Quizás se podría pensar que se trata de la peor bizarría poética, pero esto sería un halago en la postmodernidad. Los poetas habíamos llegado en distintos momentos a la confortable segunda planta del Taller del Artista, en la ciudad Tres Ríos (La Unión), Costa Rica. Luego vimos venir a la Madame, con su capa roja enredada en el dorso, la seguía otra hermosísima mujer de la que no puedo recordar el nombre. La Madame nos presentó al encargado del "burdel postmoderno" y nos explicó el mecanismo de funcionamiento del "Prostíbulo Poético". Nos habló de sus recientes realizaciones en New York y Barcelona. Los poetas, todos absolutamente de acuerdo en seguir la parranda poética, convenimos en prostituirnos, es decir, en regalar una noche de placer poético a quien lo requiriera. Primero nos presentamos en la planta baja, con poco auditorio, luego subimos y comenzaron a llegar los "clientes". Todas las putas estaban contentas. Yo, marino recién caído al puerto con enormes ganas de cogerme a cualquier mogigata o neofita del arte, me eché con Mis Causas Perdidas en la cómoda poltrona. Así viví una de mis mejores experiencias poéticas, en el Primer Festival de Poesía Latinoamericana, en Costa Rica.
El prostíbulo tenía el más confortable y cálido ambiente que he conocido, aunque mi lectura crítica la conservo para el deleite de los Poetas del Grado Cero. La Madame me fascinó.