En estos días asistimos a un inédito espectáculo político de la oligarquía golpista en torno a la reforma del artículo 5 constitucional para eliminar las restricciones a las figuras del Plebiscito y el Referéndum.
El show divide sus posiciones entre el bloque gubernamental, liderado por los Presidentes de los poderes Ejecutivo y Legislativo, partidarios de las reformas, y el bloque del golpismo “blanco” liderado por las figuras más visibles del Golpe de Estado, opuestas a las mismas.
¿Los golpistas mas melistas que Mel?
Pepe Lobo y Juan Orlando Hernández llegan a proponer la “consulta sin limitaciones al soberano”, quitándole, además, todas las restricciones que hacen imposible convocar esas consultas populares; se muestran abiertos para reformar los artículos “pétreos” de la Constitución y para convocar a una Asamblea Constituyente; y hasta se han atrevido a plantear la conveniencia de la reelección presidencial alterna, cuestión que ni el mismo Manuel Zelaya llego nunca a proponer.
Nos venden un paquete supuestamente tan avanzado que proponen que se apruebe la “Iniciativa de Ley Ciudadana”, según la cual con tres mil firmas los ciudadanos podrían presentar proyectos de Decreto.
En el otro extremo, las figuras más visibles del golpismo dicen aceptar que se quiten los requisitos que hacían imposible el Plebiscito y el Referéndum, pero no aceptan abrir las puertas a la reforma de los artículos “pétreos” y ni a la Asamblea Constituyente. El mismo Micheletti, Saavedra y otros gorilas han salido a amenazar con una crisis política peor que la del 2009, si las reformas se aprueban.
¿Cómo se explica que Pepe Lobo y Juan Orlando, que ayer fueron capaces de participar en el Golpe de Estado, hoy defienden las reformas con que lo justificaron? ¿Cómo se explica ese conflicto entre los golpistas?
Más de algún ingenuo podría creer que en verdad se trata de un conflicto entre “reformadores” y “conservadores”. Pero no hay que llamarse a engaño. Así como no es posible que de la noche a la mañana la basura se transforme en oro, tampoco es posible que los que ayer apoyaron el Golpe de Estado, se hayan transformado en sinceros abanderados de las transformaciones políticas que propuso Mel Zelaya.
Entonces algo se oculta detrás de esas apariencias.
Este show no es otra cosa sino un paso más en la ruta diseñada por los estrategas de los Estados Unidos para consolidar el régimen golpista en Honduras; aunque en esa estrategia Pepe y Orlando tengan que camuflarse como el camaleón y sacrificar algunos chivos expiatorios del golpismo recalcitrante o “tonto útil”.
Atemos cabos.
Una medida desesperada fruto de la presión internacional
En la primera semana de diciembre 2010 vino a Honduras Arturo Valenzuela, Secretario Adjunto para América Latina del Departamento de Estado de Estados Unidos, la segunda figura más importante de la diplomacia gringa después de Hillary Clinton. Vino a llamar la atención al gobierno de Pepe Lobo por no haber mostrado avances en el tema del reintegro del Presidente Zelaya y en el castigo a las caras visibles del golpe de Estado.
Pepe Lobo atestigua también que los Presidentes de Panamá, Costa Rica, México y Colombia, todos de derecha, lo presionan para que “arregle lo más rápidamente posible” el reintegro de Mel.
Las repercusiones de esta presión política comienzan a sentirse en la economía. Los Estados Unidos decidió no otorgar los beneficios de la Cuenta del Milenio (unos US$ 200 millones) al Estado de Honduras durante el año 2011, paralizando muchos proyectos de la administración pública. Según Gabriela Núñez, reconocida golpista, también “otros paquetes de ayuda están en peligro”
Como consecuencia de esta presión, Pepe Lobo y Juan Orlando Hernández tomaron varias iniciativas:
1) En un juzgado común, iniciaron el “lavado” del expediente de Manuel Zelaya de las acusaciones que le levantaron después del Golpe, asignándole incluso defensores públicos a cargo del Estado;
2) estudian la aplicación de la amnistía política para que se le aplique al Ex Presidente Zelaya; y,
3) presentan la audaz propuesta política de dejar sin restricciones el plebiscito y el referéndum, aparentando haberse vuelvo más melista que el mismo Mel.
Los “blancos” o golpistas recalcitrantes, sienten que serán el plato desechable del almuerzo y se aprestan a defenderse. Su primera medida fue derogar en el Congreso Nacional la iniciativa de Juan Orlando Hernández que permitía investigar las actuaciones del Fiscal General del Estado.
¿Por qué tanto interés en que retorne Mel?
En un escrito reciente, sostuve lo siguiente:
“…la política de la Embajada norteamericana contempla la construcción de un escenario propicio para que Mel se reinserte a la vida política del país bajo sus reglas del juego, con el fin de reconstruir la principal institución política del bipartidismo (el Partido Liberal) (“Estrategia Imperial y Resistencia Popular en los tiempos del Frente Amplio”, 23 noviembre 2010)
En efecto, el imperio del norte es consciente que para cerrar la crisis abierta con el Golpe de Estado, necesita, por un lado, debilitar la beligerancia de la Resistencia popular y, por otro lado, que un Mel moderado le ayude a legitimar al régimen golpista. Eso pasa por persuadir a ambos de que colaboren en el montaje del proceso electoral de 2013.
Pero para llegar a ese punto, el régimen necesita dar algunos pasos previos para crear las condiciones internas de la trampa política, lo que supone haber convencido o disciplinado a los golpistas recalcitrantes, que temen ser los sacrificados en esa jugada.
El trasfondo de las medidas de Pepe y Juan Orlando
En ese sentido, la contorsión política que hoy protagoniza la oligarquía es una trampa para Mel y para la Resistencia. Veamos por qué.
El proceso de “limpiar” el expediente de Mel en un juzgado común, sigue un procedimiento jurídico viciado de nulidad ya que el Código Procesal Penal establece en sus artículos 414-417 que un alto funcionario (Mel es diputado al PARLACEN) solo puede ser juzgado con un procedimiento especial, por lo cual en cualquier momento el primero puede ser dejado sin efecto y Mel ya estaría expuesto en el país a un eventual chantaje judicial de la Corte Suprema golpista.
La amnistía se aplicaría en doble vía, también a los golpistas, con lo cual el ex presidente Zelaya habría contribuido a reconocer la legitimidad del Estado que lo amnistía y la impunidad de aquellos.
En cuanto a la propuesta sobre el Plebiscito y el Referéndum, en realidad se trata de una ilusión porque aunque las trabas que ahora tiene dicho artículo fueran eliminadas, el resultados de esas consultas no serian vinculantes para el Congreso, pues este se reserva el derecho de decidir si acepta o no ese resultado y de decidir en qué términos se hace la consulta. Además es una forma de legitimar la Constitución de 1982 que fue rota con el Golpe de Estado.
Sobre los artículos “pétreos”, lo único que incluye la reforma es la posibilidad de consultar al Pueblo sobre ese tema, pero aunque votara masivamente por su reforma, el Congreso siempre puede alegar que la Constitución no lo permite y ahí acabaría todo.
Y en cuanto a la Constituyente es claro que hablan de una “constituyente” integrada por los mismos partidos golpistas, similar a la que pario la Constitución de 1982, por lo cual el Pueblo Hondureño y la Resistencia no ganaríamos nada. Peor aún, no dudo que la oligarquía aprovecharía la oportunidad para destruir las conquistas sociales de la clase trabajadora (estatutos profesionales, reforma agraria, etc.), tal como lo recomienda el COHEP.
Por tanto los propósitos reales de estas propuestas son fortalecer el régimen continuador del Golpe de Estado, levantando las banderas que en su momento defendió el Presidente Zelaya pero deformándolas y utilizándolas a favor de la estrategia norteamericana para debilitar a la Resistencia y de paso fortalecer el régimen continuador del Golpe.
El futuro del régimen depende de que logre esos objetivos. De la Resistencia depende que lo permitamos.