lunes, 31 de diciembre de 2007

De la poesía hondureña, rescato la narrativa

De la poesía hondureña, rescato la narrativa, por su sentido láxico, por su edificio de teja y su perrito negro. Me gustan las bicicletas metafóricas de Nelson Merren, la torre trunca de Cardona Bulnes, los corridos populares, las rancheras del Grado Cero, la influencia de la Mega Barra en la política de la Embajada Americana. Es algo especial estar enfermo de poesía, pero curarse y fornicar es mejor que pagar impuestos o ir de paseo con su guitarra prestada. Roberto Quesada es un político narcisista, su pie en el estribo, su verso, su página en blanco. Juan Ramón Molina se elevó tan altó y se estrelló en un charco. Y de eso hace casi cien años.

No hay comentarios: