Al igual que un francotirador que
cerrara en el último instante sus ojos para lanzar el disparo, o después de
tensar el arco, con la esperanza de haber dado en el blanco. La alegría vendría
después, al revelar la imagen. La presea es el instante. Y había tanto
que no se veía.
El instante dura sólo una
milésima de segundo, constituye un fragmento del gesto, de la
mirada, de la sonrisa, del temor en el rostro de la mujer, del temblor en la
mano del anciano, del cristal roto. Cualquier circunstancia se encuentra
enganchada en el instante. La inocencia, el peso de los cuerpos caídos, la
fatiga en los ojos, el misterio de los personajes legendarios: Churchill, Mao, Fidel
Castro, Nehru y Chu En-lai.
Los espacios, las calles, los
callejones, los salones vacíos de los museos, la magia de las ciudades
olvidadas, los desiertos, los jardines, los prados y las playas; el árbol
caído, el arado abandonado.
Marc Riboud es un francotirador del instante,
tímido, juguetón, artista de la celebración del tiempo. Sus imágenes son la
evidencia de que la humanidad no ha pasado por alto la belleza del segundo
exacto de una mirada. Su elegancia natural para dibujar la atmósfera de la
belleza.
Cuando Marc Riboud dispara,
aparece la luz, y el momento jamás podrá extinguirse.
..............................................................................
No hay comentarios:
Publicar un comentario