Por Fietta Jarque
¿Qué fue primero, la Gioconda de
Leonardo da Vinci o la de su discípulo? Esa pregunta, que hace unos días podía
caer en el terreno de la blasfemia, hoy se puede plantear abiertamente. La
pintura que cuelga desde 1819 en el Museo del Prado, casi ignorada, ha saltado definitivamente a las primeras planas tras una restauración que ha
desvelado no solo el paisaje del fondo y el marco de la ventana o balcón ante
la que se ve a la enigmática mujer, sino los trazos y rectificaciones
semejantes en el trasfondo de ambos cuadros, invisibles para un simple copista.
La teoría expresada por Miguel Falomir, jefe del departamento de pintura italiana de
la pinacoteca madrileña, sostiene que esas correcciones solo pudieron haberse
realizado si ambos cuadros se pintaron simultáneamente. "No existen dudas
acerca de la simultaneidad entre la ejecución de la réplica y la del
original", ha dicho.Y aventura la idea de que maestro y discípulo situaron
sus caballetes uno al lado del otro ante la modelo florentina, Lisa di
Antonio Maria Gherardini. La cronología que se maneja actualmente indica
que la de Leonardo no se pintó de una sola vez sino a lo largo de los años 1503
a 1506. Eso plantea una serie de dudas y preguntas.
Las primeras que se me ocurren
son las siguientes:
a) aunque estén situados los dos pintores uno al lado del
otro no tendrían exactamente el mismo ángulo e iluminación, y ambas los
comparten, además de las dimensiones de la figura y otros detalles de la
composición; ¿con qué objeto indicaría un maestro a su alumno que haga una
copia exacta de lo que él mismo está haciendo, incluidas las correcciones a lo
largo del proceso? Sobre todo si el proceso, en el caso de la de Leonardo, fue
tan prolongado.
b) La Mona Lisa fue,
presumiblemente, uno más de los encargos que llegaron al taller florentino del
ya famoso Leonardo.
La del Prado (imagen de arriba, antes de la
restauración) está pintada sobre una pieza de nogal de gran calidad y realizada
con las mejores pinturas y pigmentos que podían prepararse en la época, según
señaló hoy en su exposición la restauradora, Almudena Sánchez. Razón por la que
se ha conservado tan bien durante más de 500 años. Eso significa que no fue una
copia de práctica para un aprendiz, sino la que se entregaría a quien la
encargó.
La Mona Lisa del Louvre viajó con Leonardo a Francia, no se conservan
bocetos previos (el maestro realizó cientos de otras de sus obras e inventos).
En el inventario que hizo tras su muerte en Amboise (Francia) Salai, su
alumno y amante, se la describe como La Gioconda "la mujer que
sonríe". Fue una obra muy querida por su autor, que no se desprendió de
ella. Se desconoce la procedencia de la del Prado. Según Falomir pertenecía a
las colecciones reales y posiblemente esté en ellas desde el siglo XVII, quizá
adquirida a Pompeo Leoni, escultor y marchante de arte de Felipe II, que
estuvo llevando y trayendo obras entre Milán y Madrid. Otra de las hipótesis de
Falomir apunta al marqués de Leganés, uno de los grandes coleccionistas de
arte de la época y poseedor de otras obras leonardescas, aunque esta Gioconda
no figura en sus documentos. Es decir, que la obra del Prado es la que salió
del taller, la obra de encargo.
c) La Mona Lisa del Prado
pasó inadvertida porque al menos desde finales del XVIII y principios del XIX
el paisaje del fondo se pintó de negro (en la foto de arriba, parcialmente
retirado durante el proceso de restauración). Los expertos explicaron ayer que
era una práctica habitual, "por motivos estéticos" (de moda), y que
otros cuadros como el Príncipe Carlos, de Sánchez Coello, también lo
sufrió y pinturas tan destacadas como La dama del armiño, de Leonardo, siguen luciendo ese
fondo aunque se han realizado estudios que indican que hay un paisaje detrás,
muy difícil de restaurar.
La espectacular limpieza de la Mona Lisa del Prado ha
revelado un paisaje similar, aunque no exacto a la del Louvre, que se considera
inconcluso. En el libroLeonardo da Vinci. Los secretos ocultos en sus obra maestras (Lunwerg,
2011), se apunta a que Leonardo pudo haberse llevado la Mona Lisa inacabada en
Florencia a su regreso a Milán, en 1504, donde habría pintado el paisaje del
fondo. El retrato encargado por Francesco de Giocondo debería haber sido
entregado antes. ¿Simultáneas las dos pinturas? ¿En qué momento y por qué
separó el maestro su caballete para ensayar nuevos efectos pictóricos,
revolucionarios en ese momento?
La Mona Lisa
del Prado. Luminosa, con un encanto innegable. ¿Por qué es mejor la de Leonardo? La
autoría sigue siendo muy discutida (no entraremos en ello en este post) y
Falomir quiso descartar la de Fernando Yáñez de la Almedina, de quien el Prado posee una
magnífica Santa Catalina, diciendo que éste lo habría hecho mucho
mejor que el pintor de esta Mona Lisa hoy restaurada. Las virtudes de la de
Leonardo pasan por los logros del sfumato en el célebre retrato. Una
técnica que requiere capas sucesivas casi transparentes de pintura para lograr
un efecto más etéreo y misterioso. Todos los pintores de la época (y de la
actualidad) podían hacer un mejor o peor retrato fiel al modelo, como este del
Prado. Pero quizá esa composición realizada en su taller hizo que el maestro
gestara la idea de darle una dimensión distinta, un experimento que le
complació tanto que no quiso desprenderse de él.
De momento, el Louvre se
debate entre emprender una arriesgadísima limpieza de su Mona Lisa o no. Los
barnices oxidados que la recubren deslucen su aspecto, aún más disminuido tras
el cristal blindado que la recubre y la seguridad tras su robo en 1911. Fue el
museo parisino el que pidió al Prado un estudio de su copia de la Mona Lisa
para la exposición que se inaugura el 29 de marzo, centrada
en laSanta Ana, de Leonardo. Y el Prado, tras descubrir mediante una
reflectografía infrarroja el paisaje del fondo, decidió limpiarlo. Ambas Mona-Lisas estarán
colgadas entonces a pocos metros una de la otra. La limpia y la deteriorada.
¿Las dos originales? La copia y la original, pero ¿cuál es cuál?
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