El manuscrito. Anónimo.
(Primer
Informe de la Dirección Internación de Asuntos Literarios para Honduras)
Tegucigalpa D.C. Enero 2017.
Anocheció este año en la tronazón de cohetillos
lanzados por niños descalzos.
Es el día 3 de enero de 2017.
Hemos llegado a Honduras como agentes encubiertos
a investigar un poema mal hecho.
Nadie quiere saber, porque a nadie le interesa,
de qué se trata semejante bobería.
Tenemos nuestro término de referencia muy claro.
No nos interesa ni el origen ni el sexo del baboso.
Vinimos a hacer el trabajo sucio de la literatura
hondureña.
Ayer por la tarde, rondó por el Parque La Concordia, o por
el despojo que de él queda, un tal Mister K., cargando un viejo adobe colonial;
un pan extraído del sótano de la Biblioteca Nacional.
Aunque las bombillas del viejo sótano apenas alumbra en
los rincones,
Mister K. se las ingenió para encontrar, a tientas, el
bodrio de un poeta desaparecido durante el huracán Mitch, un tal Joaquín
Midence.
Al pase del amante furtivo, llegó Míster K. Estuvo, por la
tarde del lunes 2 de enero,
viendo el decrépito río en que se hundiera el bardo.
Un niño huesudo lo miró desde una esquina y fue a
entregarle un fruto muerto, una semilla, la que lanzó molesto a las sombrías
aguas del río Choluteca.
El día galopó como un canalla enfermo.
La tarde y sus cenizas aplastaron las sombras y los
últimos ecos de las fiestas navideñas.
La Hermandad de la Uva (de la cual estamos seguros forma
parte Míster K) ha conspirado. Se ha llevado la única copia, el manuscrito que
relata las costumbres violentas de los poetas vanguardistas de la capital
hondureña.
A las once de la noche lo vieron cruzar con el viejo objeto al hombro, y reírse, gradas abajo, por donde se esfumó burlando el somnoliento
desorden.
No hay comentarios:
Publicar un comentario