En la gráfica, miembros del Consejo Local de Cultura de Masca discutiendo su problemática cultural
Por Jorge Martínez Mejía
La pérdida por desuso de cualquier lengua original de Honduras es una inmensa catástrofe cultural. En nuestro país es normal observar como pueblos originales están siendo diezmados paulatinamente, sometidos al más bárbaro abandono, ante la desidia de toda una comunidad manipulada e incongruente con su propia cultura.
La comunidad de Masca, en el municipio de Omoa, Cortés, al igual que otras comunidades étnicas, se encuentra perpleja ante la realidad de ver morir su lengua materna delante de sus ojos.
La población de Masca, mayoritariamente garífuna, convive en una admirable fraternidad con la población de los mestizos ladinos, ambas poblaciones orgullosas de las tradiciones culturales garífunas, y ambas preocupadas ante la palpable verdad de verla desteñirse poco a poco. Las culturas populares hondureñas sobreviven marginales y desconocidas, haciéndole frente a su problemática y heredando mayores complicaciones a las nuevas generaciones.
La población de Masca, mayoritariamente garífuna, convive en una admirable fraternidad con la población de los mestizos ladinos, ambas poblaciones orgullosas de las tradiciones culturales garífunas, y ambas preocupadas ante la palpable verdad de verla desteñirse poco a poco. Las culturas populares hondureñas sobreviven marginales y desconocidas, haciéndole frente a su problemática y heredando mayores complicaciones a las nuevas generaciones.
No obstante, la etnia garífuna parece vivir una especie de falaz apogeo de su fuerza cultural. En algunas ocasiones se ha observado una excesiva alharaca que esconde la seria problemática a que se ven enfrentadas en su cotidianeidad las excluidas comunidades garífunas de la periferia caribeña de Honduras.
Sometidos a los vaivenes de la política vernácula y a las modas que impone el neoliberalismo, sus líderes exponen con desenfadado orgullo la vitalidad de su cultura, ocultando la gravedad de su propia situación y usufructuando una herencia que poco a poco fenece.
Por otra parte, los nuevos líderes de la “cultura hondureña en resistencia”, con una inteligencia ciberespacial, modulan sus voces precipitados en el afán de colocarse en la estructura del poder naciente, mostrando poco interés en la esencia de la problemática de los verdaderos hacedores de cultura.
Y todo lo que han ido perdiendo se lo deben al modelo de penetración cultural capitalista que antepone el capital al sujeto humano (el turismo a la cultura). No solamente nos hace falta una Ley de Cultura o hacer efectiva la Ley de Educación, sino más bien reconocer al verdadero sujeto hacedor de cultura, al sector cultural.
El asunto de Masca, como el de otras comunidades étnicas que están perdiendo el uso de su lengua, como emergencia cultural, requiere una estrategia científica que permita revitalizar el uso de su lengua materna, porque no sólo es un dialecto, sino una lengua, es decir una cosmogonía dañada en su dispositivo de transmisión cultural.
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