Por Rigoberto Paredes
"Neo", "post" y "pre" son tres socorridos prefijos (¡socorro!) de los que suelen valerse los profesores de literatura para acotar tiempos (y agotar mi paciencia) a la hora (¡todas, todas!) de imponer, sin el menor rubor (sin ningún rigor) antojadizas periodizaciones en la ya de por sí bizarra tradición literaria hondureña, especialmente cuando de tradición poética se trata. Y por si fuera poco, se habla también, pongamos por caso, de lesa temeridad, de "transvanguardistas", "novísimos", "jóvenes", "insulares" y hasta de "inéditos" (Por cierto, no existen los grandes poetas inéditos, Neruda dixit).
Como enemigo jurado que soy de las chanzas taxonómicas, así como de los legos de los infantes y de los infamantes catálogos y casillas -aún de los de última generación, como dicen las nuevas generaciones-, me encuentro ahora en tremendo aprieto para poder referirme a Autoretrato de un payaso adolescente, del joven poeta (¡y dele con las benditas chanzas taxonómicas!) Magdiel Midence, naqcido -para más señas- en algún año del milenio recién pasado, con uno que otro poema publicado y leídopor ahí (en plazas, cafés, alcobas (con desayuno incluido) y contadas y sonadas incursiones en festivales de poesía. Parece que también estudia Letras (¡ay!), pero lo mejor de todo (¡caro Apolo!) es que ha leído a Blake, Nerval, Baudelaire, Rimbaud, Pound, Eliot, Vallejo, Borges y a Jehová, nada menos. Este será su primer libro de poesía publicado, con copyright y ISBN incluidos. El primero, digo, porque tiene dos o tres más"bajo-bajo", como debe ser...por aquello de que las jóvenes admiradoras nunca se cdonforman con uno solo, ¿verdad?
Este autoretrato luce un trazo compositivo muy sui génereis (como bien diría un pintor de fina hebra). En realidad son varios retratos, retazos de retratos plazmados en capítulos en extraña y aparentemente errática bifurcación. Capítulo primero, Otro capítulo, Capítulo cualquiera, y así por el estilo, pasando por algunos que turban y más turban: "Ontología del miedo", "Estructura del insomnio", "Retorno del caos", y cosas así.
El Capítulo VII calza el título del libro, y es quizás el más personal, pasional inclusive, el que más se parece al autoretratista retratado. No es el mejor, pero tampoco desmerece ante otros mejor logrados, en los que un lector avispado puede desentrañar, desmaquillar más bien, el verdadero rostro del autor. A mí me gustan todos por igual, pero no me pregunten por qué. Al fin y al cabo, a ustedes qué les importa.
En estas páginas encontrarán de todo. Digo, todo lo que un autoretrato debe tener: buena pinta, caradura, catadura, pose, porte, mueca prisa por romper los moldes, las molduras y esa risa de loco tras bastidores. Para qué más. Ah, y buen aliento poético, bastante limpio, aseado, pasado por los santos óleos de esa sedición verbal que flamean en la mente del primerizo.
Voy a terminar repitiendo lo que dicen los prologuistas de oficio: este joven poeta tiene futuro, ha comenzado con buen pie, su libro es buenoi, digno de aplauso, (se oye una descarga de aplausos prolongados).
Y no deja de ser cierto lo que esos cavilarían a la hora de clavarle los respectivos alfileres taxonómicos. Aunque yo, -desjuiciado bachiller en ciencias y letras- le haría creer al lector (¡Hippocrite lecteur!) lo mismo que el retrato del autoretratado quiere decirnos: "Mejor tené, leelo".
Rigoberto Paredes
Magdiel Midence en la presentación de su libro
CAPÍTULO PRIMERO
Lo que me frustra es la idea de pensar en escoger a Poe, Baudelaire, o Molina, no así en el caso de la Duermevela, Debiera usted ver la belleza de
sus labios, brillan como cascada de rosas.
"Salve
in nomine die nostri rex excelsi;
Rey de los abismos,
poderoso señor a quien el mundo rinde culto..."
-Disculpe, como decía, es tan bello el infierno, tanto así que Frankestein
es una margarita.
-Pero cuando estuvimos en los paraísos artificiales no fue tan malo.
-¡Ja! Te acusan de ser Dulcinea...
-Sí...sin embargo soy capaz de provocarte un ataque de nervios.
La última vez que la vi tenía en su regazo mi memoria, pero no me sonreía,
ni me hablaba.
Buscaba la forma de ahuyentarme comol un fantasma de algo que fue, al
presente.
"Potentum tou mondi de inferno,
Salve,
Et non potest imperor, rex maximus;
Tú que dominas desde los antros tenebrosos
del infierno hasta la superficie de la tierra
y sobre las aguas del mar,
Salve..."
No, no estoy equivocado, Borges debe ahondar más en sus ensayos.
Pizarnik, te amo; tus ojos son como mariposas en el jardín de mis sueños...
Perdón, perdón, una vez fui acusado de estar loco, pero me alejé; sin embargo
hoy en día, a casi dos semanas del golpe de Estado, estoy harto de la
mala poesía, las pastillas, y sobre todo el del crimen organizado.
-Ahora que recuerdo...La mujer de los copetillos, esa que tanto te da risa
-sí, ajá, ella;
una vez te dijo: no vas a trascender, no lo vas a hacer, tenés que ser humilde,
yo si soy sensible..."
-Seré claro:
A la mierda con vos y también con ella.
-Tengo miedo-
Tenelo en cuenta.