sábado, 28 de febrero de 2009
Un poema de Giuseppe Ungaretti:
DISTANTE
Versa, 15 Febrero 1917
Distante en una tierra distante
como a un hombre ciego
ellos me han abandonado
Versión de Rafael Díaz Borbón
jueves, 19 de febrero de 2009
Las Seis Propuestas de Calvino para el Siglo XXI
I. Calvino
Al comenzar el Siglo XXI todas las ideas se agolpan procurando un protagonismo que sólo es posible entrever si se acompaña de evidencias tangibles. Es decir que un planteamiento sólo resiste la mirada fugaz si se acopla perfectamente a las necesidades discursivas de una fracción en el tiempo, de un momento específico de la época. En el caso de Ítalo Calvino, su trayectoria como escritor y el peso de su obra literaria hacen que sus planteamientos se sostengan con la misma intensidad de Jorge Luis Borges, Octavio Paz o Roland Barthes. Sus inquietudes y su lectura particular de la Postmodernidad lo convierten en uno de nuestros obligados hacedores y maestros.
En las Seis Propuestas para el próximo milenio, un texto clave en la actualidad literaria, Calvino nos muestra su poética y señala de manera prospectiva el derrotero de la literatura de cara al siglo XXI. El origen del texto es la invitación que le hiciera la Universidad de Harvard para participar en la cátedra “Charles Eliot Norton Poetry Lectures”, mediante seis conferencias. De manera que Italo Calvino cifra su atención en el libro como objeto que concentra el conocimiento, la capacidad imaginativa y expresiva de las lenguas de occidente, su expansión y experimentación expresiva, por lo que denomina al milenio anterior como “el milenio del libro”. Desafortunadamente, Calvino no pudo concluir las seis conferencias, puesto que falleció una semana antes del viaje a Harvard, legándonos cinco de las seis lecciones prometidas.
Calvino se propuso iluminar seis conceptos: Levedad, rapidez, exactitud, visibilidad, multiplicidad y consistencia.
Sobre La Levedad, reflexiona alrededor de su oficio como escritor, una trayectoria que abarca cuarenta años como productor de ficciones literarias. Observa que durante su proceso creador, una de las operaciones vitales consistió en quitarle peso a la figura; a la humana, a los cuerpos celestes y a las ciudades. Cuestiona la convención que ha colocado la levedad o la ligereza en un campo que se confunde con la falta de contenido esencial. La levedad no es falta de peso esencial, sino fluir natural. Cuando el mundo de lo humano se vuelve pesado, Calvino vuela hacia otro escenario con otros instrumentos para crear una realidad literaria más liviana, un mundo a la medida de su ideal fantástico.
En la conferencia sobre La Rapidez se refiere al tiempo narrativo indicando que puede ser inmóvil, retardador, o cíclico. Diferencia el tiempo de la ficción y el de la velocidad física. La velocidad de la ficción determina el goce estético de la obra; la velocidad física implica la idea de utilidad pragmática en cuanto “hacer algo rápido” puede ser beneficioso. No obstante, centra su interés en el valor de la diferencia que comunica la literatura. El autor debe tener conciencia de la diferencia de los tiempos en la narración para facilitar la percepción. En cuanto valor, la diferencia no debe atenuarse, sino expandirse. El manejo de la rapidez permite madurar la propuesta narrativa.
La Exactitud. Establece un procedimiento de construcción de la obra definiendo tres parámetros. A. El Diseño. B. Construcción de imágenes memorables. C. Un lenguaje preciso, con matices que expresen con nitidez el pensamiento y la imaginación. El trabajo del escritor es encontrar con el lenguaje una imagen precisa, un dispositivo de imaginación que despierte en el receptor la sensación buscada, con una extensión y un ritmo idóneo. Para Calvino, sólo el lenguaje nos permite acercarnos a las cosas, a lo que nos comunican en su esencia, en su forma irregular y complicada. Vale destacar su admiración por Mallarmé como un finísimo orfebre de la palabra.
La Visibilidad. En consonancia con su planteamiento de privilegiar la imagen, Calvino advierte el riesgo de sustitución de la imagen por caracteres alfabéticos abstractos del lenguaje. Concentra su atención en la relevancia de la imagen, en la facultad de la imaginación. Aconseja practicar la observación y el ejercicio de las facultades sensitivas, ampliar la memoria sensorial.
En la quinta conferencia, La Multiplicidad constituye una manera de representar las redes infinitas de intercomunicación en el mundo, refiriéndose a la literatura, a la obra literaria como método para alcanzar el conocimiento, para expresar el conocimiento contenido en el individuo. La literatura es la manera con que el hombre expresa lo que tiene, lo que sabe, lo que lleva. Estos contenidos pueden ordenarse mediante la literatura de diferentes maneras. La Multiplicidad son las distintas posibilidades con las que se puede relatar una misma experiencia.
Las conferencias concluyen con una esperanzadora posibilidad de darle voz a todo lo que sea posible. El autor dispone de todo el tiempo en la literatura para crear sus mundos, para darle voz a lo que permanece en silencio.
En la conferencia inconclusa, Calvino se referiría a la Consistencia. Tal vez a esa posibilidad de pervivir en el tiempo de que gozan las obras más perfectas de la literatura, las que contienen el ideal de lo bello que aún conservamos en occidente.
Desgraciado Catulo
Desgraciado Catulo,
deja de hacer locuras,
y lo que ves perdido, por ello dalo.
Brillaron para ti en otro tiempo blancos los soles,
cuando acudías allá donde quería una muchacha,
amada por nosotros como no será amada ya ninguna.
Eran entonces aquellas tantas diversiones
que deseabas tú y que ella no rehusaba.
Brillaron, sí, para ti blancos los soles.
Mas ella ya no quiere, y tú
-reprime la pasión tampoco quieras,
ni vayas tras quien huye,
ni vivas desgraciado,
sino que, duro el ánimo, tente firme.
No sientas. Adiós muchacha,
Catulo ya no siente.
Pues que no lo deseas,
ya no te irá a buscar ni te hará ruegos,
pero tú sufrirás cuando nadie te ruegue.
Ay de ti, desdichada, ¡qué va a ser de tu vida!
¿Quién va a estar junto a ti?
¿Quién te verá bonita?
¿Ahora a quién vas a amar?
¿De quién dirán que eres?
¿A quién vas a besar?
¿Morderás en qué labios? Pero,
leéis y no sentís pavor alguno
de acercar vuestras manos hasta mí
mamón de Aurelio y Furio maricón,
que decís que no tengo yo vergüenza
porque algo afeminados son mis versos.
Sabed que ha de ser íntegro el poeta
en su vida, mas no en su poesía,
pues esta, al cabo, tiene ingenio y gracia
por ser afeminada y descarada,
y capaz de poner algo calientes
no digo a niños sino a los peludos
que no pueden mover sus duros lomos.
Vosotros que leisteis tantos miles
de besos ¿poco hombre me creéis?
Os daré por el culo y por la boca.
miércoles, 18 de febrero de 2009
Cosas Peligrosas
Sin consideración, sin piedad, sin vergüenza
han construido grandes y altos muros en torno a mí.
Y ahora estoy sentado aquí, desesperando.
No pienso en nada más: este destino roe mi mente;
pues tenía mucho que hacer afuera.
Y por qué no los vi cuando levantaban los muros?
Pero nunca escuché el ruido o sonido de los constructores.
Imperceptiblemente me encerraron, fuera del mundo.
Me recliné y acosté en sus camas
Cuando entré a la casa del placer,
no me quedé en el salón en que celebraban
amores reconocidos, con apariencia de orden.
Me fui a los cuartos ocultos
y me recliné y acosté en sus camas.
Me fui a los cuartos ocultos
que ellos se avergüenzan hasta de nombrar.
Pero no vergonzosos para mí – pues entonces
¿qué clase de poeta o artesano sería?
Antes llevaría una vida de eremita.
Estaría más de acuerdo,
mucho más de acuerdo con mi poesía
que el que fuese a complacerme en el salón común.
Constantine P. Cavafis
martes, 17 de febrero de 2009
Italo Calvino y la escritura cibernética
En su ensayo de 1967 Cibernética y fantasmas. Apuntes sobre la narrativa como proceso combinatorio Italo Calvino expone una teoría de la literatura polémica como han sido pocas. Según él, el autor literario puede ser eliminado como sujeto y reducido a una serie de funciones que tan bien o mejor podría realizar una máquina programada a tal efecto. En este ensayo Calvino no sólo mata a al autor: se atreve a aventurar que la literatura no perdería nada, incluso ganaría en eficacia, si su producción no estuviera en manos de seres humanos. La base de esta teoría la toma Calvino de una concepción combinatoria del lenguaje. El primer lenguaje, nos dice, sólo servía para nombrar las cosas inmediatas. La ficción, que exige hablar de cosas que no están o no son, no era posible. El primer narrador por lo tanto tuvo que inventar, pero no lo hizo de cero sino combinando ya lo existente. Así descubrió una serie de fórmulas que son las que se repiten en el cuento popular, como han demostrado Vladimir Propp o Claude Lévi-Strauss. Siempre hay determinadas pruebas que superar, prohibiciones que transgredir, enemigos con atributos característicos… Esas constantes están determinadas por constricciones del lenguaje, es decir, que cualquier historia es posible mientras no rompa reglas lingüísticas que la hagan incongruente (el castigo no puede llegar antes de la transgresión, por ejemplo). Toda la ficción y toda la literatura pueden reducirse por lo tanto a una serie de selecciones con posibilidades dadas. Un narrador no hace otra cosa que ejercer esa operación mecánica de selección, siguiendo una serie de reglas intuitivas. Pero ese proceso binario de elegir entre opciones ¿no lo realizaría mejor un cerebro electrónico que uno humano, si conociéramos científicamente todas las reglas subconscientes que rigen el lenguaje? El escritor tal como ha sido hasta ahora es ya una máquina escribiente, al menos cuando funciona bien; lo que la terminología romántica llamaba genio, o talento, o inspiración no consiste más que en encontrar empíricamente, a olfato, cortando por atajos, allí dónde la máquina seguiría un camino sistemático y concienzudo, a la par que rapidísimo y múltiple. Pero hay algo en que la máquina no puede sustituir al hombre, se le puede objetar a Calvino: en la sensibilidad, la estética, el estilo. ¿Realmente eso es así?, nos responde. La “personalidad literaria” de un escritor no es otra cosa que su lenguaje, porque es en él en dónde se manifiestan. Sus mitos personales, sus figuras, sus temas… ¿Porqué un programa informático adecuadamente realizado no podría reproducir esto? ¿Esa personalidad no podría reducirse a una hoja de estilo? La llamada personalidad del escritor es interna al acto del escribir, es un producto y un modo de la escritura. (…) Desmontado y vuelto a montar el proceso de la composición literaria, el momento decisivo de la vida literaria será el de la lectura. El escritor no existe. Es un hombre funcionando como una máquina imperfecta. Pero la literatura no pierde por ello su componente humano. Este se desplaza al momento de la lectura, que es con el que ha contribuido el autor hasta ahora, primer lector de su obra. Y es en el momento de la lectura en dónde se dan todos los efectos profundos de emotividad y poeticidad, dónde surgen los fantasmas de cada época. Esta es la razón por la que leemos textos antiguos con ojos nuevos, porque reconocemos las reglas de siempre, pero es nuestra forma de interpretación la que ha cambiado. El relato construido según la función combinatoria es perfectamente claro. Somos nosotros quienes le andamos buscando otro significado de lo explícitamente dice. Hace poco dimos la noticia de que se había anunciado la primera novela escrita por un ordenador. Era una noticia que no se ha confirmado y que probablemente no sea cierta, pero indica sin lugar a dudas hacia dónde nos dirigimos. No debería resultar un golpe demasiado duro para el ego del escritor el verse potencialmente desplazado por una máquina, ya que siempre le quedará su condición de lector experto. Sin embargo, aún si la escritura puede reducirse a una función mecánica, Calvino nos dice que a la máquina le falta un factor evolutivo fundamental: puede crear el orden para la que se le ha programado, pero no desorden. Antes del advenimiento del Matrix literario la cibernética deberá dar un paso adelante: el de la máquina con sentido de la curiosidad.
Tomado de Papel en Blanco
lunes, 16 de febrero de 2009
Becket
Estar ahí sin mandíbulas ni dientes
Estar ahí sin mandíbulas ni dientes
sábado, 14 de febrero de 2009
Poesía Rusa
Tren nocturno entrando a San Petersburgo
Un prisionero
Estoy tras de las rejas en húmeda prisión.
Mi compañero triste, criado en cautiverio,
es un águila joven que sacude sus alas
y pica en mi ventana su sangrienta ración.
Luego la arroja y mira a través de los cristales
como si tramara lo mismo que yo
y me llama con su mirada y con su grito
como diciendo: “Huyamos... echemos a volar...
Somos pájaros libres: es hora, hermano, ya.
Volemos a las cumbres, más allá de las nubes;
allá donde se ve la ribera del mar
allá donde habitamos, tan sólo el viento y yo
Alexander Pushkin
Estancias
Cuando vago por calles tumultuosas,
cuando penetro en un templo colmado
o me siento entre jóvenes dementes,
me entrego a mis ensoñaciones.
Me digo: pasarán los años,
y cuántos de todos los que estamos aquí
descenderemos bajo la bóveda eterna,
y tal vez la hora de alguien está cercana ya.
Si miro a un roble solitario,
pienso: patriarca de los bosques,
sobrevivirás mi siglo, destinado al olvido,
como sobreviviste el siglo de mis padres ya.
Si acaricio a un niño dulce,
le digo: ¡Adiós! Te cedo mi sitio.
Para mí es tiempo ya de marcharme;
para ti, de florecer.
Suelo seguir con mi pensamiento
cada día y cada año
tratando de adivinar entre ellos
la cita de mi muerte por llegar.
¿Dónde el destino me dará la muerte?
¿En la batalla, en un viaje, entre las olas?
¿O el valle de la vecindad
recibirá mis restos fríos?
Aunque sea igual para el cuerpo insensible
el lugar donde se descomponga,
cerca del ámbito querido
me gustaría descansar.
Dejad que juegue la vida joven
a la puerta del sepulcro,
y que la naturaleza indiferente
luzca su hermosura eterna.
Boris Godunov
La vela
Una vela solitaria blanquea
en las brumas azules del mar.
¿Qué va buscando en el país lejano?
¿Qué dejó atrás, en la tierra natal?
Juegan las olas, el viento solloza,
se dobla el mástil, la madera cruje.
¡Ay! Ella no busca la alegría,
ni busca la felicidad que huye.
Abajo, la corriente de zafiro;
rayos de sol dorado en lo azul.
Pero ella, rebelde, pide tormentas,
cual si en las tormentas hubiese quietud.
Mikail Lérmontov
Tengo aquí en el alma
Tengo aquí en el alma, ya vieja y gastada,
un templo sagrado en eterna clausura,
donde guardo todo lo que mi destino
me supo brindar de alegría y ventura.
Está para el mundo vedado el sendero
que lleva hacia aquel inviolado retiro,
y preferiría cortarme la lengua
antes que franquear el secreto camino.
Explícame, ¿cómo desde el primer día,
—día que tan lejos está para mí—
tan insinuante, tan clara y segura,
has podido tú penetrar hasta allí?
Atanasio Fet
(1820-1892)
En el fondo del infierno
Cada día más salvaje, más sorda,
se entorpece, lívida, la noche.
Un viento fétido apaga, como velas, las vidas.
Ni llamar, ni gritar, ni ayudar.
Oscura es la suerte del poeta ruso:
un destino impenetrable lleva a Pushkin
frente a la boca de una pistola;
a Dostoievsky, al cadalso.
Quizá yo correré la misma suerte,
mi amarga Rusia filicida,
y pereceré en el fondo de tus sótanos,
o me deslizaré en un charco de sangre.
Mas no abandonaré tu Calvario,
ni renunciaré a tus tumbas.
Deja que acaben conmigo el hambre y la malicia.
No escogeré otro destino:
si debo morir, moriré contigo,
y contigo me levantaré, como Lázaro del ataúd.
Maximilian Voloshin
A la musa
Hay en tus melodías escondidas
de nuestro fin la noticia fatal.
Llevas la maldición de Dios, y llevas
la profanación de la felicidad.
Hay en ti una fuerza tan fascinante
que me apresto a acusarte yo también
de perder a los seres candorosos
seduciéndolos con tu esplendidez.
Cuando te burlas de la fe sagrada
de golpe veo encenderse en ti
una corona que ya he visto antes,
sin forma clara, purpurina y gris.
¿Es del Bien o del Mal? Eres misteriosa,
y de mil modos se habla de ti:
Musa y Milagro eres para unos;
Infierno y Dolor eres para mí.
¿Por qué no he perecido en la mañana,
cuando el insomnio se llevó el vigor,
y en cambio al entrever tu rostro frío,
consuelos suplicaba a tu favor?
Desearía que fueses mi enemiga.
Pero, ¿por qué me brindaste el presente
de las flores, el cielo, las estrellas
y la maldición de tus bellas fuentes?
Más pérfidas que las noches del Norte,
más embriagantes que el vino de Aí,
más breves que el amor de las gitanas,
fueron tus viles besos para mí.
En el violar las cosas más sagradas
tuve una maligna satisfacción,
y en tus amores, como la hiel amargos,
locas delicias tuvo el corazón.
Alexander Blok
Buena actitud con los caballos
Los cascos golpeaban.
Parecía que cantaban:
Grib.
Grab.
Grob.
Grub.
Se deslizaba la calle,
bebida por el viento,
calzada por el hielo.
Un caballo se desplomó
sobre su grupa,
y de golpe
los curiosos, uno tras otro,
los pantalones que paseaban por Kuznetsky (1)
se apretaban alrededor.
La risa sonó y tintineó.
—¡Un caballo se cayó!
—¡Cayó un caballo!
Reía Kuznetsky.
tan sólo yo
no mezclaba mi voz con su aullido.
Me acerqué
y vi
los ojos del caballo...
La calle se volcó
y fluye a su manera...
Me acerqué y vi:
los goterones
se deslizan por su cabeza,
se esconden en su pelo...
Un dolor común
y animal
se vertió, chapoteando, dentro de mí
y se derramó en el susurro:
“Caballo, no vale la pena.
Caballo, escúcheme:
¿piensa que sea peor que ellos?”
“Niñito,
todos, somos un poco caballos,
cada uno de nosotros a su manera es un caballo”.
Quizás,
—el anciano
no necesitaba ninguna niñera.
Quizás, mi pensamiento le pareció trivial,
pero
el caballo
se alzó,
se puso de pie,
relinchó,
y empezó a caminar.
Movía la cola
niño pelirrojo.
Llegó alegre,
se colocó en el establo.
Y le parecía
que era un potrillo,
que valía la pena de vivir
y trabajar.
Vladimir Maiakovsky
(1894-1930)
Estoy muy solo...
Estoy muy solo y muy triste...
¡Oh, si pudiera encontrar
otra mujer como ella
en vez de volver atrás!
Mas, ¿dónde hallar unas manos
que ausentes causen pesar?
¿Dónde encontrar unos ojos
de tan altivo mirar,
ojos llenos de soberbia
que nunca los vi llorar?
¿Dónde hallar los mismos labios
que rían y canten igual,
que yo viviera temiendo
no me vuelvan a besar?
¿Dónde hallar otra como ella
a quien poder perdonar,
que la vida al lado suyo
fuera cruel felicidad?
¿Que de todas las madrugadas,
después de largo velar,
me levantara como ella,
redomado y contumaz?
Que amante y loca una noche
yo la pudiera abrazar
y mañana sea de piedra
imposible de ablandar.
Y que entonces, con dolor,
yo tuviera que escuchar
maldiciéndome a mí mismo:
“No me vuelvas a tocar...”
Que en la quietud de la noche
al sorprender su velar
encuentre en ella dos almas
y a las dos las quiera igual.
De la noche a la mañana
ignorar qué pasará;
no saber al día siguiente
cuál alma me mostrará.
Atormentado por ella
no podía vivir más;
quise entregar mi cariño
a otra mujer más leal.
Pero sé que es imposible
tal compañera encontrar
y que al fin será ella misma
a quien yo vaya a buscar,
porque no existe en el mundo
ninguna mujer igual:
tan mala, ni tan preciosa,
ni tan maldita, en verdad...
Konstantin Simonov
viernes, 13 de febrero de 2009
Poesía alemana
Todos los días
No se declara ya la guerra,
se la continúa. Lo inaudito
se ha vuelto cotidiano. El héroe
permanece lejos de los combatientes. El débil
ha entrado en las zonas de fuego.
El uniforme del día es la paciencia,
la distinción esa estrella miserable
de la esperanza encima del corazón.
Se la otorga
cuando no ocurre nada más,
cuando calla el fuego graneado,
cuando el enemigo está invisible
y la sombra de la armadura eterna
cubre el cielo.
Se la otorga
por el abandono de las banderas,
por la valentía hacia el amigo,
por la delación de secretos indignos
y la desobediencia
a toda orden.
Ingeborg Bachmann (Kalgenfurt, Austria, 1926 - Roma, 1973), Traducción de Rodolfo Alonso y Klaus Dieter Vervuert, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1967
El cambio de rueda
¡Sólo loco! ¡Sólo poeta!
Cuando la luz se va desvaneciendo
El consenso público
Soneto
Poesía norteamericana
N.Y.
Ezra Pound (Hailey, Idaho, 1885-Venecia, 1972)Versiones de Jorge Fondebrider
Las bestias en su mayor libertad
Las bestias en su mayor libertad
El albatros
Frank Shaughnessy (Chicago, 1976), Covers, Harvest Moon Press, 2005
Una botella egipcia de vidrio tirado en forma de pez
Versión: J. Aulicino
Elizabeth
jueves, 12 de febrero de 2009
Matarás a tu padre
martes, 10 de febrero de 2009
Una muestra de poesía inglesa
Proverbios del Infierno
(Versión de Xavier Villaurrutia)
En tiempo de siembra, aprende; en tiempo de cosecha, enseña; en invierno, goza.
Conduce tu carro y tu arado sobre los huesos de los muertos.
El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría.
La Prudencia es una vieja solterona rica y fea cortejada por la Incapacidad.
Aquel que desea pero no obra, engendra peste.
Los únicos alimentos sanos son aquellos que no prende la red ni el cepo.
Ningún pájaro se eleva demasiado alto si vuela con sus propias alas.
El acto más sublime consiste en colocar otro delante de ti.
Si el necio persistiera en su necedad, se volvería sabio.
La cólera del león es la sabiduría de Dios.
La desnudez de la mujer es la obra de Dios.
El rugido de los leones, el aullido de los lobos,
La rata, el ratón, la zorra y el conejo cuidan de las raíces; el león, el tigre, el caballo, el elefante, de los frutos.
Un pensamiento llena de inmensidad.
La zorra se provee, pero Dios provee al león.
Piensa por la mañana, obra al mediodía, come por la tarde y duerme por la noche.
Aquel que ha permitido que abuses de él, te conoce.
Los tigres de la cólera son más sabios que los caballos del saber.
Nunca sabrás lo que es suficiente, a condición de que sepas lo que es más que suficiente.
Escucha el reproche de los necios: es un título real.
Crear una sola flor es trabajo de siglos.
Exuberancia es belleza.
¡Bastante! o más aún, demasiado.
William Blake (Londres,1757-1827), El matrimonio del Cielo y del Infierno. Traducción de Xavier Villaurrutia . Ediciones del Mediodía, Buenos Aires, 1968
El sueño de Nabucodonosor
Al ver los mármoles de Elgin
John Keats (Londres, 1795-Roma, 1821)Versión de J. Aulicino
El nombre de los gatos
Poetas Irlandeses
James Joyce (Dublin, 1882-Zurich, 1941), Collected Poems, 1936
Consejo a un poeta
Sé chofer, dijo mi padre
Patrick Galvin (nacido en 1927) trabajó principalmente dentro de la tradición de baladas y su poesía muestra su ideología de izquierda.
Moscas de largas zancas
Un acre de hierba
Una pintura y un libro son
Un acre de fresca hierba
Para aire y ejercicio,
Ahora la fuerza del cuerpo se va;
Medianoche, una vieja casa
Donde nada cruje sino un ratón.
Mi deseo está en calma.
Aquí en el final de la vida
Ni la libre imaginación,
Ni el molino de la mente
Consumiendo sus harapos y sus huesos,
Pueden hacer que la verdad sea conocida.
Concédanme el delirio de un viejo,
Debo rehacerme
Hasta ser Timon y Lear
O aquel William Blake
Que golpeó la pared
hasta que la verdad obedeció su llamado;
Una mente que Miguel Angel supo
Que puede atravesar las nubes,
O inspirada por el delirio
Sacudir a los muertos en sus mortajas;
Olvidada por la humanidad,
La mente de águila de un viejo.
William Butler Yeats (Dublín, 1865 -Roquebrune-Cap-Martin, Francia, 1939), Alberto Girri, Versiones, Corregidor, Buenos Aires, 1974
Poemas de José Luis Quesada
La poesía, león azulado,
sale a cazar estrellas.
El cielo duerme, cubierto de cadenas,
cierra los ojos para morir.
Las estrellas no aluzan el lindero,
por donde el leñador regresaba al hogar.
El lago ya no ofrece el alimento de los astros,
la chispeante leche del firmamento.
¿Dónde está aquel antiguo deslumbramiento?
¿No hay fuego ya en el pecho de los hombres?
Paul Eluard cómo te recuerdo
dejado de la mano de tu mujer
en un México aterrador para ti
las tormentas los tormentos Paul Eluard
y tú avanzando con la espalda arqueada
en la forma infinita
que tienen los poetas cuando están tristes
bonjour tristesse decía bonjour tristesse
porque todas las mañanas la tristeza estaba junto al lavabo
París se adivinaba tras los vidrios oscuros
como las gafas de la policía
pero había que levantarse y afrontar el espejo
la torpeza del pie ante lo inmediato
los cobardes y las ratas huían despavoridos
para salvarse para salvarse
ah las heridas Paul Eluard
las grandes heridas que dan los besos recordados
y el insomnio el demonio
la traición ensañándose en lo mejor de nuestra fe
y el asco y el amor que se sienten por el amor
y el sufrimiento que nos hace compasivos y ardientes
el poeta conserva la esperanza
cuando otros la abandonan o trafican con ella
es irreal mi soledad decías
pero el milagro es cierto Paul Eluard.
diferente de mí.
Podría ser mejor, pero así lo hice;
durante años lo forjé como un rostro
para mirarme en él.
Amor, no perfección, encontraréis aquí.
Las cosas que lo habitan
poseen la confianza de la naturaleza.
No son muchas o pocas, existen solamente.
Austeridad y paz me ganaron también,
quizás para que no me distraiga
del resplandor de mis sentidos:
los sentidos en selva de objetos
se fruncen y se nublan.
El uso es la humanidad de las cosas.
Por el uso se vuelven una segunda piel.
Lo que se colecciona por vanidad
o se junta en exceso
vida no tiene, yace muerto,
como perla en el puño del avaro.
La mañana del cuarto debe ser clara,
con los objetos necesarios,
a modo de que no se interpongan
entre el sol y nosotros.
domingo, 8 de febrero de 2009
Poemas de José Manuel Arango (Colombia)
Quizá la locura
es el castigo
para el que viola un recinto secreto
y mira los ojos de un animal
terrible
la noche, como animal
dejó su vaho en mi ventana
por entre las agujas del frío
miro los árboles
y en el empañado cristal
con el índice, escribo
esta efímera palabra
Para Juan José Hoyos
Una señal una flecha tosca un pedazo de tabla clavada en un palo
se encuentra al borde de la carretera veredal que se anuda al riñón de la montaña
Antes indicaba el camino
Ahora —torcida— apunta al desfiladero
Yo que voy a pie que no tengo prisa
Debo acaso detenerme y enderezarla
Es asunto mío será útil a alguno
Tal vez
XXII
la casa que reduce la noche a límites
y la hace llevadera
cuando el ruido de una bestia en el sueño
o las palabras que sin sentido
despiertan con todo ese extraño temor
surgen como restos de una oscura lengua
que desvela el origen y la amenaza
el techo que cubría un fuego manso
arderá
y entonces nada habrá seguro
y será necesario de nuevo cavar
hacer
Cantiga de enamorados
O como dos que hablan después del amor
todavía desnudos
tendidos de espaldas
fumando
y hablan de silencio en silencio
y la voz es sosegada
después del amor
y ya sin premura
y entonces ella se incorpora
y pone el codo en la almohada
y pone la mejilla en la palma
y él ve su risa rápida
y tranquila
su risa
y el temblor de sus pechos
sábado, 7 de febrero de 2009
Un poema de Ingeborg Bachmann
Ya nada me gusta
¿Debo ataviar una metáfora
con una flor de almendro?
¿Crucificar la sintaxis sobre un efecto de luz?
¿Quién se romperá la cabeza
por cosas tan superfluas?
He aprendido a ser sensata con las palabras,
(para la clase más baja)
hambre
deshonra
lágrimas
y
tinieblas.
Con los sollozos no depurados,
con la desesperación
(y desespero de desesperación)
por tanta miseria,
por el estado de los enfermos,
el coste de la vida, me las arreglaré.
No descuido la escritura,
sino a mí misma.
Los otros saben,
Dios lo sabe
que hacer con las palabras.
Yo no soy mi asistente.
¿Debo aprisionar un pensamiento
llevarlo a la iluminada celda de una frase?
¿Alimentar oídos y ojos con bocados
de palabras de primera?
¿Investigar la libido de una vocal,
averiguar el valor de amateur de nuestras consonantes?
¿Tengo que con la cabeza apedreada,
con el espasmo de escribir en esta mano,
bajo la presión de trescientas noches,
romper el papel,
barrer las urdidas óperas de palabras
destruyendo así: yo tú él ella lo
nosotros vosotros?
(Que sea. Que sean los otros.)
Mi parte que se pierda.
viernes, 6 de febrero de 2009
HIMNO A LA BELLEZA
¿Bajas del hondo cielo o emerges del abismo,
Belleza? Tu mirada, infernal y divina
confusamente vierte crimen y beneficio
por lo que se te podría al vino compararte.
Albergas en tus ojos al poniente y a la aurora,
cual tarde huracanada exhalas tu perfume;
son un filtro su besos y un ánfora tu boca
que hacen cobarde al héroe y al niño valeroso.
¿Del negro abismo emerges o bajas de los astros?
Como un perro, el Destino sigue ciego tu falda,
al azar vas sembrando el luto y la alegría
y todo lo gobiernas sin responder a nada.
Caminas sobre los muertos, Belleza, y de ellos te ríes;
el Horror, de tus joyas no es la más hermosa
y el Crimen, entre todas tus costosas preseas
danza amorosamente entre tu vientre triunfal.
[...] Qué tu llegues del cielo o el infierno, ¿qué importa?
Belleza, inmenso monstruo, pavoroso e ingenuo,
si tu mirar, tu risa, tu pie, me abren las puertas
de un infinito que amo y nunca conocí.
Satánica o divina, ¿qué importa?, Ángel, Sirena,
¿qué importa? Si tu vuelves, hada de ojos de raso,
resplandor, ritmo, aroma, ¡oh mi señora única!
Menos odioso el mundo, más ligero el instante.
jueves, 5 de febrero de 2009
Me detengo a oÍr un estrepitoso triunfo de cigarras...
Me detengo a oír un estrepitoso triunfo de cigarras
miércoles, 4 de febrero de 2009
Volver a la poesía con nuevos ojos
Indudablemente que los lectores con experiencia crítica y formación filosófica, los escritores que llevan la bitácora de nuestra efímera existencia, se embelezaron en el alegato de los protagonismos. Nuestra tesis fundamental nunca fue la cursi discusión de Gombrowicz contra los poetas, sino la tesis de Lyotard, el lenguaje como plataforma del juego, del poder. Nuestras atentas lecturas de Foucault y la consecuencia de nuestra visión jamás llegaron a la grosería de una bohemia insulsa, mucho menos perdimos la lucidez, tal vez la decencia y el engomamiento, el tufo literario. Y otra vez observamos la intolerancia, el nerviosismo, la envidia y el rechazo. Fuimos suprimidos de nuestros blogs amigos, compelidos a retornar a “la cordura”, como si se tratara de una “actitud adolescente”. La carencia de sentido epistemológico, de sentido del humor; el prejuicio en las lecturas, el remanente del adoctrinamiento académico, el carácter vertical de las ideas, la actitud “intelectual”, el ideologismo, la ignorancia, la petulancia, el afán de reconocimiento, el temor al olvido; en fin, el absurdo del mundo literario se nos echa encima cuando sacudimos un poco las ramas de las letras.
Suprimir lo que decimos es suprimir lo que somos.
El acto poético es íntimo y paradójicamente social. Jamás jugamos más en serio que cuando proclamamos la muerte de la poesía y nuestra propia muerte. La continuación del canon sin plena conciencia epistemica no tiene mayor importancia en los juegos del lenguaje, y constituyen meros artificios adscritos al metarrelato de las jirafas.
Volver a la poesía con nuevos ojos. Leer la poesía de todas las épocas, los grandes saltos y los pequeños pasos que damos en la construcción de un imaginario que no tiene fin, sin ignorar el goce falso. Nadie nos lee mejor que nuestros compinches literarios cuando compartimos la aventura de crear nuevos derroteros en el farragoso camino de la literatura. Bienvenida la puta joven. Bienvenidos, señoras y señores, a la montaña de los ebrios, donde yacen sepultados los poetas.
Nelson Merren: Carpe Diem
como una calle entre solares baldíos,
pavimentada y sólo
basuras y malezas a los lados.
Días en que el café y el pan
saben a yeso, a furia seca, a estafa,
ya dispuestos y lanzados desde el periódico
con su político yankee
deteniendo el cortejo
para besar a una niñita birmana
o maternalmente calculando votos
mientras acaricia a un negrito de Harlem.
El jugo de naranja como purga
mientras sonríe con sus quince abriles
una gentil culta filósofa etcétera
damita qué asco
y más allá está el Papa declarando
con una perspicacia aturullante
que la situación del mundo es grave.
Atravesar la calle con cuidado
por moderno atavismo,
el mismo gordo vendedor de frutas
con su falsete por lo visto patentado
el vendedor de lotería como una mariposa plañidera
ejercitando su ingenua demagogia
y en la esquina, ya con ojos de camello,
ver otra vez que el Papa
ha prometido orar por las víctimas
del terremoto en Turquía,
y las ganas terribles de gritar ¡mierda todo!
Hasta que se nos sosieguen las glándulas y los dientes.
Días como una carretera
bajo el sol, recta, vacía, interminable.