miércoles, 27 de mayo de 2009

MORGUE, un poema de Rainer María Rïlke


Ilustración de Kepa Karrasa


Ahí yacen dispuestos,
como si fuera menester
inventar,
póstuma, una acción,

que uno con otros,
y con este frío
sepa reconciliarlos y unirlos;
pues todo esto está aún como inacabado.

¿Qué nombre podría haberse hallado
en los bolsillos?
Pretendieron lavarles,
del borde de sus bocas,
el hastío:

Y no se fue; sólo quedó muy limpio.

Las barbas están aún un poco más duras,

pero más en orden, a gusto de los guardas,

sólo por no repugnara los curiosos.

Los ojos, tras los párpados,
se han dado
la vuelta,
y ahora miran hacia adentro.

jueves, 21 de mayo de 2009

Cuando despertaron, el señor gordo, el narizón y el feo sonaban la campanilla




Acaban de subir a su mayor tono las conversaciones de las familias burguesas, tan pronto como supieron de la testaruda decisión de llevar a cabo contra viento y marea la consulta popular que día a día ganaba adeptos más vigorosos, más entusiasmo y posibilidades de dar al traste con la añagaza de democracia que vivíamos en el país.

Era una contienda que poco a poco iba perdiendo las posibilidades de negociación y se tensaba hacia una ruptura en la que la participación masiva de la población sería determinante. Los escritores queríamos participar para ofrecer nuestro aporte, para escudriñar desde adentro, desde la trinchera de la revolución, para chocar con la realidad y avanzar hacia aquella oportunidad de crear algo distinto.

A veces nos daba risa el asunto. Ver el corre y corre de los desenmascarados voceros de los grupos del poder fáctico ataviados de conservadurismo, gritando de manera bufa, casi asfixiados, perdido definitivamente su sentido del humor. Ahora no reían y se les miraba circunspectos como nunca, pero tenían los calzones abajo y no contaban con un discurso para la ocasión. A los pobres candidatos presidenciales de los partidos tradicionales les había tocado sacar propuestas de los pelos sólo para ofrecer el triste espectáculo de la falta de programa, propuesta y agenda. La coordinadora Nacional de Resistencia Popular había sido rebasada por la situación y se pertrechaba en las candidaturas independientes en vez de orientarse hacia la organización y la movilización de las bases.

La derecha hondureña nunca tuvo propuesta, era nerviosa e impulsiva, capaz de hacer cualquier tontería en la desesperación. La izquierda jamás había tenido tan cerca la posibilidad de sugerir siquiera su propuesta, por eso se le veía con demasiado entusiasmo, casi frenética, casi perdida la objetividad respecto de aquella situación revolucionaria. Los escritores más cercanos al presidente, que no eran muchos y no gozaban de simpatía entre el gremio, se habían acomodado a los sillones afelpados del Altar Q, y no producían ninguna movilidad de cientos de escritores que intentaban incorporarse sin encontrar la vía expedita.

En definitiva, la organización de aquel proceso, la movilización alrededor de lo que ahora se denominaba "encuesta para la cuarta urna", era el imperativo de todos los que anhelábamos una sociedad socialista, democrática y participativa. Por primera vez Honduras estaba pariendo una sociedad y habían amenazas de aborto.

Cuando despertaron, el señor gordo, el narizón y el feo sonaban la campanilla.

domingo, 17 de mayo de 2009

La noche en que los poetas se reunieron en homenaje al suicidio

Ilustración de Jenny Saville

En memoria de Henry Galo, pintor hondureño recientemente fallecido en la ciudad de Tegucigalpa.



Mudos, o en breves escaramuzas, los poetas conversaron sobre el dibujante muerto.
Algunos pintores rapados mostraron sus bocetos en los que su imaginación era absorbida por la figura humana: anatomías fundidas en lápidas, fragmentos de cuerpos embozados por espesos lienzos, clones siameses abrazados por la espalda. Había también un hombre sentado sobre un inmenso pie humano observando un desierto y un cielo estrellado.

Los poetas hablaron de Calderón de la Barca, del origen del sentimiento de la angustia, de la osadía de Sade, del poema Muerte sin fin de José Gorostiza, de la Torre trunca de Cardona Bulnes, en fin, todas las posibilidades existenciales se reducían a los hallazgos de la memoria.

Hubo uno que leyó un poema dedicado al joven dibujante de rostro temprano, de carboncillo temprano, de recuerdo temprano, de partida temprana y de temprana sonrisa. También hubo aplausos, tímidos aplausos.

Una mujer de boina negra y cabellos desaliñados habló del último dibujo. Una serie de caballos precipitados contra las fauces de un farallón de piedra en el que se delineaba un rostro de mujer y miles de caracoles derramándose de una artesa de madera hasta caer al abismo como una lluvia de mariposas y pequeñas algas de plata.

Un poeta totalmente borracho entró al salón con un maletín asqueroso, atiborrado de papeles, botellas de licor y tabaco crudo, ofreciendo unos dibujos del artista fallecido por doscientos Lempiras. Ante el estupor del auditorio, sacó un cuadernillo sucio y se dio a la tarea de leer una historia sobre los piratas canadienses, banderas enterradas en las playas de hielo, tormentas, gruñidos y gritos de mujeres violadas en la arena boreal del polo norte.

Nadie podía poner orden en aquel homenaje atrofiado. Hubo quien dijo que el suicidio era una farsa, que no había tal, y que la reunión estaba de más. Pronto sacaron al bardo ebrio y la plática terminó en anécdotas peores.

Finalmente todo había terminado. El joven dibujante abrigó tempranamente su olvido.

domingo, 10 de mayo de 2009

Un poema perdido de Gustavo Campos

Ilustraci ón de Peter Funch


La forma de mi culpa

Ya no quiero recordar mis exorcismos,
ni el vaho de Bukowski
tantas veces citado en nuestra mesa,
ni mis borracheras,
ni mis vómitos en mitad de la Primera Avenida
ni mi absurda pasión por las mujeres perdidas,
ni mi sombra dibujada por un maldito caricaturista,
ni el testimonio de aquellas noches en que exprimí los sesos de Pesoa,
ni el revólver,
ni mi ansia de lanzarme al vacío,
ni mi grito partido en mil silencios,
ni la maldita fanfarrona comedora de poetas,
ni mi pluma ensartada en el ojo infame de mi muerte.
Quiero callar el chillido de Allen Ginsberg,
el ruido que hace en mi cabeza Baudelaire
y la orden nefasta del Marqués.
En este oscuro hospicio habita la forma de mi culpa,
y mi miedo,
y mi coraje para renunciar a todo.



JMM

miércoles, 6 de mayo de 2009

Paul Eluard y el mayor de los mitos

Ilustración: Dalí: Ángel caído




Libertad

Sobre mis cuadernos de colegial
Sobre el pupitre y los árboles
Sobre la arena sobre la nieve
Escribo tu nombre

Sobre todas las páginas leídas
Sobre todas las páginas en blanco
Piedra, sangre, papel o ceniza
Escribo tu nombre

Sobre las imágenes doradas
Sobre las armas de los belicosos
Sobre la corona de reyes
Escribo tu nombre

Sobre la selva y el desierto
Sobre los nidos sobre las retamas
Sobre el eco de mi infancia
Escribo tu nombre

Sobre las maravillas de las noches
Sobre el pan blanco de los días
Sobre las temporadas desposadas
Escribo tu nombre

Sobre todos mis trapos de azul
Sobre el estanque sol enmohecido
Sobre el lago luna viva
Escribo tu nombre

Sobre los campos sobre el horizonte
Sobre las alas de los pájaros
Y sobre el molino de las sombras
Escribo tu nombre

Sobre cada soplo de aurora
Sobre el mar en los barcos
Sobre la montaña lunática
Escribo tu nombre

Sobre la espuma de las nubes
Sobre los sudores de la tormenta
Sobre la lluvia gruesa e insípida
Escribo tu nombre

Sobre las formas que centellean
Sobre las campanas de los colores
Sobre la verdad física
Escribo tu nombre

Sobre las sendas despertadas
Sobre las carreteras desplegadas
Sobre los lugares que desbordan
Escribo tu nombre

Sobre la lámpara que se enciende
Sobre la lámpara que se apaga
Sobre mis casas reunidas
Escribo tu nombre

Sobre el fruto cortado en dos
Espejo y mi habitación
Sobre mi cama vacía
Escribo tu nombre

Sobre mi perro codicioso y tierno
Sobre sus orejas elaboradas
Sobre su pierna torpe
Escribo tu nombre

Sobre el trampolín de mi puerta
Sobre los objetos familiares
Sobre el mar del fuego bendito
Escribo tu nombre

Sobre toda carne concedida
Sobre la frente de mis amigos
Sobre cada mano que se tiende
Escribo tu nombre

Sobre el cristal de las sorpresas
Sobre los labios atentos
Bien sobre el silencio
Escribo tu nombre

Sobre mis refugios destruidos
Sobre mis faros aplastados
Sobre las paredes de mi problema
Escribo tu nombre

Sobre la ausencia sin deseos
Sobre la soledad desnuda
Sobre las marchas de la muerte
Escribo tu nombre


Sobre la salud vuelta de nuevo
Sobre el riesgo desaparecido
Sobre la esperanza sin recuerdos
Escribo tu nombre


Y por el poder de una palabra
Reinicio mi vida
Nací para conocerte
Para nombrarte
Libertad

(Paul Eluard)

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La magistralidad de Eluard, los recursos más sencillos del lenguaje, las anáforas que viajan casi en cada verso, una aparente naturalidad, una serie de recursos que pasan desapercibidos por estar más próximos al lenguaje natural, sin obstáculos, sólo para acercarnos a la emoción de ese contacto con el mayor de los mitos del hombre: La Libertad.

Supercero Dixit

martes, 5 de mayo de 2009

Un poema de Friedich Hölderlin

Ilustración: Antony Micallef


A LAS PARCAS



Sólo "un" verano me otorgáis,
vosotras las poderosas;

y un otoño para dar madurez al canto,

para que mi corazón, más obediente,

del dulce juego harto que me muera.

El alma que no tuvo en vida derecho
divino,
tampoco abajo descansa en el Orco;

pero si un día alcanzó lo sagrado,
aquello
que es caro a mi corazón,
el poema,
bien venido entonces,
oh silencio del reino de las
sombras.
Contento estaré,
aunque mi lira
allí no me acompañe;
por "una vez"
habré vivido como un dios,
más no hace falta.


domingo, 3 de mayo de 2009

Un poema de Wislawa Szymborska

Ilustración: Whale

A ALGUNOS LES GUSTA LA POESÍA

A algunos,

es decir, no a todos.

Ni siquiera a los más, sino a los menos.

Sin contar las escuelas, donde es obligatorio,

y a los mismos poetas,

serán dos de cada mil personas.

Les gusta,

como también les gusta la sopa de fideos,

como les gustan los cumplidos y el color azul,

como les gusta la vieja bufanda,

como les gusta salirse con la suya,

como les gusta acariciar al perro.

La poesía,

pero qué es la poesía.

Más de una respuesta insegura

ha habido a esta pregunta.

Y yo no sé, y sigo sin saber, y a esto me aferro

como a un oportuno pasamanos.

sábado, 2 de mayo de 2009

La provocativa belleza en la pintura de Valerio Carruba




Hiperrealista y obsesivo con la anatomía, Valerio Carrubba parece ser ese cirujano que se deleita mostrando los órganos internos de sus pacientes. Una provocación que nos atrae por cierto toque subrealista que aún nos logra seducir, a pesar de que intentamos cerrar los ojos.

Nació en Siracusa, Sicilia, vive y trabaja en Milán desde 1975.