JAIRO LÓPEZ, GUERRERO DE NUESTROS DÍAS
Por Jorge Martínez Mejía
En el maremágnum de asesinatos, asaltos, tráfico de drogas, armas, influencias, saqueo del bosque, minas, energía, etc., el crimen político parece desvanecerse. Sin embargo, al leer cuidadosamente entre líneas la salvaje actitud de la oligarquía y sus estructuras de poder criminal (llámense escuadrones de la muerte, sicarios, supuestos accidentes, sicariato judicial, etc,), no podemos menos que considerar que se trata de una estratagema conocida antiguamente como cortina de humo.
En la profundidad de la crisis, en la zona más oscura de su caída, la oligarquía hondureña está produciendo una asquerosa estratagema de violencia política. Definitivamente no se puede frenar ni la ola criminal ni la matanza política mientras el ejército esbirro se cruce de brazos en la más burda complicidad del asesinato de la población hondureña.
Una golpiza, la recibida por el compañero Jairo López, de la banda Café Guancasco, golpeado con saña y salvajismo por supuestos asaltantes ayer en horas de la madrugada, sólo puede ser el trabajo de un grupo de aprendices de escuadrones de la muerte, pero con el formato muy bien aprendido, puesto que el delito se diluye perfectamente ante el mascarón del desenfrenado delito común.
Denunciar es inútil en este país, pero dejamos constancia de que sabemos de dónde viene y para dónde va esta atroz desgracia burguesa: A su indefectible funeral que, no lo dudamos, será estruendoso y humillante.
Jairo sanará y volverá al escenario de la canción, su trinchera de guerra limpia, pero los burdos no frenarán su caída hasta convertirse en la más pútrida y muerta mierda oligárquica.
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