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Por Jorge Martínez Mejía
POFF es una novela “trifurficada” (sé que existes, estúpida palabra, yo soy tu padre) en tres puntos de arquitectura: Un diario de pesadillas, una bitácora literaria perturbada, y un apetitoso bosquejo erótico. El conjunto nos revela las turbaciones que aquejan a un narrador, a un joven escritor, Santiago García, en el proceso de construcción de la misma novela que leemos. Las herramientas que utiliza Darío están ahí, al alcance de todos, el sueño, el humor, la ironía, la música, los garabatos, el desenfado, la simpatía del juego. Sin embargo estas herramientas en sus manos no se orientan a mostrarnos a un autor pretencioso, sino al jugador experimental de las letras, al poeta que descubre, no un camino, sino miles de posibilidades de decisión en el que, quizás nuestra misma lectura sea equívoca, pero es nuestra propia decisión. La estética que subyace en POFF es una que reclama el derecho a la expresión propia del autor, a su ensayo y ejercicio como derecho de libertad en la literatura, y eso es lo que produce un encanto avasallador… POFF es una novela joven, juvenil, pero madura y seria en el sentido de lo que implica el juego, la risa, la desacralización.
Lo mejor del texto se encuentra en las penúltimas páginas, y al igual que otras novelas recientemente publicadas en la región como Los Inacabados y El mundo es un puñado de polvo, se observa cierta rotura o fragmentación del discurso narrativo sostenido con mayor insistencia en cierto onirismo como herramienta clave, lo mismo que la irrupción de determinada fantasía literaria a la manera de un frustrado diario autobiográfico en el que la intencionalidad principal, el asesinato de Charles Bukowski, se ve malogrado por la honesta reflexión de que no se puede matar aquello que se ama, pero se puede matar, matándose…despojándose sin piedad del propio ego literario. Es en esta franqueza en la que la realidad invade el escrito como brasa de realidad lúdica. El onirismo en la novela no deja de mostrar una insistente intencionalidad estética, es decir, en la mayoría de las pesadillas se evidencia el símbolo de la belleza como objeto de deseo, ya sea bajo la forma de una mujer que duerme, o deja ver su dorso desnudo, o se ofrecen libros dulces, o algunas conversaciones sobre literatura con Charles Bukoswki. Las irrupciones de realidad son esporádicas, la mayor parte del tiempo de la novela transcurre en espacios oníricos que encajan perfectamente con los fragmentos de fantasía literaria y los recortes de realidad erótica, creando un dinámico collage bajo la forma de una desquiciada bitácora en la que el personaje principal, el narrador, nos cuenta con desenfado, con lenguaje rico y desenvuelto, sus experiencias líricas. Rica, interesante, inteligente, cargada de humor y argumentos maduros, POFF es sin duda una gran primera novela de Darío Cálix.
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