En Comayagua, en Siguatepeque, en Copán, en El Progreso, en San Pedro Sula, en La Ceiba, en Tegucigalpa, en Choloma, en La Entrada (Copán), en Choluteca, en Omoa; en fin, en cada lugar por el que hemos pasado, los hondureños se mantienen en pie de lucha permanente. A veces con un poco de timidez al tomarse importantes vías de comunicación, deteniendo el tráfico, pero en la mayoría con mucha indignación, con una convicción inusitada. Los pueblos garífunas purifican el ambiente con sus incienzos, los lencas con el copal, y todos con la alegría de los artistas del pueblo, que hoy más que nunca han dicho presente para frenar el golpe de estado.