemos con los insulsos vividores de la ignorancia


Sepan que no tengo cólera, ni odio persistente, ni llamas, ni ceniza, ni nada. Ninguna luz me ciega y estoy completamente convencido que todo esto es una perorata estéril, que quizás vuelva locos a algunos delirantes sin imagen. Pero este aburrimiento insano de repetir los mismos mitos, los secos ideales, la intención de vivir clavados en un pasado, subiendo la montaña, entrando a la iglesia de nadie donde yace sepultada la verdad. ¿No creen que a todos ustedes les falta un tornillo, un hueso cierto fracturado que les duela? Terminen con eso, acaben de verse en el espejo como víctimas sin agenda o como mesiánicos salvadores de nadie. ¿O es que acaso no se han dado cuenta que siempre le entregan las llaves a los sacerdotes y son ellos quienes los representan ante los corruptos consagrados? ¿Quién de ustedes es el revolucionario que enfrenta a esa recua de corruptos que se instala frente a los hambrientos como arquetipo del Mesías o del Ché? Ustedes pretenden vivir andando sobre las mismas pisadas de héroes fenecidos para regresar a su casa a verse en la misma soledad, en el olvido, mientras el poder puro e invisible se ríe de ustedes en sus propias caras. Rían un poco, búrlense un poco de ese poder omnímodo que los ha colocado en la condición lamentable de una impotente llanura. Pero no dejen de caminar sobre otros senderos y olvídense de los arquetipos. No hay nada nuevo. Acabemos con los insulsos vividores de la ignorancia. ¡Muerte al mito! ¡Muerte a la poesía! ¡Muerte a la belleza, vamos por las feas!

Super Cero Lógico

sábado, 9 de febrero de 2008

¿Sueña Fabricio con ser un replicante?

¿Yo Paíspoesible? ¡Ni loco! No me imagino, en primer lugar, llamándoles solemnemente “poetas” a mis amigos al tiempo que nos fundimos en uno de esos abrazos de hermanos dispuestos a cambiar el mundo con nuestra solidaridad. No puedo imaginarme tampoco escribiendo cada noche los versos humanísimos que habré de leer la mañana siguiente en un parque, un mercado, un colegio o una prisión para rescatar almas perdidas y afiliarlas a un supuesto ideal que todo lo cree posible. No, definitivamente no puedo imaginarme siquiera cómplice de alguna de las bufonadas de Paíspoesible.
La verdad es que me aburre pensarme poeta, pensar que la poesía –acaso muerta ya- es un arma obsoleta cargada de futuro, pensarme “pugnando con esternón y estilete”, pensar que todos los que están a mi alrededor son mis hermanos, que formo parte de un movimiento que representa la esperanza del mundo.
“He visto cosas que ningún ser humano ha visto”, dice el último de los replicantes en la memorable escena de Blade Runner, y algo parecido se le oye balbucear a Fabricio Estrada en su manifiesto cuando dice: “nosotros hemos visto el atorrante mundo del video clip y su hardcore”. Ahora sí que logro imaginar algo: a Fabricio y algunos de sus hermanos impoesibles con una paloma descendiendo a sus cabezas, mientras en el fondo un unicornio atraviesa quizá un arcoiris. ¿Qué hermoso, no creen?
Gracias, Fabricio, pero no, yo no soy Paíspoesible. Ni lo quiera Dios! Esa “poética” de ustedes, mitad Philip K. Dick y mitad Marinetti, que proclama que “no hay que seguir imaginando al nuevo ser humano desde la teoría del arte y su estética”, no va conmigo. Creo, Fabricio, que definitivamente no se puede imaginar “desde la teoría del arte y su estética” ninguna otra cosa que no sea a un artista, porque si quisiéramos imaginarnos a un ser humano, bastaría con la “teoría del abrazo y la palmadita en la espalda”, y ya sabemos que para esto no se necesita escribir un tan solo poema. Conozco muchos seres humanos que no escriben versitos para demostrar alguna cara de su humanismo.
Cómo voy yo a identificarme con eso de la “carcajada agónica que apenas se contiene” cuando la frase misma entraña una contradicción: ¿una carcajada que está muriendo pero que apenas se contiene? ¿Cómo entender semejante paradoja? O con aquella otra barbaridad de que Tegucigalpa es el ombligo de Honduras, cuando bien sabemos que es Olanchito (según declaraciones de Mando García), y cuando habría que decir más bien que Tegucigalpa es el hoyo de Honduras, el enorme agujero en cuyo fondo yacen el nombre de la patria y sus hundidos últimos patriotas.
Gracias, Fabricio, pero no, yo no soy Paíspoesible. Que se borre mi nombre de esa lista.

Giovanni Rodríguez

Continúo en escena



Continúo en escena, cada vez más trivial y próximo a una verdad material en la que mi propia vida cambia. Quizás yo mismo sublimo mi pequeña historia de antihéroe y paradójicamente me acerco al desaparecimiento del poeta que he sido. Aquí no hay una escenografía, un proscenio, una candileja o una tramoya de donde pendan los proyectores para alumbrar a nadie. Aquí estoy yo solo y mi verdad. La ciudad es un sueño por el que he caminado sin rumbo, un ideal que no se realiza sino en el forcejeo de quienes la habitamos. Jamás saldremos de aquí, de esta envoltura de aire enrarecido y cada quien encarnará su papel aunque no quiera. Yo soy el mito, mi utopía, y no soy arquetipo de nada, y no obstante siento mi rostro convertido en la infame figura de Jorge Martínez Mejía que intenta liberarse de mí. Lo he escogido a él porque encarna perfectamente el rostro novelesco de un poeta que renuncia a su esencia, a su sueño. Jamás será un poeta liberado, demasiado bien le queda el papel y su apasionamiento lo ubica en el límite, en el extremo favorable para su interpretación. Su vehemencia, su sacrificio cotidiano, su posibilidad para profundizar en los secretos del arte, su habilidad con el lenguaje; todo lo eleva como mi candidato preferido. Cuando me he puesto a pensar en otro que tenga su perfil, su impasibilidad, su aire guerrillero, su tesón, me he turbado con deleite. Sólo él puede renunciar a lo que ama, a su dulcísima mater. En los entreactos conversa con sus amigos y su hermano y poco a poco va tejiendo la historia de su renuncia, va construyendo su propia leyenda, sus nuevas ilusiones de salirse de la época. Y la episteme se alza en su corte sincrónico y lo cruza y lo parte en dos y la verdad le pasa por encima. Somos demasiado débiles para conocer lo que hay más allá de los grandes relatos. Somos frágiles. Como la arcilla nos humedece la historia y la leyenda y cada cual juega su papel, su acto, y exhibe los hilos del único guión posible. Mi rostro de poeta se va desdibujando en la medida en que me adentro en la intimidad de Jorge Martínez Mejía, y su fuerza racional y su juego de matarse supone que hay un hombre detrás de ese nombre. Es necesario un acto para empezar una nueva escena, un acto de conciencia, una renuncia profunda, un olvido exacto, las palabras dichas con la precisión cirujana que rompan el último hilo de la historia. En el escenario, Jorge Martínez Mejía interpreta el mimo en que golpea el vaso de cristal donde sufre su encierro.


Gracias Super Cera Negra

Super Cero Lógico
Cristeva Dixit

viernes, 8 de febrero de 2008

Nuevo manifiesto de la niña malcriada


Acuerpada por el planchador de belgas gordas al son del euro y autoproclamado curador de insanias seudoartísticas, la imposiblemente poética niña regañada se atrevió a defecar en la blogósfera con su acostumbrado canturreo melindroso. Y, modernista al fin, optó por clonarse en Molina asexuado para refrendar grandilocuente ars poética, manifiesto barriobajero preñado de su tradicional estulticia, visión trasnochada de capitalinos desvelos, donde el hallazgo señero es su renuncia al Nóbel y la certidumbre del Premio Nacional, cuando llegue a vieja, pedorra y acogotada. Y entre suspiros y ventosos enumera, plañidera, a su cohorte de inasibles párvulos, anteojos y orejeras, prostitutas, lesbianas y caimanes barbudos.

Pero, no te asustes tierna niña, puedes seguir considerando tu erizado agujero como el roñoso centro del mundo; ni misquitos ni limeños, ni olanchitos ni garífunas aspiran a despojarte de tu publicitada gloria, así que puedes dormir tranquila: entre la luna que te traga y el perenne cigarro del turco maloliente, tu futuro yace asegurado, como cuando le hacías los mandados al pastor del maduro rebaño. La posteridad os hará justicia, dulce zagala de atiplado acento, y el país entero (Amberes incluida) se rendirá ante la rotunda evidencia de vuestro mendicante estro.


Capitán en Controles
Poetas del Grado Cero

Receta para ser poeta (a güevos)


Hable gueisadas similar a Parvulín.

Diga lo que sea: “apesta este mojón”,
“Ya me meo, tengo mal de orín”.
O diga: “No puedo, soy un cachiflín”,
“Ya nuice nada, me entró la cagazón”.

¿No lo sabe? Poesía es marketing,
cuestión de imagen, poemas de ocasión.
Si no ha leído o acaso es malandrín,
haga poemas o plagie y sea un señorón.

Sea fraterno, educado, de buen ver.
No pronuncie la palabra mierda, nunca.
Si la usa, poeta jamás podrá ser.
Su carrera habrá quedado trunca.

Sea precavido, no haga nada mal,
pretenda, impresione, muestre su saber.
Haga un libro sobre un tema banal:
ceniza flatulenta, hormigas por doquier.

¡Sea poeta, quéjese de algo ya!
¡Sea paispoesible y realícese!
¿Le preocupa la portada? No es nada.
Usted pose para que escandalice.

Super Cero Lógico
Kristeva Dixit
JMM
II-LLVIII XXI

jueves, 7 de febrero de 2008

Un falso Abel

Por las influencias de San Luis y San Revoluco, se extravió por un momento el famoso corridillo dedicado a Mr. Peregrino. Pero el diablillo bloggercito también tiene su misterio y su rosario de truquitos, y ahí lo devolvemos, de donde no debió salir.


Un falso Abel, un cura idiota, peregrino,
zumba en derredor rompiendo celosías;
es una mosca cruel, invisible mantequilla.
Tardó más en irse, igual, a nada vino.

Como un tunante vago de las letras nulo,
a Papiro metió en fallido jarro, ciego
por el ansioso afán, colarse al cielo.
Flojísimo lector, quizás rascose el culo.

El tiempo olvidará al ilustre mentecato
pues no hallará ingenuos en su lejanía,
y aunque insista en ser MASTER de poesía,
de Letras no sabe nada el mojigato.


Jorge Martínez Mejía
Poeta del Grado Cero

martes, 5 de febrero de 2008

Para los que dudaban de la actitud revolucionaria de Los Poetas del Grado Cero

Para los que dudaban de la actitud revolucionaria de los Poetas del Grado Cero este poema. Qué vivan los santos, los héroes, la orla que rodea a los poetas que mendigan un minuto de gloria, los pordioseros, los banales escritos, la embriaguez de la fama, el licor de las páginas literarias y los informes intelectuales de las casas editoras. Estamos en otro tiempo y las tormentas traen destrucción poética, guerra a los envidiosos que usan encajes en la palabra...
Hemos iniciado la fundación de una nación, no de una logia...hemos decidido cambiarnos a muerte el vestuario...somos más viriles y los poemas de amor terminaron con Madame Flatulé, lánguida mariposa de perro gris, crispado, alineada con el patíbulo de los mojigatos.