sábado, 1 de enero de 2011

Fallece Francisco Ruiz Udiel

Tomado de www.elnuevodiario.com.ni


* Incansable promotor cultural

Redacción Central

MANAGUA - 13:58 - 01/01/2011


Hoy en la madrugada falleció trágicamente el joven poeta Francisco Ruíz Udiel, de 33 años. Según un comunicado enviado por El Centro Nicaragüense de Escritores y el Festival Internacional de Poesía de Granada.

A Udiel se le conoce por su mérito como uno de los más representativos poetas de su generación, la cual dejó plasamada en dos antologías realizadas en colaboración con su entrañable amigo Ulises Juárez Polanco: "Retrato de poeta con joven errante"  (2005), y "Poetas, pequeños dioses" (2006). Por la calidad de su obra poética reflejada en su poemario "Alguien me ve llorar un sueño".

En el 2005 recibió el " Premio Internacional Ernesto Cardenal, de poesía joven."Editor y divulgador cultural, al momento de su deceso era funcionario del Centro Nicaragüense de Escritores, y además se desempeñaba como Jefe de Redacción de la revista "El Hilo Azul", órgano de éste CNE. 

Fue un incansable promotor cultural y participante asiduo de talleres literarios para maestros. Ulises  escribió: "andar tranquilo por el poetry's boulevard. Caminar con calma entre tanto vértigo, dice mucho. "Mucha noche, mucha soledad y mucho humo". 

Su vela será en Funeraria Reñazco mañana domigo 2 de enero a las diez de la mañana. El lunes 3 de enero partirá el cortejo fúnebre al Cementerio General de Managua, en Monseñor Lezcano. 

"Todos los escritores lamentamos su partida, que enluta la juventud de nuestra cultura. ¿Te vas para no volver? No lo creemos, pero todos vamos a llorar su sueño". reza el comunicado firmado por Luis Rocha Urtecho, presidente del Centro Nicaragüense de Escritores.

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Una muestra de su obra se puede encontrar en: http://www.artepoetica.net/Francisco_Ruiz1.htm


Un relato final de Francisco Ruiz Udiel

LA MUERTE DE FRANCISCO





Por Francisco Ruiz Udiel

Cerca de la funeraria, de negro y con corbatín azul, uno de los mariachis estremece su trompeta de bolsillo; en ésta se refleja el rostro de un hombre que baila en forma de marea, tiene una cerveza en una mano, alza una fotografía en la otra. Lleva la mirada de los resignados.

Me acerco en silencio para preguntar con disimulo de quién se trataba, quién es el otro que ya no está.

Se llamaba Francisco, dice una niña. Veo hacia abajo para saber si aún conservo mi sombra, que no estoy muerto, pero el día está gris y me lo impide.

Recuerdo el método del fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson, quien se acercaba invisible hacia su objetivo y luego apretaba el botón de su cámaraLeica. Decido practicarlo. Me dirijo hacia otro grupo de personas. De un automóvil sale una mujer y haciendo uso de la empatía comento que no hay detalle más hermoso que te recuerden con alegría. Asiente y empieza a hablar.

Se llamaba Francisco. Nació en Diriamba. Murió de cáncer de esófago. Tenía 64 años. Era furgonero en Estados Unidos. Lo van a cremar aquí. Vamos a dispersar sus cenizas en Los Ángeles y en Texas.

Pienso en cómo la vida de un hombre puede llegar a resumirse en pocas líneas. Minutos después llega un cercano de la familia con una corona de flores, una cinta púrpura muestra el nombre escrito con escarcha. 

Me angustia ver. No quiero saber su nombre completo. Tampoco quiero ver la fotografía que alza quien añora la partida con la imagen en mano. Me alejo con el rostro de invierno hacia la tarde, con miedo, con la pequeñez de no saber quién soy.