sábado, 26 de noviembre de 2011

Poemas de Franklin Mieses



Franklin Mieses Burgos, República Dominicana, 1907-1976.





DESVELADO CAÍN



A la orilla del aire yo destruyo la sombra
delgada de los pájaros
solitarios que habitan caídos en el cielo
pequeño del rocío,
de ese húmedo espejo donde todas las cosas
del alba se derrumban,
se hunden en el frío metal en donde el trino
sonámbulo se hermana con la niñez del agua.

A la orilla del aire yo destruyo la rosa
del rosal, la azucena,
la nube y la guitarra que también es alondra
nacida en una nueva
presencia quejumbrosa de metales heridos.

A la orilla del aire yo destruyo el aliento
del ángel, la paloma.

Nada queda en mis manos que no rompa
en procura de mí mismo en el fondo,
en la íntima entraña sepulta de las cosas
donde lo eterno esculpe su máscara de siempre,
su soledad más honda.

¡Oh Padre imaginado
tras el terrible cielo por donde pasa el viento
del misterio soplando la voz de sus campanas!

-¿Qué cosa es que supongo hallar
tras de tu niebla?
¿Cuál enigma vislumbro oculto tras la negra
semilla de tu árbol?

La noche milenaria
que enroscada descansa sin rostro entre mis huesos,
la noche que me oprime por dentro y me devora,
¿no es la misma que cava con sus dedos de sombra
su abismo en los objetos?

Por aquí desemboco rodando hasta la gota
donde la más antigua de mis voces descansa.

Si tú el cálido aliento de tu pulmón soplaste,
para forjar del barro miserable la estatua
preciosa de la vida.

Yo levanté mi mano valiente hasta tu rostro,
para inventar la humana presencia de la Muerte.

Desde entonces yo he sido también un dios creador,
arquitecto único de ese orbe distingo
donde el fecundo cielo no hizo del verbo luz,
sorda parte de un mundo donde la intacta sombra
es virgen todavía.

No es Abel el que muere herido por el golpe
salido de mi mano, no es Abel el que muere.

Con él sólo destruyo las formas permanentes
del símbolo primero:
igual me hubiera sido la presencia del alba,
lo inmutable del cielo.




CANCIÓN DEL MUNDO ESTÁTICO


Me imagino tu mundo por dentro como un amplio
coro de incomprensibles voces de terciopelo,
flotando entre una selva de árboles humanos,
tras un dolor desnudo venido de muy lejos.

Me imagino tu mundo -terrible, solitario-
como un paraje en donde crezcan rosas de tinieblas
y en donde impetuoso un viento crudo y agrio
muerde un viejo silencio de corazón de piedra.

Me imagino tu mundo como si en él la noche
hubiera florecido sus pétalos de sombras
para quebrar el alba dorada que persiste
en despertar el canto de todas las alondras.

Después acaso un solo sonido sin palabras,
una másica muerta, un resplandor de estrellas
ahogadas sobre el agua de un río silencioso
que marcha lentamente camino de la muerte.

Una rosa, una dalia, algo absurdo que finge
la traslúcida cara de un ser cuya sonrisa
nieva lumbre de luna. Y en medio de este mundo
atormentado y solo, como una torre adulta:
tu voz petrificada.



VIVA MUERTE



Huésped del cuerpo humano que me cierra
en mortales mortajas hospedado,
transito con mi ser resucitado
como una viva muerte por la tierra.

Y cuanto miro en torno es una guerra
suscitada en un tiempo limitado,
por donde va cayendo derramado
el instante de vida que la encierra.

Sólo de muerte en muerte caminando,
sólo de vida en vida cada día
igual que una semilla germinando.

Va mi vivir hacia su cielo incierto;
llevando sin saber, en su agonía,
la muerte en vida, y con la vida, muerto.



SONETO A LA MUERTE


("Bella ilusión, por la que alegre muero")

Llueve tu soledad de noche oscura,
de eslabones de sangre desatados,
y una más alta claridad fulgura
debajo de los párpados cerrados.

Todo fuera de ti se hace negrura,
amasijo de lienzos apretados,
donde no es necesario ni perdura
el aire de los cielos libertados.

La luz que irrumpe súbita en la sombra
de nuestra humana oscuridad terrena,
como un destello lívido que asombra;

esa lograda claridad postrera
llena de eternidad y de ti llena:
es la única lumbre verdadera.



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Franklin Mieses Burgos. Nació en Santo Domingo el 4 de diciembre de 1907. Cursó su educación elemental y secundaria en Santo Domingo. Sin embargo, no siguió una carrera universitaria.



Gran parte de su formación intelectual provino de su lectura de los clásicos y de los principales escritores latinoamericanos y europeos decimonónicos. Ello le permitió adquirir una cultura autodidacta respetable que compartió con sus compañeros de generación. Fue uno de los miembros más destacados de la agrupación Poesía Sorprendida, cuya revista del mismo hombre dirigió junto a otros integrantes del grupo, entre ellos Fredy Miller.

El estilo de su poesía tiene cierta influencia surrealista y se distingue por la utilización de la metáfora,la imagen gráfica y sonora. Sus versos son cargados de emoción lírica y cuentan con una gran perfección técnica.

Dirigió el Instituto Dominicano de Cultura Hispánica, la revista Hispaniola y la colección La isla necesaria. Aunque su poesía ha sido poco difundida, tanto nacional como internacionalmente, su constante preocupación por el buen uso del lenguaje, por la pureza y perfección del poema, lo convirtió en uno de los más metódicos y rigurosos de la lírica dominicana contemporánea. Trabajó con habilidad de maestro la poesía política, filosófica y social. Murió en Santo Domingo el 11 de diciembre de 1976.

Algunas de sus obras:

  • Sin rumbo ya y herido por el cielo
  • Clima de eternidad
  • Presencia de los días
  • El héroe
  • Seis cantos para una sola muerte





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