A LAS PARCAS
Sólo "un" verano me otorgáis,
vosotras las poderosas;
y un otoño para dar madurez al canto,
para que mi corazón, más obediente,
del dulce juego harto que me muera.
El alma que no tuvo en vida derecho divino,
tampoco abajo descansa en el Orco;
pero si un día alcanzó lo sagrado,
aquello que es caro a mi corazón,
el poema, bien venido entonces,
oh silencio del reino de las sombras.
Contento estaré,
aunque mi lira allí no me acompañe;
por "una vez" habré vivido como un dios,
más no hace falta.