jueves, 7 de octubre de 2010

RÉQUIEM PARA UN PERRO QUE PUDO SER POETA

                                                                    Osito

RÉQUIEM PARA UN PERRO QUE PUDO SER POETA

Por Jorge Martínez Mejía

A Osito


Te fuiste a la calle otra vez. Mi hermano Luis está más sólo y yo parezco maje escribiéndote como si alguna vez leíste. Para quedarte te fuiste, para no salir nunca de esta casa. Recuerdo esa vez cuando murió mi mamá que llegaste tres veces por la noche, rascabas el portón y otra vez salías corriendo. Tres veces llegaste y tres veces te fuiste. Dice Karen que nos avisaste, que vos sabías antes de las cosas. Mi mamá también decía que eras más que gente, obediente, tranquilo, cuidador de la casa, buen compañero. Nadie se quejó de vos, nadie dijo callen a ese perro, échenle veneno. Mi hermano Luis quizás te quiso más que yo, mi mamá tal vez te quiso más que yo, mi hermana Vilma yo sé que lloró al saber que te habían matado porque también te quiso más que yo, porque todos te quisieron más que yo. Pero sólo yo supe cuánto me querías. Vos supiste lo que es tener por compañero a un poeta de mierda, compartiste conmigo los mendrugos, te quedaste en los peores momentos, te cayó varias veces la tormenta, pero no te fuiste. Hoy, al contrario, te fuiste, sólo para quedarte como un trazo de agua en mi memoria. Ya no te vas a ir jamás, ya estás muerto, hermano mío perro. Poeta pudiste ser, soneto roto, palabra que ladra en la noche, sólo para mi hermano Luis.