lunes, 29 de junio de 2009

El pueblo: Su libertad para decir qué putas quiere


De izquierda a derecha: Kike Gorilindres, José Gorifredo Savedra, Roberto Goriletti, Salomón Velásquez Nadie, David Gorimoros Batson y Figuretti

Valiente y desafiante nuestro pueblo no se rinde

Los gorilas del ejército en su papelón de traidores del pueblo


La vieja guardia radical de la derecha hondureña gestora de la APROH, los escuadrones de la muerte, las desapariciones forzadas de los 80´s, la presencia de la Contra revolución nicaragüense, la venta de la soberanía nacional y la destrucción de las iniciativas populares; es, en definitiva, la responsable del golpe de estado en Honduras. Su concepción anquilosada y un acérrimo temor al cambio social la han envalentonado para poner en marcha el plan "Muerto el perro, se acabó la rabia". Ya en diversas ocasiones se habían presentado los nombres de los representantes de los grupos fácticos que orientaban todos sus recursos para frenar el proceso de la encuesta de opinión popular del 28 de junio, y en su momento su complot fue denunciado por el presidente del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras (CODEH), junto a los planes de un magnicidio. Al final, en la desesperación y al filo en que nuestro pueblo se encaminaba con entusiasmo a ejercer su derecho a opinar sobre su destino, apareció el factor fuerza como un fantasma con el rostro de un grupo de generales retirados (unos pocos dieron la cara) para realizar la operación "Perro muerto", con todas las características del batallón 3-16 reforzado. Todas las piezas de la vieja guardia de la reacción hondureña han funcionado con el manual que implementara Pinochet contra Salvador Allende, bajo la dirección y respaldo de la CIA. Los flamantes "demócratas" "salvadores del orden constitucional" no pueden soportar ver el ascenso de los descalzos por alcanzar un poquitito del poder. Como fieras frenéticas y rabiosas se lanzaron contra las piezas claves del legítimo gobierno de Honduras, contenidas de cometer el asesinato únicamente por el terror que les causa el poder popular, la turba enfurecida. Para apagar los ánimos de la población desconectaron la luz, las comunicaciones, y desataron su persecución a los comunicadores comprometidos con la causa popular, quienes se encuentran clandestinos en este momento. No obstante, vivimos en otros tiempos. Los pequeños goriletis tienen las horas contadas. El pueblo se prepara en silencio y más temprano que tarde volverá por lo que le pertenece y que le han robado: Su libertad para decir qué putas quiere.