lunes, 24 de octubre de 2016

¿Qué está pasando en Venezuela?




Por Armando García




1. La derecha ganó la mayoría de la Asamblea Nacional (AN) en diciembre de 2015.
2. Su principal objetivo desde que se instaló en el parlamento ha sido derrocar al Presidente Nicolás Maduro.
3. Para ello, la derecha se tomó CUATRO meses debatiendo cuál debía ser el método para salir del Presidente, considerando al menos, los siguientes:
·        Exigirle la renuncia.
·        Enjuiciamiento.
·        Declarar su incapacidad mental.
·        Nulidad de las elecciones por ser colombiano.
·        Enmienda y/o reforma constitucional para acortarle el periodo.
·        Constituyente.
·        Presión social en la calle.
·        Referendo revocatorio.

4. Recién a finales de abril, decidieron activar el proceso para solicitar un revocatorio.

Al activar el mecanismo en abril y no en enero que era cuando se cumplía la mitad del periodo constitucional presidencial, a la derecha no le daba el tiempo de realizar el revocatorio en el año 2016, debido a que los lapsos establecidos en la normativa que regula su activación y convocatoria, establecen un procedimiento que dura más 260 días.
Hacer este referendo en 2017 implica que de ser exitoso, quien completa el periodo del Presidente revocado es su Vicepresidente Ejecutivo, lo cual conlleva a que un o una chavista complete el periodo presidencial hasta el año 2019.

5. En estos meses, la Asamblea Nacional decidió desacatar las sentencias del Tribunal Supremo de Justicia que anulaban sus actuaciones inconstitucionales. Por mantener el desacato, el Tribunal decidió anular todos los actos de la AN hasta tanto no se ajuste a derecho y respete la Constitución.

6. A pesar de todo, el Presidente Nicolás Maduro siempre ha convocado a la oposición a un diálogo nacional para resolver política y pacíficamente los conflictos.

Para estos diálogos pidió la facilitación de la UNASUR con participación de los ex presidentes Rodríguez Zapatero, Martín Torrijos y Leonel Fernández.

La derecha puso como condición la incorporación del Vaticano, lo cual fue concedido de inmediato por el Presidente Maduro.
Todos los intentos de diálogo han fracasado hasta ahora debido a las contradicciones internas de la oposición.

7. Para convocar el referendo, la derecha tenía que recoger en primer lugar, el 1% de las firmas del registro electoral, con el objetivo de legitimar las organizaciones políticas promotoras del referendo. Al lograr este paso, tenían que recoger el 20% de las firmas del registro, según lo que establece la Constitución venezolana.

8. La derecha debía recoger sólo 195.000 firmas para cumplir el requisito del 1%, sin embargo, consignó al CNE 1.957.779 firmas, de las cuales fueron identificadas en la auditoría donde la derecha y la Revolución estaban representadas, nada menos que 605.727 firmas fraudulentas, entre las que se encuentran:

·        10.995 personas fallecidas.
·        53.658 personas que no están inscritas en el Registro Electoral.
·        3.003 menores de 18 años.
·        1.335 personas inhabilitadas por delitos graves (homicidios, narcotráfico, robo, estafa, abuso sexual).
·        Más de 9 mil denuncias por usurpación de identidad se presentaron en todos los estados. 

9. A pesar de que el CNE encontró estas irregularidades, admitidas por la comisión que nombró la derecha para la revisión de las firmas, procedió a convocar para los días 26, 27 y 28 de octubre, el proceso de recolección del 20% de las firmas, haciendo la salvedad de que sometería los registros fraudulentos a una investigación judicial.

10. El jueves 20 de octubre, siete tribunales nacionales de distintos estados de Venezuela, basados en denuncias de ciudadanos afectados, dictaron medidas cautelares ordenando al CNE que suspendiera todos los procedimientos que se generaron como consecuencia de la recolección del 1% de las firmas, por haberse evidenciado la usurpación masiva de identidades.

En cumplimiento de estas órdenes judiciales, el CNE suspendió la recolección del 20% de las firmas.

11. La derecha reaccionó acusando al Gobierno del Presidente Maduro de haber dado un Golpe de Estado, pero eludió la responsabilidad de su dirigencia en el fraude del 1% de las firmas.
12. El domingo 23 de octubre la Asamblea Nacional sesionó de forma extraordinaria, declarándose abiertamente en “rebelión” y acordó los siguientes puntos:

·        Declarar que el Presidente Nicolás Maduro dio un Golpe de Estado    y quebró el orden constitucional.
·        Solicitar a todos los organismos internacionales la aplicación de          sanciones contra Venezuela.
·        Denunciar en la Corte Penal Internacional a las rectoras del CNE y   jueces que han suspendido el proceso revocatorio.
·    Destituir a los rectores del CNE y magistrados del Tribunal Supremo de Justicia.
·        Decidir sobre la supuesta doble nacionalidad del Presidente               Maduro, a fin de destituirlo.
·        Decidir sobre el abandono del cargo por parte del Presidente Maduro, a fin de destituirlo.

13. Cuestiones a considerar:

·        ¿Quién dio el Golpe a quién?
·        ¿La derecha cometió fraude en la recolección del 1% de las firmas y el responsable es el Gobierno?
·     ¿Busca la derecha justificar una intervención extranjera a gran escala con la excusa de la suspensión del revocatorio y de una supuesta crisis humanitaria?
·    ¿Un parlamento en desacato judicial, puede destituir a rectores electorales o magistrados del máximo tribunal del país sólo porque velan por el cumplimiento de la Constitución y protegen a la nación entera de un fraude contra la soberanía popular?
·     ¿No es acaso un Golpe de Estado que el parlamento pretenda desconocer todas las autoridades y las decisiones de los demás Poderes Públicos, además de buscar su destitución por vías no constitucionales? 
   
   La Cancillería de Colombia envió una nota oficial al Presidente de la AN informándole que en ninguna agencia de su gobierno habían registros de nacionalidad del Presidente Nicolás Maduro. ¿No es acaso un intento de Golpe de Estado pretender la destitución de un Presidente con tres años en ejercicio, acusándolo de ser nacional del país que lo había negado oficialmente?

Mientras se da la sesión en la AN, el Presidente Maduro está de gira por países OPEP y no OPEP concertando un acuerdo para estabilizar los precios internacionales del petróleo, base fundamental de la economía venezolana. ¿No es acaso una acción golpista buscar la destitución de un Presidente por abandono de cargo, cuando es público y notorio que está en pleno ejercicio de sus funciones como Jefe de Estado?

El pueblo en la calle defenderá su Constitución, su Revolución y su Presidente legítimo.




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Contexto

Desde la muerte del presidente y líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, el 5 de marzo de 2013, se manifestó una dura lucha con la oposición derechista, que viene avanzando en el país, no sólo en los cargos políticos, sino también entre la población. Actualmente, la derecha tiene la mayoría en la Asamblea Nacional.


El último 17 de marzo, el presidente Nicolás Maduro criticó la decisión de la Asamblea Nacional de negar la extensión del Decreto de Emergencia Económica de otros 60 días más. "Lamentable la decisión de la Asamblea Nacional de dar la espalda al país una vez más”, dijo Maduro, según la Agencia Venezolana de Noticias (AVN). Lanzado en enero de este año por el gobierno, el Decreto tiene el objetivo de proteger los derechos a la salud, vivienda, educación y alimentación de la población, como forma de resolver la crisis económica por la que pasa el país, resultante de la baja del precio del petróleo.




domingo, 23 de octubre de 2016

El despotismo amenaza a Honduras





JUAN ORLANDO HERNÁNDEZ, CONTINUADOR DEL GOLPE DE ESTADO CONTRA EL PUEBLO DE HONDURAS, PRETENDE QUEDARSE EN EL PODER A TODA COSTA




Porn Joaquín A. Mejía Rivera*


Tomado de  The New York Times


“El Tribunal Supremo Electoral de Honduras resolvió recientemente por unanimidad acatar el fallo de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia que deja libre el camino a la continuidad del presidente Juan Orlando Hernández.
Dicho fallo fue adoptado el 22 de abril de 2015 y en él se declaró la inaplicabilidad de los artículos constitucionales que prohibían la reelección presidencial y sancionaban a quienes la promovían. De esta manera, cualquiera de los expresidentes podrá presentarse como candidato a las próximas elecciones internas de los partidos políticos y a las elecciones de noviembre de 2017.
Se argumenta que tales artículos violentan la constitución y los tratados internacionales de derechos humanos.
La decisión fue bienvenida por los aliados del presidente Juan Orlando Hernández, quienes promueven una exaltación de sus virtudes personales y la necesidad de avanzar con un proyecto de país que solo es posible bajo su liderazgo. Sin embargo, el resultado ha sido una polarización social creciente que ve con sospecha esta intención continuista. Este acatamiento, además, se encuadra dentro de una tendencia que se disparó con el golpe de Estado contra Manuel Zelaya en 2009 y aparenta todas las formalidades de la democracia representativa mientras, en la práctica, se consolida un régimen autoritario y militarizado que subordina toda la institucionalidad al Poder Ejecutivo.
El presidente Hernández ha logrado el control de los principales poderes públicos, incluyendo el Ministerio Público, la Corte Suprema de Justicia, la Procuraduría General de la República, el Tribunal Supremo Electoral, el Registro Nacional de las Personas y el Instituto de Acceso a la Información Pública. Asimismo, activó el Consejo Nacional de Defensa y Seguridad, un órgano con características de supragobierno presidido por el presidente de la República, en el que se toman las decisiones más importantes.
La fiebre de la reelección recuerda lo vivido en 2009 cuando, quienes ahora la defienden, denunciaron como ilegal la búsqueda de la reelección del expresidente Manuel Zelaya mediante una consulta para convocar una Asamblea Nacional Constituyente. Entonces, los actuales defensores de la reelección avalaron un golpe de Estado cuyas consecuencias siguen profundizando la corrupción, la impunidad, el deterioro institucional y las violaciones a los derechos humanos.
La proscripción de la reelección se estableció después de un largo periodo de gobiernos autoritarios y de golpes de Estado que provocaron una profunda inestabilidad política. Incluso, para fortalecer la democracia en la región, los cinco Estados centroamericanos adoptaron en 1923 el Tratado General de Paz y Amistad y se comprometieron a prohibir la reelección como principio constitucional.
La Sala de lo Constitucional argumenta que las normas deben adecuarse a los cambios políticos y sociales.

El Estado goza de soberanía para configurar los derechos políticos. Pero la prohibición de la reelección no es el problema de fondo.
La jurisprudencia del Sistema Interamericano en la que se basa la Sala de lo Constitucional no impone un sistema electoral ni una modalidad específica para el ejercicio de los derechos electorales. Solo establece lineamientos generales que determinan un contenido mínimo de los derechos políticos y permiten a los Estados regularlos de acuerdo con necesidades históricas, políticas, sociales y culturales que pueden variar.
Por tanto, la prohibición de la reelección es un asunto que debe ser debatido con la participación ciudadana. La constitución hondureña reservó sólo al poder constituyente —el pueblo— la facultad de reformar los principios fundamentales que no pueden ser modificados por los poderes constituidos —Legislativo, Ejecutivo y Judicial—.
La propia Sala de lo Constitucional reconoció en la sentencia que “no tiene la atribución de reformar la constitución”. Pero al declarar la inaplicabilidad de la cláusula pétrea que prohíbe expresamente la reelección, sin ordenar al congreso que establezca un mecanismo para que el pueblo la reforme, nos dejó a las puertas de una nueva ruptura constitucional que profundiza la crisis generada por el golpe de Estado de 2009.
Por su parte, el congreso rechazó en agosto de este año la iniciativa de convocar un plebiscito para decidir si está de acuerdo con la reelección presidencial. Con todo esto, la Sala de lo Constitucional y el congreso han suplantado ilegalmente la facultad constituyente de la ciudadanía para reformar la cláusula pétrea (artículo 374 de la constitución) que prohíbe la reelección.
Quienes defendieron en 2009 prohibir la reelección presidencial se impusieron a través de un golpe de Estado para evitar una consulta popular. Esos mismos sectores ahora defienden la reelección y quieren imponerse mediante una sentencia de la Sala de lo Constitucional y el rechazo del Congreso a convocar un plebiscito para consultar si cambiar o no el artículo pétreo que la prohíbe.
Con todo, la Sala de lo Constitucional dejó un obstáculo a la reelección al no modificar el artículo 4 de la constitución que establece la alternabilidad en el ejercicio de la presidencia, cuya infracción constituye delito de traición a la patria. El debate ha pasado de aceptar la reelección a especular si el Tribunal Electoral se volará o no la alternabilidad. Antonio Rivera Callejas, un avezado político de vieja guardia, dijo que el Partido Nacional apoyará a Hernández como candidato único en sus comicios internos y en las elecciones presidenciales. Sugiere que no habrá alternabilidad.
La reelección en sí misma no es negativa. El problema es que solo los más de 4 millones de hondureños habilitados para votar tienen la facultad y el derecho de aprobar. Para que el electorado tenga una voz real en asuntos cruciales como este se necesitan profundas reformas electorales que permitan el debate democrático, la equidad y oportunidades reales para que la oposición compita.
El despotismo amenaza seriamente la funcionalidad y esencia de la democracia. Si no se garantiza la independencia de poderes y se fortalece la institucionalidad democrática, es posible que se consolide. Para evitarlo, es necesario adoptar al menos tres medidas urgentes: convocar un plebiscito para que la ciudadanía se pronuncie sobre la reelección, la aprobación de una ley de audiencias que reduzca la politización partidista en la elección de las altas autoridades del Estado —particularmente del Tribunal Supremo Electoral— y la adopción de una ley de financiamiento de las campañas que reduzca el peligro del uso de los recursos y bienes del Estado en beneficio de la continuidad del presidente Hernández.”

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miércoles, 19 de octubre de 2016

Célibes dioses pordioseros







Por Jorge Martínez Mejía




Siempre hay un infierno en cada paraíso.



Hay un infierno que nos llama, que acaricia desde su órbita, de lejos.

¿Nos quedaríamos indiferentes si en verdad la vida fuera en ello?

Digamos en la tumba. Digamos que nuestro amor a las palabras se dilapidara solo por afán del puto cuerpo.

La gran dicha del poeta muerto es estar vivo en los periódicos.

¿No quedamos en que la alabanza es una mierda?

¿No quedamos, separados de todo, fungiendo al final como verdaderos ángeles caídos, junto a Rimbaud o Baudelaire, o el mismito Lautréamont transmutado en Papasquiaro, en que es preferible quedar ciegos de palabras antes que vernos como célibes dioses pordioseros?

Y debés saber, vos, hijo de puta, vos, el pordiosero, que más valía no haber dicho nada, no haber creído en la poesía, que el cielo es azul porque lo hemos establecido.

Una hoja filosa también para vos, hijo de puta, ternura de la crápula.

Una hoja crujiente para tu catedral de mierda.








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martes, 18 de octubre de 2016

Tres maneras de decir ¡Maldición!


Imagen de Yorch Martínez




Por Jorge Martínez Mejía




En este país donde la literatura no existe, yo fui el escritor que cometió todos los errores. Me hubiera gustado imaginarlo mejor, construir personajes capaces de vivir de verdad, de mover el cimiento al mejor crítico, es decir, crear una vida en la literatura, pero eso no fue posible. Mi mayor error fue imaginarme como escritor, creer que era capaz de escribir algo artístico, valioso.

No me pasó lo de Montano, en la novela de Vila Matas, no fue miedo a imaginar ni a escribir.

Otro error fue creer, después de echarme el cuento de escritor, que la literatura es un invento inútil.

En fin, me hubiera gustado contar una historia imaginaria que lograra instalarse en la vida como algo vivo. Un relato real, como una nota periodística de un suceso verdadero que lograra filtrarse en la vida con autonomía. Que se escamoteara entre las librerías y espantara la modorra de esos viejos lectores especializados, institucionalizados en las letras y los libros. No una broma ni un chiste de relato, algo fuerte, verdadero. Sin embargo, me di cuenta de mi débil imaginación y opté por vivir primero, para después contar algo de lo que tuviera pleno dominio. Una historia real.

Cuando le mencioné a Hernán Antonio Bermudez de mi proyecto, se detuvo un rato y me encomió no seguir cometiendo los mismos errores del pasado. Algo así como «Usted no está obligado a ser el cronista de ninguna historia». Yo traté de defender mi idea, pero él solo se encogió de hombros y se fue, con verdadera cara de desencanto.

Al final me di cuenta que no podía construir mi historia pensando en los lectores, así es que decidí irme a vivir a Tegucigalpa para cambiar el escenario de mis tristes días. 

Entonces, comienzo este trabajo aclarando que se trata de un relato de tres vidas que fluyeron y chocaron solo para hacerse daño.


El primero es un joven fotógrafo croata que llegó a las costas de Norteamérica en una rutina de trabajo. La segunda es una bella mujer hondureña, que también bajaba del mismo barco en su última noche en el Luisiana Blues. El tercero es un amigo de la segunda, un hondureño solitario con un trabonazo en el alma. El último soy yo. Las tres historias corresponden a personajes reales que se encontraron en distintas situaciones, tal vez inconexas, pero que finalmente concluyen trágicamente. Y aunque quise aferrarme a la idea de construir una historia real, la verdad es que, al final, la ficción salió ganando. No pude sostenerme en un lenguaje sobrio porque mi origen es la poesía, género al que renuncié por incompetencia. Y debo reconocerlo olímpicamente, la poesía me cansó, la literatura misma me cansó y por eso la renuncia al intento de ficcionar. Vivir la historia para que la historia penetre en la literatura y la acomode, aunque ella se retuerza y termine triunfando, al menos que le cueste. 

También, en esta misma historia pude dar cuenta de mí mismo, reinventándome, ya que en otra novela había muerto en un incendio, pues en esta resucité. Soy un personaje que deambula en cada uno de mis libros.

Finalmente, quisiera confesar que siempre he sobrestimado mis propias capacidades, que si bien es cierto he recibido aplausos en algunas ocasiones, mi nombre no figura para nada en el concierto de las tristes letras de este pobre país iletrado. Espero que este continuo comportamiento de megalomanía no afecte el interés del lector. Es cierto que siempre he creído que mi intelecto y mi fuerza física son levemente superiores al común, pero no tengo delirios de grandeza, solo se trata de que no puedo salirme de mis propias historias.









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Fragmento de la novela Tres maneras de decir ¡Maldición!









jueves, 13 de octubre de 2016

Johanna's Visions, Bob Dylan, Melbourne 1966





Johanna's Visions






Ain't it just like the night to play tricks when you're tryin' to be so quiet?
We sit here stranded, though we're all doin' our best to deny it
And Louise holds a handful of rain, temptin' you to defy it
Lights flicker from the opposite loft
In this room the heat pipes just cough
The country music station plays soft
But there's nothing, really nothing to turn off
Just Louise and her lover so entwined
And these visions of Johanna that conquer my mind

In the empty lot where the ladies play blindman's bluff with the key chain
And the all-night girls they whisper of escapades out on the "D" train
We can hear the night watchman click his flashlight
Ask himself if it's him or them that's really insane
Louise, she's all right, she's just near
She's delicate and seems like the mirror
But she just makes it all too concise and too clear
That Johanna's not here
The ghost of 'lectricity howls in the bones of her face
Where these visions of Johanna have now taken my place

Now, little boy lost, he takes himself so seriously
He brags of his misery, he likes to live dangerously
And when bringing her name up
He speaks of a farewell kiss to me
He's sure got a lotta gall to be so useless and all
Muttering small talk at the wall while I'm in the hall
How can I explain?
Oh, it's so hard to get on
And these visions of Johanna, they kept me up past the dawn

Inside the museums, Infinity goes up on trial
Voices echo this is what salvation must be like after a while
But Mona Lisa musta had the highway blues
You can tell by the way she smiles
See the primitive wallflower freeze
When the jelly-faced women all sneeze
Hear the one with the mustache say, "Jeeze
I can't find my knees"
Oh, jewels and binoculars hang from the head of the mule
But these visions of Johanna, they make it all seem so cruel

The peddler now speaks to the countess who's pretending to care for him
Sayin', "Name me someone that's not a parasite and I'll go out and say a prayer for him"
But like Louise always says
"Ya can't look at much, can ya man?"
As she, herself, prepares for him
And Madonna, she still has not showed
We see this empty cage now corrode
Where her cape of the stage once had flowed
The fiddler, he now steps to the road
He writes ev'rything's been returned which was owed
On the back of the fish truck that loads
While my conscience explodes
The harmonicas play the skeleton keys and the rain
And these visions of Johanna are now all that remain 







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sábado, 8 de octubre de 2016

La derecha quebrada


Leonardo Montes de Oca, actor hondureño







Cuando la derecha está quebrada, la izquierda le hace el trabajo sucio.

jueves, 6 de octubre de 2016

FRANCISCO MORAZÁN Y SUS DETRACTORES





Asesinato de Francisco Morazán, 15 de Septiembre de 1842





Por Gustavo Zelaya







En nuestra Honduras el 15 de septiembre sirve para celebrar con desfiles de corte militar un proceso de independencia obtenido en gabinete de abogados, con el apoyo de comerciantes y hacendados afines a la monarquía española. La fiesta local toma tintes tragicómicos cuando la reverencia a la autoridad nacional se viste de poses aristocráticas, casi feudales, y la envoltura del evento son las morbosas exhibiciones para deleite del gobernante en turno. Así ha sido durante mucho tiempo. Y en el estrado de “honor” tienen sitio seguro los actuales opositores a la verdadera independencia, los enemigos de las ideas sobre la soberanía y la necesidad del Estado laico. Ninguno de ellos recuerda que un 15 de septiembre se asesinó a Francisco Morazán, pero tienen la capacidad de organizar el asalto a los bolsillos populares con la “semana morazanica” para disfrute de empresarios privados.


Es sabido que la independencia de Centroamérica no estuvo encerrada en choques armados, tampoco tuvo impacto dramático en la identidad nacional. Es posible que su efecto principal se note en el fracaso de la unión de las viejas provincias de la Capitanía General de Guatemala, en el regionalismo, en el auge de las oligarquías locales y del caudillismo. Los representantes de los grupos económicos involucrados en ese proceso se interesaron por sustituir en el poder a los colonialistas; ninguno se interesó en transformar a profundidad el sistema económico para generar estabilidad y hacer política seria; hacer posible la convivencia, la solidaridad, el respeto, la calidez. Es decir, construir fundamentos para superar la pobreza y el atraso cultural de los menos favorecidos no se convirtió en programa político de liberales y conservadores identificados con aquel movimiento.

La independencia de España no fue más que un trámite para conservar el poder político y económico de grupos afines a la corona, todo resuelto con la firma del acta de independencia para impedir la participación popular. El trasfondo ideológico de ese procedimiento se llamó pensamiento ilustrado.
Los independentistas pretendían reformar individuos como momento del progreso social y alcanzar la felicidad general. Tal finalidad se obtendría difundiendo las ciencias y los logros de la razón para dominar la naturaleza y fundar el Estado moderno. Esas serían las condiciones para que los seres humanos participaran de los bienes culturales.

Después de la declaración de la independencia esa fe en la razón se expresaría en Francisco Morazán cuando el 16 de abril de 1823 sostuvo que sin educación "no habrá igualdad ni en las personas ni en los intereses ni en los bienes; y estamos expuestos a que caiga sobre nosotros un yugo que no lo podamos sacudir jamás”. Estando en el poder el 9 de junio de 1830 se decretó la “Ley sobre la protección de los establecimientos de enseñanza pública”. Insistió en la importancia de la educación proponiendo que desde la República se debe proteger “los establecimientos de enseñanza pública… hasta ponerlo en un estado capaz de producir los hombres ilustrados que deben dictar leyes al pueblo centroamericano, dirigir los destinos de la patria, dirigir las diferencias domésticas de sus hijos y comandar sus tropas, destinadas a defender la independencia, la integridad de la nación y las libertades públicas”. Ni una sola de esas virtudes cívicas han estado presentes en los que han dirigido el Estado hondureño, más bien se han esforzado en obstaculizar la escuela pública como lugar de formación democrática y pensamiento autónomo.

Una de las ideas básicas en Morazán fue la necesidad de implantar un sistema federal. Bajo la cubierta de la federación se intentó democratizar la política, reformar la educación, proteger los derechos individuales, extinguir la esclavitud, garantizar el sufragio, separar la iglesia del Estado, implantar la libertad de imprenta, eliminar los títulos nobiliarios y los privilegios, colonizar las tierras incultas, preparar el inicio del canal interoceánico en Nicaragua y fortalecer el poder municipal.
El sistema federal requería de un poder central, sólidas finanzas públicas y eficacia burocrática. Estos componentes fueron boicoteados por la inestabilidad política, el clientelismo que desde entonces sentó sus raíces, precarias finanzas estatales, el regionalismo, la desconfianza hacia el poder central, constantes intrigas de agentes diplomáticos británicos y, en parte, por el hecho de que la independencia fuera resultado de maniobras políticas fraguadas en gabinetes. Todo ello contribuyó a que no se organizara el ejército federal del nuevo Estado y que se desatara la guerra civil de 1826.

La oposición principal se construyó desde sectores pobres y en la aristocracia. A esto ayudaron factores como la creación de cementerios fuera de los poblados que generó levantamientos indígenas; decretar el matrimonio civil y el divorcio que obligaba al pago de más impuestos; el monopolio federal sobre el tabaco; la abolición del diezmo, la libertad de cultos, la educación laica que eliminaban algunos privilegios; la crisis económica y los conflictos entre fracciones, que, entre otras razones, profundizaron el debacle de la federación. Una de las consignas centrales de los enemigos de Morazán puede verse en esta exigencia de Rafael Carrera: “Que se quiten las alcabalas, las garitas y las contribuciones sobre tierras y ganado y sólo quede una corta y que ésta no recaiga sobre los pobres”.

La guerra civil duró hasta 1829 y, en parte, provocó mayor contrabando, más progreso en las economías locales, mayor control de parte de los grupos conservadores sobre los municipios y los ejércitos de los Estados y con ello defendieron sus intereses en oposición al poder federal.

La reacción no sólo tendría su origen en el levantamiento campesino encabezado por Carrera o en la ausencia de una sólida fuerza política, sobre todo, en la incapacidad de crear una base económica nacional, en el insuficiente desarrollo comercial y en la debilidad del poder federal. A pesar del triunfo conservador, los levantamientos campesinos continuaron hasta 1848 con el relativo alejamiento de Rafael Carrera del poder político. La crisis persistiría por treinta años más sin provocar cambios importantes en la tenencia de la tierra lo que garantizaba la estabilidad el sistema establecido.

Es probable que en esa época pueda encontrarse la raíz de la tradición política en nuestra Honduras: conservadora, ciega a los cambios que mejoren la vida de los menos favorecidos; interesada en la entrega de los recursos naturales, en la competividad centrada en el mercado que anula cualquier pretensión humanista como planteaban personajes como Francisco Morazán. Más bien, en las condiciones actuales, cuando atentar contra los derechos de las personas es práctica común, cuando la impunidad, la corrupción, la venta de regiones del país, vuelve más complicado la formación de cultura y conciencia nacional, esta situación de inseguridad y muerte complica hablar y edificar convivencia, inclusión social y vida humanizada. Es desde la condición efectiva de nuestra realidad, en crisis, violenta, irrespetuosa de las diferencias, es desde el poder que se ha hecho escarnio de la figura de Morazán al querer mantenerlo con porte militar en estatuas, hacer de su asesinato una fiesta de mal gusto y de su fecha de nacimiento un momento ampliado de represión.

Esos son los detractores de Morazán opuestos a sus ideales como el régimen social de libertades, contrarios a la opresión física y espiritual; a la libertad de conciencia, la libertad económica, la libertad de enseñanza, el libre sufragio, la igualdad racial, el rechazo a la tiranía y el progreso individual que conduzca al progreso social. En el núcleo del pensamiento morazánico estaba la ética como requisito del progreso social, no como retórica, sino como necesidad histórica y así desenmascarar la ruina moral de la tradición política conservadora.



3 de octubre de 2016.




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Francisco Morazán, Tegucigalpa, 3 de octubre de 1792; San José de Costa Rica, 15 de septiembre de 1842. Militar y político hondureño, gobernó la República Federal de Centro América durante el turbulento periodo de 1827 a 1838. Luego de su victoria en la legendaria Batalla de La Trinidad, y hasta su muerte, dominó la escena política y militar de Centroamérica.


“La grandeza de una patria no se mide por la extensión de su territorio sino por la dignidad y honor de sus hijos". "Si nos colocamos entre la humillación y la guerra, elegiríamos siempre el último partido, aun cuando tengamos la certeza de no poder salvar más que el honor".

En el ámbito político fue reconocido como un gran pensador y visionario Intentó transformar a Centroamérica en una nación grande y progresista Durante su gestión como mandatario de la República Federal, Morazán promulgó las reformas liberales, las cuales incluyeron: la educación, libertad de prensa y de religión entre otras. Además limitó el poder de la Iglesia Católica con la abolición del diezmo de parte del gobierno y la separación del Estado y la Iglesia.
  
 "Jamás se pueden hacer obras con hombres forzados". Con estas reformas Morazán se ganó enemigos poderosos. Su período de gobierno estuvo marcado por amargas luchas internas entre liberales y conservadores. Sin embargo, a través de su capacidad militar, Morazán se mantuvo firme en el poder hasta 1837, cuando la República Federal se fracturó irrevocablemente.  

Esto fue explotado por la Iglesia y los líderes conservadores, que se unieron bajo el liderazgo de Rafael Carrera y, con el fin de proteger sus propios intereses, terminaron por dividir a Centroamérica en cinco estados Honduras, Guatemala, Costa Rica Nicaragua y El Salvador. Tras un exilio regresó en 1842 a Costa Rica, donde tomó brevemente el poder; antes de que pudiera iniciar la reconstrucción de la unidad centroamericana fue capturado y asesinado en la fachada de un fusilamiento.  

No he de huir, señor, ni me falta valor para ir al patíbulo.  

Tranquilícese amigo, no se acongoje, morir hoy o mañana es lo mismo.
 
–La educación es el alma de los pueblos, y abono de los ejércitos de la libertad.

La posteridad nos hará justicia.

Los pueblos me han confiado sus destinos; yo seré todo para los pueblos. Una lágrima menos, una espiga más, un retoño de la planta que no se había cultivado.

miércoles, 5 de octubre de 2016

Pasaje al Castillo Bellucci, de Thomas Hebrard





Bellucci, de Thomas Hebrard





Por Jorge Martínez Mejía

Thomas Hebrard es un joven francés dedicado al arte urbano en Tegucigalpa, Honduras. Su juventud (1990) es idéntica a su sueño  de contribuir con la Madre Tierra, ya sea por medio del arte, del grafiti, el muralismo, y el malabarismo; o de manera directa, capacitando pobladores del área rural en el manejo del agua, del bosque o de la energía solar.

Su dedicación y humildad son un soporte claro de su visión de tolerancia en un mundo cargado de violencia. Puede pernoctar en cualquier sitio, caminar largas jornadas o marchar en protesta con los pueblos originarios sin temer, como un firme soldado de una religión humana caída en desgracia: el humanismo.

"creo que podemos hacer muchas cosas con solo compartir nuestro tiempo", dice con entusiasmo. "Sé que cada momento corremos peligro, pero debemos estar conscientes del serio peligro en que se encuentra el futuro de la humanidad, y ningún sacrificio puede considerarse vano".

"Podemos reconocer la sabiduría de los pueblos. Podemos ver poblaciones milenarias que han encontrado verdaderas claves para la convivencia pacífica con la naturaleza, en armonía con la vida de los demás seres vivos".

Thomas viaja desde Tegucigalpa hacia el sur o el occidente, distribuyendo sus energías como un aporte para una sociedad necesaria, nueva y distinta, y no espera agradecimiento alguno. Considera que su aporte es su obligación humana.

El presente dibujo a mano alzada que recoge una vista próxima y panorámica del callejón Bellucci, es parte de su labor contemplativa de una belleza que existe como monumento de la creación humana en Tegucigalpa, en el barrio La Ronda.


Thomas continúa su labor pintando paredes y construyendo un mundo a la medida de otro tiempo que está por venir.



















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Michel Foucault: El poder, los valores morales y el Intelectual



 Michel Foucault





Tomado de History of the Present Nº 4 (Primavera de 1988)
Entrevistador: Michael Bess
Traducción: Francisco Larrabe *

Esta entrevista se realizó el 3 de noviembre de 1980 por Michael Bess, estudiante graduado del Departamento de Historia en la Universidad de California, Berkeley. Foucault se encontraba en Berkeley para ofrecer las conferencias Howison (“Subjetivación y verdad”) los días 20-21 de octubre de 1980. Extractos de la entrevista aparecieron en un artículo escrito por el propio Bess y publicado el 10 de noviembre de 1980 en el diario estudiantil Daily Californian, de dicha universidad. La entrevista se desarrolló en francés y fue traducida por el propio Michael Bess.
Hace un momento usted me contaba que es moralista…
En cierto sentido lo soy, en la medida en que creo que uno de los propósitos, uno de los sentidos de la existencia humana – la fuente de su libertad – es no aceptar nunca nada como definitivo, intocable, obvio o inmóvil. No se debería aceptar que ningún aspecto de la realidad se convierta en ley definitiva y anti humana para nosotros.
Sin embargo, necesitamos aferrarnos, incluso de manera provisoria.
Sí, es cierto. Esto no significa que uno deba vivir en una discontinuidad indefinida. A lo que me refiero es que uno debe considerar todos los puntos de fijación, de inmovilización, como si fuesen elementos tácticos, estratégicos; como parte de un esfuerzo por devolver las cosas a su movilidad original, a su apertura al cambio.
Te mencionaba anteriormente los tres elementos de mi moral. Estos son (1) la negación a aceptar como evidente las cosas que se nos proponen; (2) la necesidad de analizar y conocer, dado que no podemos llevar a cabo nada sin la reflexión y el entendimiento – de ahí el principio de curiosidad; y (3) el principio de innovación: buscar en nuestras reflexiones aquellas cosas que nunca han sido pensadas o imaginadas. En resumen: negación, curiosidad, innovación.
Me parece que el concepto que tiene la filosofía moderna respecto del sujeto supone estos tres principios. Me refiero a que la diferencia entre sujeto y objeto es precisamente que el sujeto es capaz de negarse, de generar innovación. Por tanto, ¿su trabajo ataca la tendencia a cristalizar esta noción de sujeto?
Lo que estaba explicando era el campo de valores dentro del cual sitúo mi trabajo. Me preguntaste antes si yo era un nihilista que rechaza la moralidad. Te respondí que no. También me estuviste preguntando “por qué hace el trabajo que hace”
Estos son los valores que propongo. Pienso que la teoría moderna del sujeto, la filosofía moderna del sujeto, muy bien podría ser capaz de otorgar al sujeto una capacidad para la innovación, etc., sin embargo, en la actualidad la filosofía moderna sólo lo hace en un nivel teórico. En la realidad no es capaz de traducir en una práctica estos diferentes valores que estoy tratando de elaborar en mi propio trabajo.
¿El poder puede ser abierto y fluido, o es intrínsecamente represivo?
El poder no debe ser entendido como un sistema opresivo que somete desde la altura a los individuos, castigándolos con prohibiciones sobre esto o aquello. El poder es un conjunto de relaciones. ¿Qué significa ejercer el poder? No significa tomar esta grabadora y arrojarla contra el suelo. Tengo las capacidades para hacerlo, tanto material como física y anímica. Sin embargo, si la azoto contra el suelo con el propósito de hacerte enojar o que no puedas reproducir lo que he dicho, o presionarte de modo que te comportarás de tal o cual manera o para intimidarte; pues bien, lo que he hecho al moldear tu comportamiento mediante ciertos medios, eso es poder.
Esto quiere decir que el poder es una relación entre dos personas, una relación que no está en el mismo orden de la comunicación (incluso si estás obligado a servirme como instrumento de comunicación). No es lo mismo que decirte “el clima está agradable” o “nací en tal o cual día”.
Ejerzo poder sobre ti: influyo en tu comportamiento o intento hacerlo. Intento guiarlo, conducirlo. Y la manera más sencilla es, obviamente, tomándote de la mano y obligarte a que vayas a donde quiero. Ese es el caso límite, el grado cero del poder. Y es precisamente en ese momento en que el poder deja de serlo y se convierte en simple fuerza física. Por el contrario, si uso mi edad, mi posición social, el conocimiento que pueda tener sobre determinado tema para hacer que te comportes de un modo particular – es decir, no te estoy forzando a algo sino que te estoy dejando completamente libre – ahí es cuando empiezo a ejercer poder. Está claro que no debemos definir el poder como un acto violento y opresor que reprime a los individuos forzándolos a hacer algo o evitando que hagan algo distinto. Sino que el poder tiene lugar cuando existe una relación entre dos sujetos libres y esta relación es desigual, de modo que uno puede actuar sobre el otro, y ese otro es guiado o permite que lo guíen.
Por tanto, el poder no siempre es represivo. Puede tomar varias formas. Y es posible tener relaciones de poder que son abiertas.
¿Son relaciones equitativas?
Nunca son equitativas porque la relación de poder es desigual. Pero puedes tener sistemas de poder reversibles. Tomemos, por ejemplo, lo que sucede en una relación erótica – no estoy hablando de una relación amorosa sino simplemente una relación erótica. Pues bien, tienes claro que es un juego de poder y la fuerza física no es necesariamente el elemento más importante aquí. Ambos tienen una cierta manera de actuar en el comportamiento del otro, moldeándolo y determinándolo. Uno de los dos puede usar esta situación de un modo determinado y luego generar el inverso exacto con respecto al otro. Pues bien, ahí tienes una forma específica y pura de poder reversible.
Las relaciones de poder no son en sí mismas formas represivas. Lo que sucede es que en las sociedades, o en la mayoría de ellas, se crean organizaciones para mantener cristalizadas las relaciones de poder, para mantener dichas relaciones en un estado de asimetría, de modo que un cierto número de personas obtienen una ventaja social, económica, política, institucional, etc. Y esto cristaliza la situación. Eso es lo que uno llama poder, en el sentido estricto del término: es un tipo específico de relación de poder que ha sido institucionalizado, cristalizado e inmovilizado para beneficios de algunos y perjuicio de otros.
Pero, ¿son ambas partes de la relación victimas del poder?
¡No del todo! Sería forzar demasiado la idea si decimos que aquellos que ejercen el poder son víctimas. De cierta manera es verdad que pueden quedar atrapados en la trampa, dentro de su propio ejercicio de poder; pero no son tan victimas como los otros. Inténtalo…ya verás [risas].
¿Está alineado con la posición de los marxistas?
No lo sé. Verás, no estoy seguro de saber qué es el marxismo en realidad y no creo que exista como algo abstracto. Para mala o buena suerte de Marx, su doctrina ha sido adoptada casi siempre por organizaciones políticas y es, después de todo, la única teoría cuya existencia siempre ha estado atada a organizaciones sociopolíticas que fueron extraordinariamente fuertes y volátiles, hasta el punto de convertirse en aparatos del Estado.
De manera que cuando mencionas al marxismo, te pregunto a cuál te refieres, ¿el que se enseña en la República Democrática Alemana (marxismo-leninista); el vago, desaliñado y bastardo concepto que usan algunos como George Marchais; o el cuerpo doctrinario que sirve como punto de referencia para algunos historiadores ingleses? En otras palabras, no sé lo que es el marxismo. Intento luchar con los objetos de mi propio análisis, por lo que cuando uso un concepto utilizado tanto por Marx o los marxistas, un concepto útil y tolerable, para mí es indiferente. Siempre me he negado a considerar como factor decidor el estar o no de acuerdo con el marxismo a la hora de negar o aceptar lo que digo. No me podría importar menos.
¿Tiene algunas ideas respecto de un sistema de poder que ordene a la masa de seres humanos en el planeta, un sistema de gobierno que no se convierta en una forma de poder represiva?
Un programa de poder puede tomar tres formas. Por un lado, ¿cómo ejercer un poder que sea efectivo y posible (en esencia, cómo reforzarlo)? O, por otro lado, la postura inversa: ¿cómo anular el poder, qué puntos atacar para derrumbar la cristalización del poder ya existente? Y por último, la postura intermedia: ¿de qué manera limitar las relaciones de poder tan encarnadas y desarrolladas en una sociedad específica?
Pues bien, la primera postura no me interesa: crear un programa de poder que ejerza el poder más que antes. La segunda postura es interesante, pero me complica que se deba considerar esencialmente bajo el propósito de sus objetivos concretos: las luchas que uno desea emprender. Y esto significa, precisamente, que uno no debe hacer de ella una teoría a priori.
En cuanto a la postura intermedia – ¿cuáles son las condiciones aceptables del poder? – digo que estas condiciones aceptables para el ejercicio del poder no pueden ser definidas a priori. Ellas son siempre el resultado de relaciones de fuerza dentro de una sociedad. Y en tal situación sucede que un cierto desequilibrio en las relaciones de poder es, en efecto, tolerado por un periodo de tiempo por aquellas víctimas que están en una posición más desfavorable. Esto no quiere decir que semejante situación sea aceptable. Ellos son conscientes de esto desde el primer momento, de modo que después de pocos días, años, siglos, las personas siempre terminan resistiéndose y ese viejo compromiso ya no funciona. Eso es. Pero no se puede dar una fórmula definitiva para el ejercicio óptimo del poder.
¿Quiere decir que algo se cristaliza en las relaciones de poder entre las personas y que se vuelve intolerable después de un tiempo?
Claro, a pesar de que a veces sucede de inmediato. Las relaciones de poder, tal como se expresan en una determinada sociedad, no son sino la cristalización de una relación de fuerzas. Y no hay ninguna razón para que estas cristalizaciones de las relaciones de fuerza deban ser formuladas como una teoría ideal de dichas relaciones.
Dios sabe que no soy un estructuralista o un lingüista o algo por el estilo, pero, verás, es casi como si un filólogo quisiera decir “bien, así es como el lenguaje debe ser hablado, así es como el inglés o francés debe ser hablado”. ¡Pero no! Uno puede describir de qué manera un lenguaje es hablado en un determinado momento, uno puede decir lo que es comprensible y lo que es inaceptable, incomprensible. Y es todo lo que uno puede decir. Por otro lado, sin embargo, esto no significa que este tipo de trabajo en relación al lenguaje no permita innovaciones.
Es una posición que se rehúsa a hablar en términos positivos, excepto para el momento presente.
Desde el momento en que uno concibe el poder como un ensamble de relaciones de fuerza, no puede haber ninguna definición programática de un estado óptimo de fuerzas, a menos, claro, que uno fije posiciones al decir “quiero que el blanco ario, de raza pura tome el poder y lo ejerza”, o incluso, “quiero que el proletariado ejerza el poder y quiero que lo haga de manera absoluta”. En ese momento sí se ha establecido un programa para la construcción del poder.
¿Es intrínseco a la existencia humana que su organización se transforme en una forma represiva de poder?
Sí. Por supuesto. Tan pronto como haya personas que se encuentren en una posición – dentro del sistema de relaciones de poder – donde puedan actuar sobre otros y determinar la vida y el comportamiento de éstos, pues bien, la vida de esas otras personas no será del todo libre. Como resultado, dependiendo del umbral de tolerancia y de un gran número de variables, la situación será más o menos aceptada, pero nunca completamente. Siempre habrá personas que se rebelen, que se resistan.
Permítame poner otro ejemplo. Si un niño quiere rayar las murallas de una casa, ¿sería represivo impedir que lo haga? ¿En qué punto uno dice “¡Basta!”?
[…] Si acepto la idea que frecuentemente se tiene del poder – vale decir, que es algo horrible y represivo para el individuo – es evidente que evitar que un niño raye las murallas sería una tiranía insoportable. Pero eso no es el poder: Yo digo que el poder es una relación. Una relación en la que uno guía el comportamiento de los otros. Y no hay ninguna razón para decir que la manera de guiar el comportamiento de los otros no puede tener, en última instancia, un resultado positivo, valioso, interesante, etc. Si yo tengo un hijo, te aseguro que no rayaría en las murallas; y si lo hiciera, sería contra mi voluntad. ¡Incluso el solo pensarlo!
Es complicado…a veces uno tiene que cuestionar constantemente.
¡Sí, sí! ¡Así es! Un ejercicio de poder nunca debe ser algo evidente. No significa que porque seas el padre tienes derecho a golpear a tu hijo. A menudo, incluso, no castigarlo es también una manera de moldear su comportamiento. Este es un dominio de relaciones bastante complejo que exige una reflexión constante. Y cuando uno piensa en el cuidado con que los sistemas semióticos han sido analizados en nuestra sociedad, para develar su valor significante [valeur signifiante], ha existido un relativo descuido de los sistemas para el ejercicio del poder. No se le ha dado la suficiente atención a este complejo ensamble de conexiones.
Su postura escapa continuamente de la teorización. Tiene que rehacerse una y otra vez.
Es una práctica teórica, si tú quieres. No es una teoría sino más bien una manera de teorizar la práctica. […] Como mi posición aún no ha sido esclarecida del todo, a veces la gente piensa que soy una suerte de anarquista radical que tiene un profundo odio hacia el poder. ¡No! Lo que trato de hacer es abordar este fenómeno tremendamente importante y confuso que es el ejercicio del poder en nuestra sociedad, con la mayor reflexión y prudencia. Prudencia en mi análisis, en los postulados morales y teóricos que empleo. Intento averiguar qué está en juego. Pero cuestionando las relaciones de poder de la manera más escrupulosa y atenta posible, examinando todos los ámbitos de su ejercicio, que no es lo mismo que construir una mitología del poder como si fuera la bestia del apocalipsis.
¿Hay temas positivos en su concepto sobre lo que es bueno? En la práctica, ¿cuáles son los elementos morales en los que basa sus acciones?
Ya te los dije: negación, curiosidad e innovación.
Pero, ¿no son todas ellas negativas en cuanto al contenido?
La única ética que puedes tener con respecto al ejercicio del poder, es la libertad de los otros. Yo no le digo a la gente “hagan el amor de esta manera, tengan hijos, vayan a trabajar”.
Debo admitir que estoy un tanto perdido al no tener puntos de orientación en su mundo, hay demasiada apertura.
Escucha, escucha… ¡No es tan difícil! No soy un profeta; no soy un organizador; no quiero decirle a la gente qué debe hacer. No voy a decirles “¡esto es bueno para ti, esto no!”.
Intento analizar una situación real en sus diversas complejidades, con el propósito de permitir la negación, la curiosidad y la innovación.
Y con respecto a su vida personal, eso ya es distinto…
¡Pero a nadie le incumbe!
Pienso que en el fondo de todo esto hay un malentendido sobre la función de la filosofía, del intelectual, del conocimiento en general: y es que les concierne a ellos decirnos qué es bueno.
¡Pues no! ¡No, no, no! No es responsabilidad de ellos. Ellos ya son bastante propensos a interpretar ese papel. Por dos mil años han estado diciéndonos qué es bueno, con todas las consecuencias catastróficas que eso ha generado.
Hay un juego terrible aquí, un juego que oculta una trampa en la que los intelectuales tienden a decir lo que es bueno, y las personas no encuentran nada mejor que les digan lo que es bueno, cuando sería mejor que empezaran a gritar “¡esto es malo!”
Pues bien, cambiemos el juego. Digamos que los intelectuales ya no tendrán el rol de decir lo que es bueno. Por tanto, dependerá de las propias personas, basando su juicio en los múltiples análisis de realidad que se les ofrezcan, trabajar o comportarse espontáneamente, de manera que puedan definir por sí mismos qué es bueno para ellos.
Lo bueno a veces surge a través de la innovación. Lo bueno no existe como tal en un cielo atemporal con personas que serían como los Astrólogos del Bien, cuyo trabajo es determinar cuál es la naturaleza favorable de las estrellas. Lo bueno es definido por nosotros, se practica, se inventa. Y es un trabajo en conjunto.
¿Está más claro ahora?