miércoles, 20 de marzo de 2013

Ascenso del poder tecnocrático y desprestigio del sector social en Honduras









POR JORGE MARTÍNEZ MEJÍA

No tengo ninguna intención de discutir la potencia y capacidad del Frente Nacional de Resistencia Popular en este artículo, el análisis de coyuntura ligado a él aún se encuentra anclado al 28 de junio.

Sin embargo, tengo interés en hacer un aporte en la observación de cierto ascenso de la tecnocracia respaldada por el Departamento de Estado de Los Estados Unidos de Norteamérica, y el inicio de un decrecimiento de la capacidad de poder del movimiento social en Honduras.

Para colocar el tema en el tapete, baste decir que con la Ley de Reajuste Estructural de la Economía se inicia en el país una etapa feroz en la instauración del modelo neoliberal, y que la presencia de tecnócratas en altos niveles de gobierno no precisamente es nueva, pero estos antecedentes pueden rastrearse fácilmente, y en el rastreo, los tecnócratas se observan  en  sujeción a los partidos políticos tradicionales, o a los grupos de poder que han ejercido su dominio en el gobierno de manera permanente.

Por otra parte, puede observarse en el sector social, ciertos gremios, sindicatos y organizaciones campesinas, vulneradas y dominadas tradicionalmente por los caciques de los partidos tradicionales, gobierno y parlamento, quienes les han asignado un rol de choque y balance de fuerzas para mantener su estatus dominante.

Sin embargo, como una variante a esta situación, y como resultado del desgaste y deslegitimación de los partidos tradicionales y el aparato de gobierno, en los últimos años se ha ido configurando una red de tecnócratas vinculados a la producción de políticas públicas, leyes e iniciativas que inciden de manera directa en la ciudadanía, pero que su funcionamiento orgánico se encuentra más orientado al debilitamiento y desintegración de una importante base del sector social. Habría que nombrar entre los más visibles a tres tecnócratas claves que han ido forjándose como piezas de un engranaje de poder naciente: Arturo Corrales Álvarez, Julieta Castellanos y Julio Navarro. Cada uno con características y estilos diferentes, han construido sus propios centros de producción de información y pensamiento. Habría que incluir a Marlon Escoto que ha convertido a la Secretaría de Educación en un centro de acopio informático con el que ha logrado controlar en su espacio de dominación al gremio magisterial. 

El creciente prestigio y consolidación de esta red no tiene ninguna discusión. Su poder de influencia va más allá de la admiración de los políticos del patio y del reconocimiento público de la Embajada Norteamericana. Su ubicación en espacios estratégicos, especialmente el de la educación, la salud y las relaciones exteriores (La Universidad Pedagógica, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, La Secretaría de Educación, la Secretaría de Salud, la Cancillería y el Banco Central) entre otros organismos no estatales, dice no sólo de un proceso político que no ha sido aún analizado y que vale la pena considerar, puesto que implica no solo la facturación de cambios positivos en la administración de las instituciones a las cuales están vinculados, sino de un enfoque de acciones en el que la destrucción de la organización gremial es una táctica para operar libremente o sin ninguna oposición.

En la Universidad Pedagógica, la Universidad Nacional Autónoma, y la Secretaría de Educación pueden observarse los mismos procesos, diseñados por tecnócratas que consideran a la organización gremial como una falla, un problema a eliminar. El procedimiento es sencillo, crear una Ley Fundamental o el marco jurídico desde el cual operar sin cortapisas. Desde ahí se origina la operación de asfixia económica tanto de los dirigentes gremiales como de las estructuras gremiales.

Considerando la trascendente importancia que implican las organizaciones gremiales estructuradas sobre la base del sistema educativo nacional y de salud, no puede dejar de observarse que la labor destructiva de los tecnócratas obedece a una política de debilitamiento y destrucción del sector social en Honduras.

Por otra parte, el desempeño estratégico de los tecnócratas en el manejo de los asuntos financieros relacionados con la actual situación económica del país, de su papel como agentes y contraparte, tanto del Estado como de organismos internacionales, les ha ido colocando en una posición de poder privilegiada, ya que pueden manejar una importante porción del presupuesto nacional.

Como el tema da para más, para nadie es extraño que pronto podríamos tener  a un tecnócrata de presidente, y que esa será la coronación de una casta que es capaz de arrancarle el derecho de autogobernarse a un pueblo, en su desmedido narcisismo intelectual.



domingo, 17 de marzo de 2013

Un camino digno de tu nombre: Comandante Chávez






Por Jorge Martínez Mejía





Me vas a disculpar Comandante Chávez, pero no suelo hacer poemas por encargo, ni por moda ideológica, ni porque digan que soy revolucionario. Es más, elegías sólo tengo una que escribí con lo de Moisés Landaverde, y fue que no pude contenerme. Ese es el único poema que con vergüenza he leído en los mercados. Con vos es diferente, a vos no te escribo un poema, sólo quiero contarte estas palabras inconexas, porque además, ¿Qué es eso de andar escribiendo poemas en tiempos en que a nadie le importa la poesía? a los poetas menos. Un verdadero poeta es fiel a su tiempo. Y, en este tiempo de miseria ¿Para qué poetas? A vos te fascinaba declamar ese poema del Libertador, un poema modernista, anticuado, pero se te escuchaba bien, soberbio, como si vos lo hubieras hecho. Lo declamabas desde pequeño, porque eras poeta de pueblo, de escuela rural, poeta de un viejo sueño.

A mi me fascinó tu descubrimiento. Los oligarcas nos habían convertido en microbios, en hombres desnudos y sin nombre. Y vos nos llamaste Hijos del Libertador, herederos legítimos de nuestra historia. Y te llamaron diablo de la vida, Satanás, fuerza oscura. Pero gritaste alto y quebraste el oprobio, abriste arterias nuevas y verdades. Y la brújula encontró su norte en el sur, como tenía que ser.

Ahora estás ahí, en ese lugar reservado a los prudentes, a los polares, a los superhombres que danzan en la razón de Dios.

Ya no hay miedos, ni selvas, ni entelequias. Sólo estás vos y nosotros. Con la herencia de nuestros calamitosos poemas construiremos un camino digno de tu nombre. Comandante Chávez.







sábado, 2 de marzo de 2013

El Aguán: Clamor de justicia

 


Imágenes de campesinos asesinados en El Aguán
 
 
 

Por Jorge Martínez Mejía
 
 
Era de esperarse. El manto de sangre que baña toda la extensión del territorio hondureño sólo sirve de cortina a la masacre continuada en el Aguán.
 
 
En San Pedro Sula y Tegucigalpa, centros de la información del país, se vive en medio de una incesante lluvia de violencia informática que ya ha alcanzado sus más altos niveles en la historia.

Cualquiera que abra un diario, encienda un televisor o una radio para escuchar los noticieros, puede pensar que se trata de una sociedad secuestrada por el comúnmente conocido crimen organizado. Sin embargo, se trata de un fenómeno complejo por la infinidad de percepciones que es capaz de sucitar. En general, la violencia en Honduras suele achacarse al narcotráfico, a las reyertas entre maras, al asesinato contratado o sicariato, al parricidio, al homicidio sin causa, etc. Otros, prejuiciados por la ideología o el tema político, preferimos considerar que se trata de conspiraciones oscuras, paramilitares, escuadrones de la muerte; otros, de signo inverso, prefieren considerar la idea del boicot a la gobernabilidad por parte de grupos insurgentes clandestinos, antisociales, rebeldes sin causa, resentidos sociales, enfermos de venganza política; en fin, ven mosntruos debajo de los asientos de su carro.
 
Sin embargo, lo que no se puede ocultar, es que después de la llegada de Rafael Leonardo Callejas a la presidencia, es decir, de la inauguración del Neoliberalismo salvaje que destruyó de manera directa el incipiente y doloroso proceso de reforma agraria, desde el Estado mismo, Honduras comienza su ingreso al infierno en que vivimos ahora.
 
Pequeñas y vivaces comunidades que despertaban de manera casi espontánea hacia un desarrollo sostenible y novedoso, producto del auge de las ideas socialistas del cooperativismo agrícola, de las empresas asociativas y de las comunidades agrícolas de asociación colectivista, fueron maquiavélicamente orilladas a su desarticulación desde el gobierno mismo, para que insaciables capitalistas como Miguel Facussé, entre otros, se hicieran no sólo con la tierra, sino con el comercio, la fuerza laboral y la incipiente industria regional.
 
La supuesta apertura política que dio al traste con las organizaciones revolucionarias que salieron en desbandada con la caída del muro de Berlín, no tenía otra intención que hacerse con el botín de los recursos de la nación, entre ellos las tierras del Aguán, sin ningún tipo de oposición. Los oportunistas que abandonaron las banderas de la lucha agraria convirtiéndose en explotadores del campo y fundaron partidos para aliarse en la práctica con los oligarcas, jugaron a llenarse los bolsillos, mientras en el campo,  los campesinos y los artesanos empezaron a ver disminuidas sus esperanzas.
 
Miles de artesanos, campesinos, y pequeños empresarios agrícolas se convirtieron en asalariados miserables, mientras el capitalista incrementaba sus caudales. Las emergentes ciudades comenzaron a apagarse para convertirse en fantasmales aldeas, o en ciudades cementerio.

Los grupos poderosos secuestraron el aparato del Estado y desde el Estado violaron y siguen violando los derechos humanos de los ciudadanos. El mayor responsable de los asesinatos, los crímenes de lesa humanidad, como las masacres en los centros penales,  la persecusión y muerte selectiva, la creación del clima de terror  la violencia sistemática y generalizada contra la población civil, se ha desatado desde el Estado y sus aparatos represores. Se mata individualmente o en masa a los jóvenes, trabajadores, campesinos, indígenas, periodistas, abogados vinculados a la defensa de los derechos humanos, amas de casa, niños y niñas.
 
La bestialidad horripilante, la saña, el desprecio manifiesto de la vida, las violaciones de mujeres por grupos de policías, la emboscada, el toletazo, la mordida, la extorsión, la intimidación del uniforme, la desidia en la investigación, el grito y la falta de atención a los humildes; si bien es cierto es una violencia que no puede achacarse en su totalidad al Estado, corresponde a un sistema en el que el Estado es el principal responsable.
 
Las Fuerzas Armadas y la Policía apuntan sus armas contra la población civil a la que desarman, mientras defienden a los poderosos y les permiten mantener arsenales que utilizan en contra de los ciudadanos humildes.
 
En el departamento de Colón, la población ya comenzó a darse cuenta que la Policía y el Ejército no son sus aliados ni sus protectores, porque de ellos y los grupos paramilitares provienen las balas que han hecho aumentar el asesinato de campesinos.
 
De continuar el hostigamiento a la población civil por parte de las fuerzas del Estado, la insurrección es un hecho que nadie podrá detener. Ni miles de asesinatos horrendos en las calles de Tegucigalpa y San Pedro Sula podrán callar el clamor de la justicia.