"Los pajaritos" de Lucian Freud, en la zona del derriere, de la modelo británica Kate Moss
Querido Léster,
Aprecio mucho tu texto sobre este problema de la originalidad, aunque desde mi punto de vista es más uno de inteligencia y capacidad de observar, diferenciar e interpretar. Quiero, en repuesta a tu texto, aportar los siguientes comentarios:
1. Primero que nada, ¿es posible que en Honduras nunca nadie haya leído las tesis post-estructuralistas de Barthes y Foucault sobre la idea del 'autor'? Para Barthes, darle un autor a un texto es limitar su capacidad interpretativa; no es el origen lo que hace un texto u obra, sino su destino, es decir, el público, pues es el único que con su imaginación e inteligencia puede completar la obra o integrar significados a ella. Para Foucault, más radicalmente, darle un autor a un texto es un síntoma de individualismo, ese flagelo del liberalismo decimonónico que nos llevó al atroz desarrollo del capitalismo durante el último par de siglos—cosa que quizá muchos curadores no pueden ver pues estamos dentro de la historia y no fuera de ella como les gustaría creer. Es asumir que podemos ser una comunidad mientras nos damos puñaladas en la espalda—cualquier similitud con la realidad hondureña es intencional.
2. Los parentescos formales que vos mencionás son, en gran medida, lo que hace la historia. Le déjeuner sur l´herbe, de Manet, se nutre muy de cerca de una reproducción que Raimundi hizo de una pintura de Rafael, y gran parte de la potencia discursiva del Manet surge de su diálogo con Rafael. Le déjeuner sur l´herbe es una obra que podemos ubicar al origen del movimiento modernista—qué curioso que haya ahí mucho de copia. Y aquí pues entra Derrida, gran lector de Barthes y alumno de Foucault: lo que hay al origen es siempre un signo que nos remite a otro y así hasta el infinito; o en palabras de Derrida, al abismo.
3. Me agrada mucho que abordés tu proceso, del cual han sido parte los aviones y barcos de papel desde hace años. Sin embargo, para pensar que los aviones de papel son una novedad, hay que ignorar todos los aviones de papel hechos antes de 2009 (que han de ser, en buen sampedrano, un pijazo), o estar muy envidioso de tu trabajo. ¿Acaso da Vinci no hacía aviones de papel, si quería volar en uno? Tu pieza tiene en común los aviones de papel con la de Dawn Ng. Esto no tiene nada de problemático. El problema es que haya alguien que no pueda observar las grandes diferencias que hay tanto en la estructuración de la obra como en el sentido que toma el espacio en cada caso. Esto equivale a no ver, a no saber nada de arte.
Y bien, eso quería apuntar por ahora. Te agradezco otra vez el texto, que ya he puesto en el archivo que desde hace años mantengo sobre tu trabajo.
Un abrazo grande,
Gustavo
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