viernes, 13 de febrero de 2009

Poesía alemana

Ilustración de Levin Van Veluw

Todos los días


No se declara ya la guerra,
se la continúa. Lo inaudito
se ha vuelto cotidiano. El héroe
permanece lejos de los combatientes. El débil
ha entrado en las zonas de fuego.
El uniforme del día es la paciencia,
la distinción esa estrella miserable
de la esperanza encima del corazón.

Se la otorga
cuando no ocurre nada más,
cuando calla el fuego graneado,
cuando el enemigo está invisible
y la sombra de la armadura eterna
cubre el cielo.

Se la otorga
por el abandono de las banderas,
por la valentía hacia el amigo,
por la delación de secretos indignos
y la desobediencia
a toda orden.

Ingeborg Bachmann (Kalgenfurt, Austria, 1926 - Roma, 1973), Traducción de Rodolfo Alonso y Klaus Dieter Vervuert, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1967


El cambio de rueda

Estoy sentado al borde la carretera,
el conductor cambia la rueda.
No me gusta el lugar de donde vengo.
No me gusta el lugar a donde voy.
¿Por qué miro el cambio de rueda con impaciencia?


Satisfacciones


La primera mirada por la ventana al despertarse
el viejo libro vuelto a encontrar
rostros entusiasmados
nieve, el cambio de las estaciones
el periódico
el perro
la dialéctica
ducharse, nadar
música antigua,
zapatos cómodos
comprender
música nueva
escribir, plantar
viajar
cantar
ser amable.


Bertolt Brecht (Ausburg, 1898-Berlín, 1956), Versión de Jesús López Pacheco sobre traducción directa del alemán de Vicente Romano. Madrid, 1975.


¡Sólo loco! ¡Sólo poeta!

Cuando la luz se va desvaneciendo
cuando ya el consuelo del rocío
se filtra en la tierra
invisible, inaudible-pues delicado calzado lleva
el consolador rocío, como todo dulce consuelo-
entonces recuerdas, recuerdas tú, ardiente corazón
cuan sediento estuviste
de celestiales lágrimas y gotas de rocío,
abrasado, cansado, sediento,
mientras en sendas de amarilla hierba
malignas miradas del sol crepuscular
por entre negros árboles en torno a ti corrían,
deslumbrantes, malintencionadas, abrasadoras miradas del sol.
“¿Tú el pretendiente de la verdad?" -así se mofaban-.­
¡no! ­sólo un poeta!
un animal astuto, saqueador, rastrero,
que ha de mentir,
que premeditadamente, intencionadamente,
ha de mentir
multicolor larvado,
larva él mismo,
presa él mismo,
¿es eso el pretendiente de la verdad?
...­Sólo loco! ­Sólo poeta!

Sólo un multicolor parloteo
multicolor parloteo de larvas de loco
trepando por mendaces puentes de palabras
sobre un arco iris de mentiras
entre falsos cielos
deslizándose y divagando.
¡sólo loco! ¡sólo poeta!
¨Es eso el pretendiente de la verdad?
No inmóvil, rígido, liso, frío,
convertido en estatua,
pilar de dios;
no erigido ante templos
atalaya de dios:
­¡no!
Hostil eres a tales modelos de virtud,
más recogido estás en el desierto que en los templos,
audaz como los gatos
saltas por todas las ventanas
y en toda ocasión
husmeas la selva virgen
tú que por selvas vírgenes
entre fieras de coloreados pelajes
pecadoramente sano y bello y multicolor corrías,
con lascivos belfos,
feliz con el escarnio, feliz en el infierno, feliz y sanguinario,
ladrón furtivo, mentiroso corrías...O semejante al águila
que fija su mirada largo tiempo en los abismos
en sus abismos...-­oh, girar como ella
hacia abajo, hacia el fondo, hacia adentro,
hacia cada vez más profundas profundidades!
Y entonces de repente
vuelo vertical
trazo precipitado
caer sobre corderos
hacia abajo, voraz,
ávido de corderos,
odiando toda alma de corderos,
odiando rabiosamente todo lo que parezca
virtuoso, borreguil, de rizada lana,
necio, satisfecho con leche de oveja...Así, aguileñas, leopardinas,
son las añoranzas del poeta,
son tus añoranzas entre miles de larvas,
¡tú, loco!, ¡tú, poeta!

Tú que al hombre consideras
tanto dios como oveja
al dios desgarrar en el hombre
como a la oveja en el hombre
y desgarrando reír
En esto consiste tu felicidad.
¡felicidad leopardina y aguileña
felicidad de loco y de poeta!
"Cuando la luz se va desvaneciendo
y la hoz de la luna
ya se desliza verde y envidiosa
entre rojos purpúreos-enemiga del día
y sigilosamente a cada paso
las guirnaldas de rosas
siega, hasta que se hunden
pálidas en la noche:
así caí yo mismo alguna vez
desde mi desvarío de verdad
desde mis añoranzas de día
cansado del día, enfermo de luz
caí hacia abajo, hacia la noche, hacia las sombras,
abrasado y sediento
de una verdad.
¿recuerdas aun, recuerdas tú, ardiente corazón,
que sediento estuviste?
¡sea yo desterrado de toda verdad!
¡Sólo loco! ¡Sólo poeta!

(Röcken, cerca de Lützen, 15 de octubre de 1844 – Weimar, 25 de agosto de 1900)



El consenso público


¿No es más bella la vida de mi corazón
desde que amo? ¿Por qué me distinguíais más
cuando yo era más arrogante y arisco,
más locuaz y más vacío?
¡Ah! La muchedumbre prefriere lo que se cotiza,
las almas serviles sólo respetan lo violento.
Unicamente creen en lo divino
aquellos que también lo son.


A las parcas


Sólo un verano me otorgáis, vosotras las poderosas;
y un otoño para dar madurez al canto,
para que mi corazón, más obediente,
del dulce juego harto se me muera.
El alma no obtuvo en vida derecho
divino, tampoco abajo descansa en el Orco;
pero si un día alcanzo lo sagrado, aquello
que es caro a mi corazón, el poema,
bien venido entonces, oh silencio del reino de las sombras.
Contento estaré, aunque mi lira
allí no me acompañe; por una vez
habré vivido como un dios, y más no hace falta.

Friedrich Hölderlin (Lauffen am Neckarm, 1770-Tubinga, 1843)


Soneto


Del arte practicar los modos nuevos,
sagrado deber es que se te impone;
según el ritmo y el compás prescritos,
moverte tú también como yo puedes.

Que si con fuerza el ánimo se excita,
entonces justamente pide calma;
y por más aspavientos que hacer pueda,
al cabo su remate la obra halla.

Tal yo quisiera artísticos sonetos,
en un alarde medida justa,
rimar con mis mejores sentimientos;

Sólo que, a la verdad, algo me ata,
pues antaño tallaba a mi capricho,
y ahora de cuando en cuando pegar debo.

Johann Wolfgang von Goethe. Frankfurt del Mein en 1749. Weimar el 22 de marzo de 1832.Versión de Rafael Pombo