sábado, 8 de mayo de 2010

CARTA A LA MADRE: Salvatore Quasimodo


Carta a la madre


"MATER dulcíssima, desciende la niebla,
el Navío choca confusamente contra los muelles,
los árboles se hinchan de agua, arden de nieve;
no estoy triste en el Norte; no estoy en paz
conmigo mismo, mas no espero
el perdón de nadie; muchos me deben lágrimas
de hombre a hombre. Sé que no estás bien, que vives
como todas la madres de los poetas, pobre
y con escasa provisión de amor
por los hijos lejanos. Hoy, soy yo
quien te escribe" . Por fin -dirás- dos palabras
de aquel muchacho que huyó de noche con su chaquetilla
y algunos versos en el bolsillo. Pobre, tan imulsivo,
lo matarán algún día en algún lugar.
"Cierto, lo recuerdo, fue en aquel muelle gris
de trenes lentos que llevaban almendras y naranjas
a la desembocadura del Imera, el río lleno de urracas,
de sal, de eucaliptus. Pero ahora te agradezco,
-sólo esto quiero-
con la misma ironía que pusiste
en mis labios, apasible como la tuya.
Esa sonrisa me ha salvado de llantos y dolores.
No importa si ahora tengo alguna lágrima por ti,
por todos aquellos, que como tú esperan
y no saben qué. Ah, amable muerte,
no toques el reloj que late en la pared de la cocina,
toda mi infancia pasó sobre el esmalte
de su cuadrante, sobre aquellas flores pintadas:
no toques las manos, el corazón de los viejos.
¿Pero acaso alguno responde? Oh, muerte de piedad,
muerte pudorosa. Adiós, querida, adiós mi dulcíssima mater".