sábado, 28 de febrero de 2009

Un poema de Giuseppe Ungaretti:

Ilustración: Wale


DISTANTE


Versa, 15 Febrero 1917


Distante en una tierra distante
como a un hombre ciego
ellos me han abandonado



Versión de Rafael Díaz Borbón

jueves, 19 de febrero de 2009

Las Seis Propuestas de Calvino para el Siglo XXI



Por Jorge Martínez Mejía

"Mi fe en el futuro de la literatura consiste en saber que hay cosas que sólo la literatura, con sus medios específicos, puede dar."

I. Calvino


Al comenzar el Siglo XXI todas las ideas se agolpan procurando un protagonismo que sólo es posible entrever si se acompaña de evidencias tangibles. Es decir que un planteamiento sólo resiste la mirada fugaz si se acopla perfectamente a las necesidades discursivas de una fracción en el tiempo, de un momento específico de la época. En el caso de Ítalo Calvino, su trayectoria como escritor y el peso de su obra literaria hacen que sus planteamientos se sostengan con la misma intensidad de Jorge Luis Borges, Octavio Paz o Roland Barthes. Sus inquietudes y su lectura particular de la Postmodernidad lo convierten en uno de nuestros obligados hacedores y maestros.

En las Seis Propuestas para el próximo milenio, un texto clave en la actualidad literaria, Calvino nos muestra su poética y señala de manera prospectiva el derrotero de la literatura de cara al siglo XXI. El origen del texto es la invitación que le hiciera la Universidad de Harvard para participar en la cátedra “Charles Eliot Norton Poetry Lectures”, mediante seis conferencias. De manera que Italo Calvino cifra su atención en el libro como objeto que concentra el conocimiento, la capacidad imaginativa y expresiva de las lenguas de occidente, su expansión y experimentación expresiva, por lo que denomina al milenio anterior como “el milenio del libro”. Desafortunadamente, Calvino no pudo concluir las seis conferencias, puesto que falleció una semana antes del viaje a Harvard, legándonos cinco de las seis lecciones prometidas.

Calvino se propuso iluminar seis conceptos: Levedad, rapidez, exactitud, visibilidad, multiplicidad y consistencia.

Sobre La Levedad, reflexiona alrededor de su oficio como escritor, una trayectoria que abarca cuarenta años como productor de ficciones literarias. Observa que durante su proceso creador, una de las operaciones vitales consistió en quitarle peso a la figura; a la humana, a los cuerpos celestes y a las ciudades. Cuestiona la convención que ha colocado la levedad o la ligereza en un campo que se confunde con la falta de contenido esencial. La levedad no es falta de peso esencial, sino fluir natural. Cuando el mundo de lo humano se vuelve pesado, Calvino vuela hacia otro escenario con otros instrumentos para crear una realidad literaria más liviana, un mundo a la medida de su ideal fantástico.

En la conferencia sobre La Rapidez se refiere al tiempo narrativo indicando que puede ser inmóvil, retardador, o cíclico. Diferencia el tiempo de la ficción y el de la velocidad física. La velocidad de la ficción determina el goce estético de la obra; la velocidad física implica la idea de utilidad pragmática en cuanto “hacer algo rápido” puede ser beneficioso. No obstante, centra su interés en el valor de la diferencia que comunica la literatura. El autor debe tener conciencia de la diferencia de los tiempos en la narración para facilitar la percepción. En cuanto valor, la diferencia no debe atenuarse, sino expandirse. El manejo de la rapidez permite madurar la propuesta narrativa.

La Exactitud. Establece un procedimiento de construcción de la obra definiendo tres parámetros. A. El Diseño. B. Construcción de imágenes memorables. C. Un lenguaje preciso, con matices que expresen con nitidez el pensamiento y la imaginación. El trabajo del escritor es encontrar con el lenguaje una imagen precisa, un dispositivo de imaginación que despierte en el receptor la sensación buscada, con una extensión y un ritmo idóneo. Para Calvino, sólo el lenguaje nos permite acercarnos a las cosas, a lo que nos comunican en su esencia, en su forma irregular y complicada. Vale destacar su admiración por Mallarmé como un finísimo orfebre de la palabra.

La Visibilidad. En consonancia con su planteamiento de privilegiar la imagen, Calvino advierte el riesgo de sustitución de la imagen por caracteres alfabéticos abstractos del lenguaje. Concentra su atención en la relevancia de la imagen, en la facultad de la imaginación. Aconseja practicar la observación y el ejercicio de las facultades sensitivas, ampliar la memoria sensorial.

En la quinta conferencia, La Multiplicidad constituye una manera de representar las redes infinitas de intercomunicación en el mundo, refiriéndose a la literatura, a la obra literaria como método para alcanzar el conocimiento, para expresar el conocimiento contenido en el individuo. La literatura es la manera con que el hombre expresa lo que tiene, lo que sabe, lo que lleva. Estos contenidos pueden ordenarse mediante la literatura de diferentes maneras. La Multiplicidad son las distintas posibilidades con las que se puede relatar una misma experiencia.

Las conferencias concluyen con una esperanzadora posibilidad de darle voz a todo lo que sea posible. El autor dispone de todo el tiempo en la literatura para crear sus mundos, para darle voz a lo que permanece en silencio.

En la conferencia inconclusa, Calvino se referiría a la Consistencia. Tal vez a esa posibilidad de pervivir en el tiempo de que gozan las obras más perfectas de la literatura, las que contienen el ideal de lo bello que aún conservamos en occidente.

Desgraciado Catulo



6

Desgraciado Catulo,
deja de hacer locuras,
y lo que ves perdido, por ello dalo.
Brillaron para ti en otro tiempo blancos los soles,
cuando acudías allá donde quería una muchacha,
amada por nosotros como no será amada ya ninguna.
Eran entonces aquellas tantas diversiones
que deseabas tú y que ella no rehusaba.
Brillaron, sí, para ti blancos los soles.
Mas ella ya no quiere, y tú
-reprime la pasión ­tampoco quieras,
ni vayas tras quien huye,
ni vivas desgraciado,
sino que, duro el ánimo, tente firme.
No sientas. Adiós muchacha,
Catulo ya no siente.
Pues que no lo deseas,
ya no te irá a buscar ni te hará ruegos,
pero tú sufrirás cuando nadie te ruegue.
Ay de ti, desdichada, ¡qué va a ser de tu vida!
¿Quién va a estar junto a ti?
¿Quién te verá bonita?
¿Ahora a quién vas a amar?
¿De quién dirán que eres?
¿A quién vas a besar?
¿Morderás en qué labios? Pero,
Catulo, tú, condenado, no sientas.
10
Si por casualidad mis tonterías
leéis y no sentís pavor alguno
de acercar vuestras manos hasta mí
dejad el ceño en casa,
que ahora vienen
algunos versos más desvergonzados

12
Os daré por el culo y por la boca,
mamón de Aurelio y Furio maricón,
que decís que no tengo yo vergüenza
porque algo afeminados son mis versos.
Sabed que ha de ser íntegro el poeta
en su vida, mas no en su poesía,
pues esta, al cabo, tiene ingenio y gracia
por ser afeminada y descarada,
y capaz de poner algo calientes
no digo a niños sino a los peludos
que no pueden mover sus duros lomos.
Vosotros que leisteis tantos miles
de besos ¿poco hombre me creéis?
Os daré por el culo y por la boca.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Cosas Peligrosas

Cavafis

Muros


Sin consideración, sin piedad, sin vergüenza
han construido grandes y altos muros en torno a mí.
Y ahora estoy sentado aquí, desesperando.
No pienso en nada más: este destino roe mi mente;
pues tenía mucho que hacer afuera.
Y por qué no los vi cuando levantaban los muros?
Pero nunca escuché el ruido o sonido de los constructores.
Imperceptiblemente me encerraron, fuera del mundo.


Me recliné y acosté en sus camas


Cuando entré a la casa del placer,
no me quedé en el salón en que celebraban
amores reconocidos, con apariencia de orden.

Me fui a los cuartos ocultos
y me recliné y acosté en sus camas.

Me fui a los cuartos ocultos
que ellos se avergüenzan hasta de nombrar.
Pero no vergonzosos para mí – pues entonces
¿qué clase de poeta o artesano sería?
Antes llevaría una vida de eremita.
Estaría más de acuerdo,
mucho más de acuerdo con mi poesía
que el que fuese a complacerme en el salón común.

Constantine P. Cavafis

martes, 17 de febrero de 2009

Italo Calvino y la escritura cibernética





En su ensayo de 1967 Cibernética y fantasmas. Apuntes sobre la narrativa como proceso combinatorio Italo Calvino expone una teoría de la literatura polémica como han sido pocas. Según él, el autor literario puede ser eliminado como sujeto y reducido a una serie de funciones que tan bien o mejor podría realizar una máquina programada a tal efecto. En este ensayo Calvino no sólo mata a al autor: se atreve a aventurar que la literatura no perdería nada, incluso ganaría en eficacia, si su producción no estuviera en manos de seres humanos. La base de esta teoría la toma Calvino de una concepción combinatoria del lenguaje. El primer lenguaje, nos dice, sólo servía para nombrar las cosas inmediatas. La ficción, que exige hablar de cosas que no están o no son, no era posible. El primer narrador por lo tanto tuvo que inventar, pero no lo hizo de cero sino combinando ya lo existente. Así descubrió una serie de fórmulas que son las que se repiten en el cuento popular, como han demostrado Vladimir Propp o Claude Lévi-Strauss. Siempre hay determinadas pruebas que superar, prohibiciones que transgredir, enemigos con atributos característicos… Esas constantes están determinadas por constricciones del lenguaje, es decir, que cualquier historia es posible mientras no rompa reglas lingüísticas que la hagan incongruente (el castigo no puede llegar antes de la transgresión, por ejemplo). Toda la ficción y toda la literatura pueden reducirse por lo tanto a una serie de selecciones con posibilidades dadas. Un narrador no hace otra cosa que ejercer esa operación mecánica de selección, siguiendo una serie de reglas intuitivas. Pero ese proceso binario de elegir entre opciones ¿no lo realizaría mejor un cerebro electrónico que uno humano, si conociéramos científicamente todas las reglas subconscientes que rigen el lenguaje? El escritor tal como ha sido hasta ahora es ya una máquina escribiente, al menos cuando funciona bien; lo que la terminología romántica llamaba genio, o talento, o inspiración no consiste más que en encontrar empíricamente, a olfato, cortando por atajos, allí dónde la máquina seguiría un camino sistemático y concienzudo, a la par que rapidísimo y múltiple. Pero hay algo en que la máquina no puede sustituir al hombre, se le puede objetar a Calvino: en la sensibilidad, la estética, el estilo. ¿Realmente eso es así?, nos responde. La “personalidad literaria” de un escritor no es otra cosa que su lenguaje, porque es en él en dónde se manifiestan. Sus mitos personales, sus figuras, sus temas… ¿Porqué un programa informático adecuadamente realizado no podría reproducir esto? ¿Esa personalidad no podría reducirse a una hoja de estilo? La llamada personalidad del escritor es interna al acto del escribir, es un producto y un modo de la escritura. (…) Desmontado y vuelto a montar el proceso de la composición literaria, el momento decisivo de la vida literaria será el de la lectura. El escritor no existe. Es un hombre funcionando como una máquina imperfecta. Pero la literatura no pierde por ello su componente humano. Este se desplaza al momento de la lectura, que es con el que ha contribuido el autor hasta ahora, primer lector de su obra. Y es en el momento de la lectura en dónde se dan todos los efectos profundos de emotividad y poeticidad, dónde surgen los fantasmas de cada época. Esta es la razón por la que leemos textos antiguos con ojos nuevos, porque reconocemos las reglas de siempre, pero es nuestra forma de interpretación la que ha cambiado. El relato construido según la función combinatoria es perfectamente claro. Somos nosotros quienes le andamos buscando otro significado de lo explícitamente dice. Hace poco dimos la noticia de que se había anunciado la primera novela escrita por un ordenador. Era una noticia que no se ha confirmado y que probablemente no sea cierta, pero indica sin lugar a dudas hacia dónde nos dirigimos. No debería resultar un golpe demasiado duro para el ego del escritor el verse potencialmente desplazado por una máquina, ya que siempre le quedará su condición de lector experto. Sin embargo, aún si la escritura puede reducirse a una función mecánica, Calvino nos dice que a la máquina le falta un factor evolutivo fundamental: puede crear el orden para la que se le ha programado, pero no desorden. Antes del advenimiento del Matrix literario la cibernética deberá dar un paso adelante: el de la máquina con sentido de la curiosidad.

Tomado de Papel en Blanco

lunes, 16 de febrero de 2009

Becket


Dieppe


1

una vez más el último reflujo
el guijarro muerto
la media vuelta luego los pasos
hacia las viejas luces

2

sigo ese camino de arena que fluye
entre el guijarro y la duna
la lluvia de verano llueve sobre mi vida
sobre mí mi vida que huye de mí me persigue
y acabará el día de su comienzo
preciado instante yo te veo
en esa cortina de bruma que retrocede
donde ya no tendré que pisar estos largos umbrales movedizos
y viviré lo que tarda una puerta
en abrir y cerrarse


3

qué haría yo sin este mundo sin rostro sin preguntas
donde estar sólo dura un instante donde cada instante
que cae en el vacío en el olvido de haber sido
sin esta ola bajo la cual finalmente
cuerpo y sombra desaparecen juntos
qué haría yo sin este silencio abismo de los murmullos
jadeando furioso hacia el socorro hacia el amor
sin este cielo que se alza
sobre el polvo de sus lastres
qué haría yo haría como ayer como hoy
mirando por el ojo de buey si no estoy solo
errando y virando lejos de toda vida
en un espacio endeble
sin voz entre las voces
encerradas conmigo



Estar ahí sin mandíbulas ni dientes

Estar ahí sin mandíbulas ni dientes
a donde se va el placer de perder
con el apenas inferior
de ganar
y Roscelin y esperamos
adverbio oh regalo
vacío vacío salvo unos pedazos de canción
mi padre me ha dado un marido
o al arreglar las flores
que moja tanto como quiere
hasta la elegía
de los cascos herrados todavía lejos de Les Halles
o el agua de la chusma apestando los caños
o que moje sin más
porque es así que pula lo superfluo
y venga
con la boca idiota y la mano hormigueante
hasta el fondo del ojo que escucha
desde lejos
los tijeretazos plateados


Samuel Beckett (Dublín, 1906 – París, 1989)

sábado, 14 de febrero de 2009

Poesía Rusa

Tren nocturno entrando a San Petersburgo


Un prisionero

Estoy tras de las rejas en húmeda prisión.
Mi compañero triste, criado en cautiverio,
es un águila joven que sacude sus alas
y pica en mi ventana su sangrienta ración.

Luego la arroja y mira a través de los cristales
como si tramara lo mismo que yo
y me llama con su mirada y con su grito
como diciendo: “Huyamos... echemos a volar...

Somos pájaros libres: es hora, hermano, ya.
Volemos a las cumbres, más allá de las nubes;
allá donde se ve la ribera del mar
allá donde habitamos, tan sólo el viento y yo

Alexander Pushkin



Estancias


Cuando vago por calles tumultuosas,
cuando penetro en un templo colmado
o me siento entre jóvenes dementes,
me entrego a mis ensoñaciones.

Me digo: pasarán los años,
y cuántos de todos los que estamos aquí
descenderemos bajo la bóveda eterna,
y tal vez la hora de alguien está cercana ya.

Si miro a un roble solitario,
pienso: patriarca de los bosques,
sobrevivirás mi siglo, destinado al olvido,
como sobreviviste el siglo de mis padres ya.

Si acaricio a un niño dulce,
le digo: ¡Adiós! Te cedo mi sitio.
Para mí es tiempo ya de marcharme;
para ti, de florecer.

Suelo seguir con mi pensamiento
cada día y cada año
tratando de adivinar entre ellos
la cita de mi muerte por llegar.

¿Dónde el destino me dará la muerte?
¿En la batalla, en un viaje, entre las olas?
¿O el valle de la vecindad
recibirá mis restos fríos?

Aunque sea igual para el cuerpo insensible
el lugar donde se descomponga,
cerca del ámbito querido
me gustaría descansar.

Dejad que juegue la vida joven
a la puerta del sepulcro,
y que la naturaleza indiferente
luzca su hermosura eterna.

Boris Godunov


La vela

Una vela solitaria blanquea
en las brumas azules del mar.
¿Qué va buscando en el país lejano?

¿Qué dejó atrás, en la tierra natal?

Juegan las olas, el viento solloza,
se dobla el mástil, la madera cruje.
¡Ay! Ella no busca la alegría,
ni busca la felicidad que huye.

Abajo, la corriente de zafiro;
rayos de sol dorado en lo azul.
Pero ella, rebelde, pide tormentas,
cual si en las tormentas hubiese quietud.

Mikail Lérmontov


Tengo aquí en el alma


Tengo aquí en el alma, ya vieja y gastada,
un templo sagrado en eterna clausura,
donde guardo todo lo que mi destino
me supo brindar de alegría y ventura.

Está para el mundo vedado el sendero
que lleva hacia aquel inviolado retiro,
y preferiría cortarme la lengua
antes que franquear el secreto camino.

Explícame, ¿cómo desde el primer día,
—día que tan lejos está para mí—
tan insinuante, tan clara y segura,
has podido tú penetrar hasta allí?

Atanasio Fet
(1820-1892)



En el fondo del infierno

A la memoria de A. Blok y N. Gumilev


Cada día más salvaje, más sorda,
se entorpece, lívida, la noche.
Un viento fétido apaga, como velas, las vidas.
Ni llamar, ni gritar, ni ayudar.
Oscura es la suerte del poeta ruso:
un destino impenetrable lleva a Pushkin
frente a la boca de una pistola;
a Dostoievsky, al cadalso.
Quizá yo correré la misma suerte,
mi amarga Rusia filicida,
y pereceré en el fondo de tus sótanos,
o me deslizaré en un charco de sangre.
Mas no abandonaré tu Calvario,
ni renunciaré a tus tumbas.

Deja que acaben conmigo el hambre y la malicia.
No escogeré otro destino:
si debo morir, moriré contigo,
y contigo me levantaré, como Lázaro del ataúd.

Maximilian Voloshin



A la musa

Hay en tus melodías escondidas
de nuestro fin la noticia fatal.
Llevas la maldición de Dios, y llevas
la profanación de la felicidad.

Hay en ti una fuerza tan fascinante
que me apresto a acusarte yo también
de perder a los seres candorosos
seduciéndolos con tu esplendidez.

Cuando te burlas de la fe sagrada
de golpe veo encenderse en ti
una corona que ya he visto antes,
sin forma clara, purpurina y gris.

¿Es del Bien o del Mal? Eres misteriosa,
y de mil modos se habla de ti:
Musa y Milagro eres para unos;
Infierno y Dolor eres para mí.

¿Por qué no he perecido en la mañana,
cuando el insomnio se llevó el vigor,
y en cambio al entrever tu rostro frío,
consuelos suplicaba a tu favor?

Desearía que fueses mi enemiga.
Pero, ¿por qué me brindaste el presente
de las flores, el cielo, las estrellas
y la maldición de tus bellas fuentes?

Más pérfidas que las noches del Norte,
más embriagantes que el vino de Aí,
más breves que el amor de las gitanas,
fueron tus viles besos para mí.

En el violar las cosas más sagradas
tuve una maligna satisfacción,
y en tus amores, como la hiel amargos,
locas delicias tuvo el corazón.

Alexander Blok


Buena actitud con los caballos

Los cascos golpeaban.
Parecía que cantaban:

Grib.

Grab.

Grob.

Grub.

Se deslizaba la calle,
bebida por el viento,
calzada por el hielo.
Un caballo se desplomó
sobre su grupa,
y de golpe
los curiosos, uno tras otro,
los pantalones que paseaban por Kuznetsky (1)
se apretaban alrededor.
La risa sonó y tintineó.
—¡Un caballo se cayó!
—¡Cayó un caballo!
Reía Kuznetsky.
tan sólo yo
no mezclaba mi voz con su aullido.
Me acerqué
y vi
los ojos del caballo...
La calle se volcó
y fluye a su manera...
Me acerqué y vi:
los goterones
se deslizan por su cabeza,
se esconden en su pelo...
Un dolor común
y animal
se vertió, chapoteando, dentro de mí
y se derramó en el susurro:
“Caballo, no vale la pena.
Caballo, escúcheme:
¿piensa que sea peor que ellos?”

“Niñito,
todos, somos un poco caballos,
cada uno de nosotros a su manera es un caballo”.

Quizás,
—el anciano
no necesitaba ninguna niñera.
Quizás, mi pensamiento le pareció trivial,
pero
el caballo
se alzó,
se puso de pie,
relinchó,
y empezó a caminar.
Movía la cola
niño pelirrojo.
Llegó alegre,
se colocó en el establo.
Y le parecía
que era un potrillo,
que valía la pena de vivir
y trabajar.

Vladimir Maiakovsky
(1894-1930)


Estoy muy solo...


Estoy muy solo y muy triste...
¡Oh, si pudiera encontrar
otra mujer como ella
en vez de volver atrás!

Mas, ¿dónde hallar unas manos
que ausentes causen pesar?

¿Dónde encontrar unos ojos
de tan altivo mirar,
ojos llenos de soberbia
que nunca los vi llorar?

¿Dónde hallar los mismos labios
que rían y canten igual,
que yo viviera temiendo
no me vuelvan a besar?

¿Dónde hallar otra como ella
a quien poder perdonar,
que la vida al lado suyo
fuera cruel felicidad?
¿Que de todas las madrugadas,
después de largo velar,
me levantara como ella,
redomado y contumaz?

Que amante y loca una noche
yo la pudiera abrazar
y mañana sea de piedra
imposible de ablandar.

Y que entonces, con dolor,
yo tuviera que escuchar
maldiciéndome a mí mismo:
“No me vuelvas a tocar...”

Que en la quietud de la noche
al sorprender su velar
encuentre en ella dos almas
y a las dos las quiera igual.

De la noche a la mañana
ignorar qué pasará;
no saber al día siguiente
cuál alma me mostrará.

Atormentado por ella
no podía vivir más;
quise entregar mi cariño
a otra mujer más leal.

Pero sé que es imposible
tal compañera encontrar
y que al fin será ella misma
a quien yo vaya a buscar,
porque no existe en el mundo
ninguna mujer igual:
tan mala, ni tan preciosa,
ni tan maldita, en verdad...


Konstantin Simonov

viernes, 13 de febrero de 2009

Poesía alemana

Ilustración de Levin Van Veluw

Todos los días


No se declara ya la guerra,
se la continúa. Lo inaudito
se ha vuelto cotidiano. El héroe
permanece lejos de los combatientes. El débil
ha entrado en las zonas de fuego.
El uniforme del día es la paciencia,
la distinción esa estrella miserable
de la esperanza encima del corazón.

Se la otorga
cuando no ocurre nada más,
cuando calla el fuego graneado,
cuando el enemigo está invisible
y la sombra de la armadura eterna
cubre el cielo.

Se la otorga
por el abandono de las banderas,
por la valentía hacia el amigo,
por la delación de secretos indignos
y la desobediencia
a toda orden.

Ingeborg Bachmann (Kalgenfurt, Austria, 1926 - Roma, 1973), Traducción de Rodolfo Alonso y Klaus Dieter Vervuert, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1967


El cambio de rueda

Estoy sentado al borde la carretera,
el conductor cambia la rueda.
No me gusta el lugar de donde vengo.
No me gusta el lugar a donde voy.
¿Por qué miro el cambio de rueda con impaciencia?


Satisfacciones


La primera mirada por la ventana al despertarse
el viejo libro vuelto a encontrar
rostros entusiasmados
nieve, el cambio de las estaciones
el periódico
el perro
la dialéctica
ducharse, nadar
música antigua,
zapatos cómodos
comprender
música nueva
escribir, plantar
viajar
cantar
ser amable.


Bertolt Brecht (Ausburg, 1898-Berlín, 1956), Versión de Jesús López Pacheco sobre traducción directa del alemán de Vicente Romano. Madrid, 1975.


¡Sólo loco! ¡Sólo poeta!

Cuando la luz se va desvaneciendo
cuando ya el consuelo del rocío
se filtra en la tierra
invisible, inaudible-pues delicado calzado lleva
el consolador rocío, como todo dulce consuelo-
entonces recuerdas, recuerdas tú, ardiente corazón
cuan sediento estuviste
de celestiales lágrimas y gotas de rocío,
abrasado, cansado, sediento,
mientras en sendas de amarilla hierba
malignas miradas del sol crepuscular
por entre negros árboles en torno a ti corrían,
deslumbrantes, malintencionadas, abrasadoras miradas del sol.
“¿Tú el pretendiente de la verdad?" -así se mofaban-.­
¡no! ­sólo un poeta!
un animal astuto, saqueador, rastrero,
que ha de mentir,
que premeditadamente, intencionadamente,
ha de mentir
multicolor larvado,
larva él mismo,
presa él mismo,
¿es eso el pretendiente de la verdad?
...­Sólo loco! ­Sólo poeta!

Sólo un multicolor parloteo
multicolor parloteo de larvas de loco
trepando por mendaces puentes de palabras
sobre un arco iris de mentiras
entre falsos cielos
deslizándose y divagando.
¡sólo loco! ¡sólo poeta!
¨Es eso el pretendiente de la verdad?
No inmóvil, rígido, liso, frío,
convertido en estatua,
pilar de dios;
no erigido ante templos
atalaya de dios:
­¡no!
Hostil eres a tales modelos de virtud,
más recogido estás en el desierto que en los templos,
audaz como los gatos
saltas por todas las ventanas
y en toda ocasión
husmeas la selva virgen
tú que por selvas vírgenes
entre fieras de coloreados pelajes
pecadoramente sano y bello y multicolor corrías,
con lascivos belfos,
feliz con el escarnio, feliz en el infierno, feliz y sanguinario,
ladrón furtivo, mentiroso corrías...O semejante al águila
que fija su mirada largo tiempo en los abismos
en sus abismos...-­oh, girar como ella
hacia abajo, hacia el fondo, hacia adentro,
hacia cada vez más profundas profundidades!
Y entonces de repente
vuelo vertical
trazo precipitado
caer sobre corderos
hacia abajo, voraz,
ávido de corderos,
odiando toda alma de corderos,
odiando rabiosamente todo lo que parezca
virtuoso, borreguil, de rizada lana,
necio, satisfecho con leche de oveja...Así, aguileñas, leopardinas,
son las añoranzas del poeta,
son tus añoranzas entre miles de larvas,
¡tú, loco!, ¡tú, poeta!

Tú que al hombre consideras
tanto dios como oveja
al dios desgarrar en el hombre
como a la oveja en el hombre
y desgarrando reír
En esto consiste tu felicidad.
¡felicidad leopardina y aguileña
felicidad de loco y de poeta!
"Cuando la luz se va desvaneciendo
y la hoz de la luna
ya se desliza verde y envidiosa
entre rojos purpúreos-enemiga del día
y sigilosamente a cada paso
las guirnaldas de rosas
siega, hasta que se hunden
pálidas en la noche:
así caí yo mismo alguna vez
desde mi desvarío de verdad
desde mis añoranzas de día
cansado del día, enfermo de luz
caí hacia abajo, hacia la noche, hacia las sombras,
abrasado y sediento
de una verdad.
¿recuerdas aun, recuerdas tú, ardiente corazón,
que sediento estuviste?
¡sea yo desterrado de toda verdad!
¡Sólo loco! ¡Sólo poeta!

(Röcken, cerca de Lützen, 15 de octubre de 1844 – Weimar, 25 de agosto de 1900)



El consenso público


¿No es más bella la vida de mi corazón
desde que amo? ¿Por qué me distinguíais más
cuando yo era más arrogante y arisco,
más locuaz y más vacío?
¡Ah! La muchedumbre prefriere lo que se cotiza,
las almas serviles sólo respetan lo violento.
Unicamente creen en lo divino
aquellos que también lo son.


A las parcas


Sólo un verano me otorgáis, vosotras las poderosas;
y un otoño para dar madurez al canto,
para que mi corazón, más obediente,
del dulce juego harto se me muera.
El alma no obtuvo en vida derecho
divino, tampoco abajo descansa en el Orco;
pero si un día alcanzo lo sagrado, aquello
que es caro a mi corazón, el poema,
bien venido entonces, oh silencio del reino de las sombras.
Contento estaré, aunque mi lira
allí no me acompañe; por una vez
habré vivido como un dios, y más no hace falta.

Friedrich Hölderlin (Lauffen am Neckarm, 1770-Tubinga, 1843)


Soneto


Del arte practicar los modos nuevos,
sagrado deber es que se te impone;
según el ritmo y el compás prescritos,
moverte tú también como yo puedes.

Que si con fuerza el ánimo se excita,
entonces justamente pide calma;
y por más aspavientos que hacer pueda,
al cabo su remate la obra halla.

Tal yo quisiera artísticos sonetos,
en un alarde medida justa,
rimar con mis mejores sentimientos;

Sólo que, a la verdad, algo me ata,
pues antaño tallaba a mi capricho,
y ahora de cuando en cuando pegar debo.

Johann Wolfgang von Goethe. Frankfurt del Mein en 1749. Weimar el 22 de marzo de 1832.Versión de Rafael Pombo

Poesía norteamericana

Ilustración de Scott Hess



Ulteriores instrucciones


VAMOS, cantos míos, expresemos nuestras más bajas pasiones,
expresemos nuestra envidia por los hombres con empleo
permanente y ninguna preocupación por el futuro.
Sois muy ociosos, cantos míos,
temo que vais a acabar mal.
Os plantáis por las calles.
Haraganeáis en las esquinas y en las paradas de los autobuses,
no hacéis nada del todo.
Ni siquiera expresáis nuestras noble cualidades internas;
acabaréis muy mal.
¿Y yo? Me he vuelto medio loco.
Tanto os he hablado
que casi ya os veo alrededor mío,
¡insolentes bestezuelas! ¡Sinvergüenzas! ¡Faltas de atavío!
Pero tú, canto, el más nuevo de todos,
aún no tienes edad para haber hecho mucho daño.
Te conseguiré una casaca verde en China
con dragones bordados en ella.
Te conseguiré los calzones de seda escarlata
de la estatua del Niño Jesús en Santa María Novella;
no vaya a ser que digan que no tengo gusto
o que no hay sangre azul en la familia.

N.Y.


¡Mi ciudad, mi amada, mi blanca! ¡Ah esbelta,
escucha! escúchame y yo infundiré en ti un alma.
¡Delicadamente sobre la flauta, atiéndeme!
Ahora sé que estoy loco.
Pues aquí hay un millón de personas ásperas por el tráfico;
no es doncella
ni podría yo tañirla sobre alguna flauta, si tuviera.
Mi ciudad, mi amada,
eres una doncella sin pechos,
eres esbelta como una flauta de plata.
¡Escúchame, atiéndeme!
y yo infundiré en ti un almay vivirás para siempre.

Ezra Pound (Hailey, Idaho, 1885-Venecia, 1972)Versiones de Jorge Fondebrider


Las bestias en su mayor libertad


Las bestias en su mayor libertad
Dormitan esta noche en paz. En su escollo la gaviota
sueña en sus propias vísceras la ola que allá abajo la luna desflora,
y el pez-rueda se apoya sobre una piedra adormecido
por la lírica agua;
donde las patas sin manchas
del ciervo salpican dulcemente, y a las cuales
el destripado ratón, seguro en las garras del búho, grita
en armonía. Aquí no existe ese daño
ni esa oscuridad
que la misma luna observa
donde, refractada en el vidrio de la ventana, asiste ahora
a la dolorosa mutación del licántropo. La cabeza vuelta
sobre la traspirada almohada, él trata de recordar
el estado de ánimo humano,
pero como siempre, yace al fin
dejando que eso suceda, que un suave pelo de fiera llene su cara,
escuchando con oídos más agudos los excitantes tonos menores del viento,
el pánico de las hojas y la degradación
de los lentos arroyos.
Entretanto, en las altas ventanas
lejos de matorrales y sordas pisadas, aspirantes a la excelencia
suspiran y se apartan de su trabajo para interpretar de nuevo
la doliente belleza del cielo, la diáfana luna
y el cazador que acaba de despertar,
creando para los hombres sueños tales
que narrados entristecerán como siempre sus corazones, llevando
monstruos a la ciudad, cuervos sobre las estatuas públicas,
flotas para alimento de los peces en las oscuras
turbulentas aguas.


Richard Wilbur (Nueva York, 1921), Poesía norteamericana contemporánea, traducciones de William Shand y Alberto Girri



El albatros


Por divertirse, a veces, los chicos de la escuela
agarran a otro chico, asmático u obeso,
con acné, miope, gay o simplemente raro,
para darle unos golpes o sacarle la plata.

Ni bien quedan tirados boca abajo, en el patio,
esas criaturas tímidas, rojas como un tomate,
respirando agitadas, llenas de moretones,
comienzan a arrastrarse buscando escapatoria.

¡Qué patéticos son sus esfuerzos inútiles!
¡Cómo ríen los chicos que observan a un costado!
Bajando el pantalón, uno expone sus nalgas;
otro agresor se burla de su hermana y su madre.

No se parece el poeta al chico que es golpeado,
ni a aquel que lo golpea, sino a ambos a la vez:
víctima de sí mismo, abusador de sí,
alas imaginarias le impiden caminar.

Frank Shaughnessy (Chicago, 1976), Covers, Harvest Moon Press, 2005


Una botella egipcia de vidrio tirado en forma de pez


Aquí tenemos sed
y paciencia, desde el principio,
y arte- como en una ola que se levantó para que viéramos
en su esencial perpendicularidad
no quebradizo
sino intenso -el espectro, este
espectacular y diestro animal, el pez,
cuyas escamas rechazan las espadas del sol con su pulido.


Marianne Moore (Kirkwood, Missouri, 1887-Nueva York, 1972), "Selected Poems (1935)", Complete poems, Penguin Books, Nueva York, 1994
Versión: J. Aulicino


Elizabeth


Elizabeth, a pesar de Zenón y de otros sabios,
sin duda corresponde-la lógica y el hábito lo ordenan-
que en tu libro se escriba primero tu nombre;
y yo tengo otras razones para hacerlo,
al margen de mi gusto por la contradicción.
El poeta -si es poeta- que explora las alcobas
de la Ficción o la Realidad en busca de las musas,
ha estudiado muy poco su parte, no leyó nada,
ha escrito menos, en suma, es un tonto
carente de alma, de juicio y de arte,
cuando ignora una regla elemental,
empleada incluso en las tesis de la escuela,
llamada -olvidé la palabra griega-llamada como sea, el sentido es el mismo:
"Siempre escribe primero las cosas
en lo más alto del corazón".


Edgar Allan Poe (Boston,1809-Baltimore, 1849), Poesías completas, Editorial Claridad, Buenos Aires, 2005. Versión de Ana G. Burgert

jueves, 12 de febrero de 2009

Matarás a tu padre



"Maten a Borges", invocaba Gombrowicz instigando a sus pendencieros pampeanos, "pero lleven su nombre en alto"."Maten a Rulfo, a Guimaraes Rosa, a Lezama Lima, a Alvaro Mutis y a Arguedas -agrego yo. Y ya que están, maten también a García Márquez, que no logró matar a Faulkner.Maten a su padre -hagan como Teseo: icen la vela de la muerte, y después I'am sorry. Actúen sin piedad, les va en ello la vida.Maten a su padre -tradúzcanlo: mátenlo como Jesucristo tradujo a su Padre, como Confucio comentó el I ching, como Buda transmutó en risa y en sonrisa los cuatro Veda o Vedanta, como Sancho Panza devino Don Quijote de la Mancha.Maten a Jackson Pollock - ¡todavía está vivo!: el Ground Zero lo prueba.



Pablo Viola (Borello, Chieti, 1945),

martes, 10 de febrero de 2009

Una muestra de poesía inglesa

Paul Gauguin: "¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?" (1897). Boston.


Volcán


Joyce le temía a los relámpagos,
pero los leones rugieron durante su sepelio
desde el zoológico de Zurich.
¿Era Zurich o Trieste?
No importa.
Éstas son leyendas, en tantosea leyenda la muerte de Joyce,
o el fuerte rumor de que Conrad
ha muerto, y que Victoria es irónica.
Al borde del nocturno horizonte
desde esta casa de playa en el acantilado,
pueden mirarse ahora, hasta el amanecer,
dos resplandores que llegan —millas mar adentro—
desde las plataformas petroleras;
se asemejan al resplandor de un puro
o al resplandor del volcán
al final de Victoria.
Uno podría abandonar la escritura
por las señales lentamente ardiendo
de lo grandioso, y ser, en cambio,
su ideal lector, reflexivo,voraz, haciendo que el amor por las obras maestras
sea superior al intentode repetirlas o superarlas,
y convertirse en el mejor lector del mundo.
Por lo menos esto requiere asombro,
lgo que se ha perdido en nuestro tiempo;
demasiada gente que lo ha visto todo,
demasiada gente capaz de predecir,
demasiados que se niegan a penetrar el silencio
de la victoria, la indolenciaque consume hasta la médula,
demasiados que no son otra cosa
que ceniza erguida, como el cigarro,
demasiados que dan por sentado el relámpago.
¡Qué tan común es el relámpago,
qué tan perdidos están los leviatanes
que dejamos de buscar
!Había gigantes en aquellos días.
En aquellos días se hacían buenos puros.
Debo leer con más cuidado.


Derek Walcott (Castries, Santa Lucía, Antillas Menores, 1930)Versión de Óscar Paúl Castro Montes


Proverbios del Infierno
(Versión de Xavier Villaurrutia)


En tiempo de siembra, aprende; en tiempo de cosecha, enseña; en invierno, goza.
Conduce tu carro y tu arado sobre los huesos de los muertos.
El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría.
La Prudencia es una vieja solterona rica y fea cortejada por la Incapacidad.
Aquel que desea pero no obra, engendra peste.
Los únicos alimentos sanos son aquellos que no prende la red ni el cepo.
Ningún pájaro se eleva demasiado alto si vuela con sus propias alas.
El acto más sublime consiste en colocar otro delante de ti.
Si el necio persistiera en su necedad, se volvería sabio.
La cólera del león es la sabiduría de Dios.
La desnudez de la mujer es la obra de Dios.
El rugido de los leones, el aullido de los lobos,
la cólera del mar tempestuoso y la espada destructora
son porciones de eternidad demasiado grandes para el ojo del hombre.

La rata, el ratón, la zorra y el conejo cuidan de las raíces; el león, el tigre, el caballo, el elefante, de los frutos.
Un pensamiento llena de inmensidad.
La zorra se provee, pero Dios provee al león.
Piensa por la mañana, obra al mediodía, come por la tarde y duerme por la noche.
Aquel que ha permitido que abuses de él, te conoce.
Los tigres de la cólera son más sabios que los caballos del saber.
Nunca sabrás lo que es suficiente, a condición de que sepas lo que es más que suficiente.
Escucha el reproche de los necios: es un título real.
Crear una sola flor es trabajo de siglos.
Exuberancia es belleza.
¡Bastante! o más aún, demasiado.

William Blake (Londres,1757-1827), El matrimonio del Cielo y del Infierno. Traducción de Xavier Villaurrutia . Ediciones del Mediodía, Buenos Aires, 1968


El sueño de Nabucodonosor


Antes de irse a vivir con búhos y murciélagos
Nabucodonosor tuvo un sueño feo,
peor que el de un ama de casa que piensa que su pomada
produjo una naumaquia de ratones y ratas.
A tal punto asustado, mandó a llamar al Buen Rey de los Gatos,
ese joven Daniel, quien de inmediato lo despojó del brillo
de sus ojos, y dijo "No creo que tu cetro
valga más que una paja - tu almohadón es un viejo felpudo".
Un horrible sueño bastante parecido
ha embrujado hace un tiempo a una valiente multitud
de cabezas huecas y papanatas - nos dicen
que cualquier Daniel aunque sea un borracho
logra que empalidezcan los labios mentirosos
arrastrando estas sílabas:
"Son ustedes esa testa de Oro".

Al ver los mármoles de Elgin


Mi espíritu está débil; mortalidad
me aplasta como un sueño indeseado,
y cada cumbre y abismo que imagino
de la divina providencia me dice
que debo morir como un águila enferma
mirando hacia el cielo.
Pero es un lujo amable el lamentar
que no tenga que guardarme de los vientos grises
y fríos cuando la mañana abre sus ojos.
Tales oscuramente concebidas glorias del cerebro
llevan al corazón a una indescriptible rabia;
y estas maravillas lo sumen en un dolor perplejo
en el que se mezclan la grandeza griega con el rudo
trabajo del tiempo antiguo en un ondulante dominio.
El sol, la sombra de una grandeza.


John Keats (Londres, 1795-Roma, 1821)Versión de J. Aulicino


El nombre de los gatos


El nombre de los gatos es una cuestión delicada,
no es tan sólo uno de esos juegos para un día feriado;
ustedes pensarán que estoy loco como un sombrerero
cuando afirmo: un gato debe tener TRES NOMBRES DISTINTOS.
rimero, está el nombre que la familia emplea a diario,
como Pedro, Augusto, Alonso, Jaime,
como Víctor o Jonás, Jorge o Bill Baily,
todos ellos sensatos nombres cotidianos.
Si suponéis que suenan mejor, existen nombres más fantasiosos,
algunos para los caballeros, otros para las damas,
como Platón, Admeto, Electra, Deméter,
sensatos nombres cotidianos también estos.
Pero yo sostengo que un gato debe tener un nombre exclusivamente de él,
n nombre especial y más digno,
e otro modo, ¿cómo podría mantener erguida su cola,
o alardear de sus bigotes, o alimentar su orgullo?
Nombres de esa clase yo puedo sugerirles muchos
Mankustrap, Quaxo, o Coricopat,
Bombalurina, o bien Jellylorum,
nombres que nunca pertenecen a más de un gato.
Pero además de esos nombres todavía queda otro,
el nombre que jamás lograremos adivinar,
el nombre que ninguna búsqueda humana puede descubrir
pero que EL GATO CONOCE, aunque nunca habrá de confesarlo.
Cuando sorprendan a un gato en intensa meditación,
la causa, les advierto, es siempre la misma:
su mente está entregada a la contemplación
del pensamiento, del pensamiento, del pensamiento de su nombre,
su inefable, efable,
efinefable,
profundo e inescrutable Nombre único.


T. S. Eliot (St. Louis,1888-Londres, 1965). Alberto Girri, Versiones, Corregidor, Buenos Aires, 1974.

Poetas Irlandeses

Ilustración de Francis Bacon


Ecce puer


Del oscuro pasado
un niño nació;
con alegría y pena
abrió mi corazón.
Tranquila en su cuna
se encuentra la vida.
¡Amor y piedad abran sus ojos!
La vida joven respira
en el cristal;
el mundo que no era viene para pasar.
El niño está durmiendo;
el viejo se marchó.
¡Oh padre abandonado,
perdona a tu hijo!

James Joyce (Dublin, 1882-Zurich, 1941), Collected Poems, 1936

Consejo a un poeta


Sé chofer, dijo mi padre
y nunca te preocupes por la poesía.
Eso está muy bien para los ricos ellos pueden darse el lujo.
Lo que tú necesitas es dinero en el cinturón uniforme gratis y muchos viajes.
Además, no hay nada en los versos.
Y todos los poetas son homosexuales rabiosos.
Quería ser poeta.

Otra cosa: nunca te cases
y si lo haces, cásate por dinero.
El amor, después de todo, viene solo
y cualquier puta vieja va a bailar por una libra.
Sigue mi consejo y sé chofer
El uniforme va a quedarte bien
el casamiento y los poemas seguramente te cegarán
y los poetas y enamorados están condenados al infierno.
Quería ser poeta.

¿Pero qué sentido tiene escribir poesía?
¿Le fue bien alguna vez a algún poeta?
Nunca encontré a uno que no fuera pobre una presa de alguaciles,
abogados y curas.
Sigue mi consejo y sé chofer con tu aspecto seguramente te va a ir bien
hasta podrías conocer a alguna viuda rica y vieja
que te deje una fortuna cuando muera.
Quería ser poeta.

Bueno, revienta entonces, tus días son oscura pobreza, miseria, matanza y pecado.
Los poemas que escribas no valdrán un centavo.
Y las mujeres con las que te cases te van a desangrar.
Sigue mi consejo y compra un revólver y ya mismo dispárate en la nuca.
El Gobierno entonces podría juntar firmas para que tu pobre padre no engendre otra vez.

Patrick Galvin (nacido en 1927) trabajó principalmente dentro de la tradición de baladas y su poesía muestra su ideología de izquierda.


Moscas de largas zancas


Para que la civilización no se hunda,
perdida su gran batalla,
haz callar al perro, ata el potrillo
a un poste distante;
César, nuestro amo, se halla en la tienda
donde los mapas están desplegados,
sus ojos fijos en el vacíoy una mano bajo el mentón.

Como una mosca de largas zancas sobre el río
su mente se mueve en el silencio.
Para que las insuperadas torres sean quemadas
y los hombres memoren su rostro,
muévete lo más suavemente posible,
si debes hacerloen este solitario lugar.

Ella piensa, en parte mujer, tres partes niña,
que nadie la mira; sus pies
ensayan un paso de baile
aprendido en la calle.
Como una mosca de largas zancas sobre el río
su mente se mueve en el silencio.
Para que las muchachas púberes
puedan encontrarel primer Adán en su pensamiento,
cierra la puerta de la capilla papal,
mantén fuera a esas niñas.
Allí, en ese andamio está acostadoMiguel Angel.
Sin más ruido que el que hacen los ratones
mueve su mano de un lado a otro.
Como una mosca de largas zancas
sobre el río
su mente se mueve en el silencio.

Un acre de hierba


Una pintura y un libro son
Un acre de fresca hierba
Para aire y ejercicio,
Ahora la fuerza del cuerpo se va;
Medianoche, una vieja casa
Donde nada cruje sino un ratón.

Mi deseo está en calma.
Aquí en el final de la vida
Ni la libre imaginación,
Ni el molino de la mente
Consumiendo sus harapos y sus huesos,
Pueden hacer que la verdad sea conocida.

Concédanme el delirio de un viejo,
Debo rehacerme
Hasta ser Timon y Lear
O aquel William Blake
Que golpeó la pared
hasta que la verdad obedeció su llamado;

Una mente que Miguel Angel supo
Que puede atravesar las nubes,
O inspirada por el delirio
Sacudir a los muertos en sus mortajas;
Olvidada por la humanidad,
La mente de águila de un viejo.


William Butler Yeats (Dublín, 1865 -Roquebrune-Cap-Martin, Francia, 1939), Alberto Girri, Versiones, Corregidor, Buenos Aires, 1974

Poemas de José Luis Quesada


"Pepe" Luis Quesada, (Olanchito, Yoro, Honduras, 1948) Poeta y cuentista. Realizó estudios de Filología en Costa Rica. Fue finalista del premio centroamericano Juan Ramón Molina en Tegucigalpa y la UNAH le concedió en 1992 el Premio José Trinidad Reyes en reconocimiento a su obra. Ha pertenecido a los grupos La Voz Convocada y Tauanka. Es una de las voces poéticas más importantes del país y su prestigio considerable entre las nuevas generaciones de escritores. Su obra pictórica goza también de mucho prestigio nacional e internacional.

El Fuego



La poesía, león azulado,
sale a cazar estrellas.

El cielo duerme, cubierto de cadenas,
cierra los ojos para morir.

Las estrellas no aluzan el lindero,
por donde el leñador regresaba al hogar.

El lago ya no ofrece el alimento de los astros,
la chispeante leche del firmamento.

¿Dónde está aquel antiguo deslumbramiento?
¿No hay fuego ya en el pecho de los hombres?


Homenaje a Paul Eluard


Paul Eluard cómo te recuerdo
dejado de la mano de tu mujer
en un México aterrador para ti
las tormentas los tormentos Paul Eluard
y tú avanzando con la espalda arqueada
en la forma infinita
que tienen los poetas cuando están tristes
bonjour tristesse decía bonjour tristesse
porque todas las mañanas la tristeza estaba junto al lavabo

París se adivinaba tras los vidrios oscuros
como las gafas de la policía
pero había que levantarse y afrontar el espejo
la torpeza del pie ante lo inmediato
los cobardes y las ratas huían despavoridos
para salvarse para salvarse
ah las heridas Paul Eluard
las grandes heridas que dan los besos recordados
y el insomnio el demonio
la traición ensañándose en lo mejor de nuestra fe
y el asco y el amor que se sienten por el amor
y el sufrimiento que nos hace compasivos y ardientes
el poeta conserva la esperanza
cuando otros la abandonan o trafican con ella
es irreal mi soledad decías
pero el milagro es cierto Paul Eluard.


El Cuarto


Me gusta este cuarto porque nada contiene
diferente de mí.
Podría ser mejor, pero así lo hice;
durante años lo forjé como un rostro
para mirarme en él.

Amor, no perfección, encontraréis aquí.
Las cosas que lo habitan
poseen la confianza de la naturaleza.
No son muchas o pocas, existen solamente.

Austeridad y paz me ganaron también,
quizás para que no me distraiga
del resplandor de mis sentidos:
los sentidos en selva de objetos
se fruncen y se nublan.

El uso es la humanidad de las cosas.
Por el uso se vuelven una segunda piel.
Lo que se colecciona por vanidad
o se junta en exceso
vida no tiene, yace muerto,
como perla en el puño del avaro.

La mañana del cuarto debe ser clara,
con los objetos necesarios,
a modo de que no se interpongan
entre el sol y nosotros.

domingo, 8 de febrero de 2009

Poemas de José Manuel Arango (Colombia)


José Manuel Arango nació en Carmen de Viboral, Antioquia, Colombia, en 1937. Fue profesor de Lógica simbólica en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Antioquia durante casi tres décadas. Cofundador y coeditor de las revistas Acuarimántima y Poesía, de Medellín, e Imago de Copacabana. Premio Nacional de Poesía por reconocimiento Universidad de Antioquia, en 1988.

Una extraordinaria intimidad con la palabra, una perfecta selección de códigos que hacen de lo cotidiano la más sublime experiencia del hombre.


Holderlin



Quizá la locura
es el castigo

para el que viola un recinto secreto

y mira los ojos de un animal
terrible


Escritura



la noche, como animal
dejó su vaho en mi ventana

por entre las agujas del frío
miro los árboles

y en el empañado cristal
con el índice, escribo
esta efímera palabra



Una señal

Para Juan José Hoyos



Una señal una flecha tosca un pedazo de tabla clavada en un palo
se encuentra al borde de la carretera veredal que se anuda al riñón de la montaña

Antes indicaba el camino
Ahora —torcida— apunta al desfiladero

Yo que voy a pie que no tengo prisa
Debo acaso detenerme y enderezarla
Es asunto mío será útil a alguno
Tal vez



XXII


la casa que reduce la noche a límites
y la hace llevadera
cuando el ruido de una bestia en el sueño
o las palabras que sin sentido
despiertan con todo ese extraño temor
surgen como restos de una oscura lengua
que desvela el origen y la amenaza

el techo que cubría un fuego manso
arderá

y entonces nada habrá seguro
y será necesario de nuevo cavar
hacer



Cantiga de enamorados

O como dos que hablan después del amor
todavía desnudos
tendidos de espaldas
fumando

y hablan de silencio en silencio
y la voz es sosegada
después del amor
y ya sin premura


y entonces ella se incorpora
y pone el codo en la almohada
y pone la mejilla en la palma

y él ve su risa rápida
y tranquila

su risa
y el temblor de sus pechos

sábado, 7 de febrero de 2009

Un poema de Ingeborg Bachmann



Ningunas delikatessen



Ya nada me gusta
¿Debo ataviar una metáfora
con una flor de almendro?
¿Crucificar la sintaxis sobre un efecto de luz?
¿Quién se romperá la cabeza
por cosas tan superfluas?

He aprendido a ser sensata con las palabras,
(para la clase más baja)
hambre
deshonra
lágrimas
y
tinieblas.

Con los sollozos no depurados,
con la desesperación
(y desespero de desesperación)
por tanta miseria,
por el estado de los enfermos,
el coste de la vida, me las arreglaré.

No descuido la escritura,
sino a mí misma.

Los otros saben,
Dios lo sabe
que hacer con las palabras.

Yo no soy mi asistente.
¿Debo aprisionar un pensamiento
llevarlo a la iluminada celda de una frase?
¿Alimentar oídos y ojos con bocados
de palabras de primera?
¿Investigar la libido de una vocal,
averiguar el valor de amateur de nuestras consonantes?

¿Tengo que con la cabeza apedreada,
con el espasmo de escribir en esta mano,
bajo la presión de trescientas noches,
romper el papel,
barrer las urdidas óperas de palabras
destruyendo así: yo tú él ella lo
nosotros vosotros?

(Que sea. Que sean los otros.)

Mi parte que se pierda.

viernes, 6 de febrero de 2009

HIMNO A LA BELLEZA

Ilustración: Bruno di Maio

Charles Baudelaire



¿Bajas del hondo cielo o emerges del abismo,
Belleza? Tu mirada, infernal y divina
confusamente vierte crimen y beneficio
por lo que se te podría al vino compararte.

Albergas en tus ojos al poniente y a la aurora,
cual tarde huracanada exhalas tu perfume;
son un filtro su besos y un ánfora tu boca
que hacen cobarde al héroe y al niño valeroso.

¿Del negro abismo emerges o bajas de los astros?
Como un perro, el Destino sigue ciego tu falda,
al azar vas sembrando el luto y la alegría
y todo lo gobiernas sin responder a nada.

Caminas sobre los muertos, Belleza, y de ellos te ríes;
el Horror, de tus joyas no es la más hermosa
y el Crimen, entre todas tus costosas preseas
danza amorosamente entre tu vientre triunfal.

[...] Qué tu llegues del cielo o el infierno, ¿qué importa?
Belleza, inmenso monstruo, pavoroso e ingenuo,
si tu mirar, tu risa, tu pie, me abren las puertas
de un infinito que amo y nunca conocí.

Satánica o divina, ¿qué importa?, Ángel, Sirena,
¿qué importa? Si tu vuelves, hada de ojos de raso,
resplandor, ritmo, aroma, ¡oh mi señora única!
Menos odioso el mundo, más ligero el instante.

jueves, 5 de febrero de 2009

Me detengo a oÍr un estrepitoso triunfo de cigarras...

Ilustración: Jeff Koons, Conejo flotante


Derek Walcott


Me detengo a oír un estrepitoso triunfo de cigarras
ajustando el tono de la vida, pero vivir a su tono de alegría es insoportable. Que apaguen ese sonido. Después de la inmersión del silencio, el ojo se acostumbra a las formas de los muebles, y la mente a la oscuridad. Las cigarras son frenéticas como los pies de mi madre, pisando las agujas de la lluvia que se aproxima. Días espesos como hojas entonces, próximos los unos a los otros como horas y un olor quemado por el sol se alzó de la carretera lloviznada. Punteo sus líneas a las mías ahora con la misma máquina. ¡Qué trabajo ante nosotros, qué luz solar para generaciones!-La luz corteza de limón en Vermeer, saber que esperará allí por otros, la hoja de eucalipto rota, aún oliendo fuertemente a trementina, el follaje del árbol del pan, de contorno oxidado como en van Ruysdael. La sangre holandesa que hay en mí se dibuja con detalle. Una vez quise limpiar una gota de agua de un bodegón flamenco en un libro de estampas, creyendo que era real. Reflejaba el mundo en su cristal, temblando con el peso. ¡Qué alegría en esa gota de sudor, sabiendo que otros perseverarán! Que escriban: «A los cincuenta invirtió las estaciones, la carretera de su sangre cantó con las cigarras parlantes», como cuando emprendí el camino para pintar en mi décimoctavo año.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Volver a la poesía con nuevos ojos


Los lectores del blog lo saben, morimos al celebrar la muerte de la poesía, nacimos muertos. Nos metimos en el juego serio del lenguaje para el que, con dificultades y desventajas, era casi imposible salir victoriosos sin tener plena conciencia del tema. En la república de las letras fuimos neófitos forasteros, carentes de autoridad. Nuestra bandera fue la intuición y la rebeldía de los profetas que balbucean su propio espacio para nombrarlo, para romperlo y reinventarlo. Nunca procuramos la distinción y la elegancia, ni la agilidad académica, y supimos que el viento de nuestra propia euforia nos cegaría con sus pavesas. Sin embargo, descubrimos a los pseudopoetas que remedan el acto creador. A los lectores metidos a creadores, a los lectores hembra emulando ser lectores machos. Y los vimos con sus aspavientos, fuera de base y de experiencia propia, buceando en las más recónditas rutas librescas, ejercitando el ornamento verbal, limando el adjetivo, para mostrar la carencia vital, la esencia del poeta. A veces con sutileza, en la conversación amable, o con la rudeza propia del asno, recriminaron nuestra humilde gesta. 
Indudablemente que los lectores con experiencia crítica y formación filosófica, los escritores que llevan la bitácora de nuestra efímera existencia, se embelezaron en el alegato de los protagonismos. Nuestra tesis fundamental nunca fue la cursi discusión de Gombrowicz contra los poetas, sino la tesis de Lyotard, el lenguaje como plataforma del juego, del poder. Nuestras atentas lecturas de Foucault y la consecuencia de nuestra visión jamás llegaron a la grosería de una bohemia insulsa, mucho menos perdimos la lucidez, tal vez la decencia y el engomamiento, el tufo literario. Y otra vez observamos la intolerancia, el nerviosismo, la envidia y el rechazo. Fuimos suprimidos de nuestros blogs amigos, compelidos a retornar a “la cordura”, como si se tratara de una “actitud adolescente”. La carencia de sentido epistemológico, de sentido del humor; el prejuicio en las lecturas, el remanente del adoctrinamiento académico, el carácter vertical de las ideas, la actitud “intelectual”, el ideologismo, la ignorancia, la petulancia, el afán de reconocimiento, el temor al olvido; en fin, el absurdo del mundo literario se nos echa encima cuando sacudimos un poco las ramas de las letras. 

Suprimir lo que decimos es suprimir lo que somos.

El acto poético es íntimo y paradójicamente social. Jamás jugamos más en serio que cuando proclamamos la muerte de la poesía y nuestra propia muerte. La continuación del canon sin plena conciencia epistemica no tiene mayor importancia en los juegos del lenguaje, y constituyen meros artificios adscritos al metarrelato de las jirafas.

Volver a la poesía con nuevos ojos. Leer la poesía de todas las épocas, los grandes saltos y los pequeños pasos que damos en la construcción de un imaginario que no tiene fin, sin ignorar el goce falso. Nadie nos lee mejor que nuestros compinches literarios cuando compartimos la aventura de crear nuevos derroteros en el farragoso camino de la literatura. Bienvenida la puta joven. Bienvenidos, señoras y señores, a la montaña de los ebrios, donde yacen sepultados los poetas.
¡Supercero vive...la lucha sigue!


Nelson Merren: Carpe Diem


Ilustración: David, La muerte de Marat

CARPE DIEM
Hay días 
como una calle entre solares baldíos,
pavimentada y sólo
basuras y malezas a los lados.
Días en que el café y el pan
saben a yeso, a furia seca, a estafa, 
ya dispuestos y lanzados desde el periódico
con su político yankee
deteniendo el cortejo
para besar a una niñita birmana
o maternalmente calculando votos
mientras acaricia a un negrito de Harlem.
El jugo de naranja como purga 
mientras sonríe con sus quince abriles
una gentil culta filósofa etcétera 
damita qué asco
y más allá está el Papa declarando
con una perspicacia aturullante
que la situación del mundo es grave.

Atravesar la calle con cuidado
por moderno atavismo,
el mismo gordo vendedor de frutas
con su falsete por lo visto patentado
el vendedor de lotería como una mariposa plañidera
ejercitando su ingenua demagogia 
y en la esquina, ya con ojos de camello, 
ver otra vez que el Papa
ha prometido orar por las víctimas 
del terremoto en Turquía,
y las ganas terribles de gritar ¡mierda todo!
Hasta que se nos sosieguen las glándulas y los dientes.

Días como una carretera
bajo el sol, recta, vacía, interminable.