lunes, 15 de marzo de 2010

La palabra poesía


Bitácora de la Logia de Los Poetas del Grado Cero


14 de marzo de 2008.

Levantamos la tapa de la esclusa para ver a la muerta. El enorme enredijo de hojas, tallos y piedras enterradas sobre la calavera nos recordaron las trompadas que Nelson lanzaba al aire buscando a Gustavo. "¡Quíteme a este hijueputa, Yorch!", gritaba Gustavo, conteniendo las ganas de arremeter contra el barranco. Más tarde lo vimos lanzarse al vacío, al abismo, con toda la intención de resucitar frente al crepúsculo, en el camino rojo del domingo. Nelson había perdido sus lentes.

- No creo que encontremos nada, le dije, camino arriba de la montaña.
Había muchas piedras regadas en la calle inclinada y algunas mujeres con delantal bajaban al mercado.

- Esa fue una gran loquera, maje, dijo Nelson. Más vale que no nos tiramos al barranco. El valle estaba tranquilo debajo de la bruma.

-Aquí no hay nada, le dije, sólo las piedras que Gustavo se estrellaba en el pecho.
En las aldeas cercanas los gallos dejaron de cantar. Los poetas mueren de olvido, pensé, al recordar a Gustavo con un zapato en la mano, bajando por la Primera Calle. La montaña sigue intacta, sin malignidad. En la esclusa cerrada aún se conservan las mágicas larvas zumbando con elegancia la palabra poesía.