miércoles, 18 de junio de 2008

En el inmundo fondo

Foto: Ventana azul


Por: Jorge Martínez Mejía




Limpié mi pizarra y la dejé en blanco, hermano, hacía tiempo tenía escritas unas metáforas absurdas, naturales, eróticas, lastimeras, atroces, deudoras, esclavas, exiliadas de otros poetas. Imágenes de mala pata y de mal cuño. De aprendiz. De una inocencia escrita para la campiña. Pero hoy, el doctor Satán ha llegado añadiendo razones, más claro en su jerigonza, más pulcro el viejo, más músico y franco. Sin rareza y sin lujo. Mi pizarra está limpísima, blanquísima, colocada al lado de ese cuadro que pinté y en el que me veo a mí mismo desgarrándome por saltar de una ventana de mierda azul. No sé por qué, pero me identificaba con el chico bueno, el que va delante como abriéndole el camino al rey, sólo para que el imbécil se haga más rico, millonario, y descanse, mientras yo me rompía la crisma en ayuno como un idiota primitivo. Pues hermano, mi pizarra está limpia, puedo escribir en ella lo que se me de la gana. Tal como lo soñaba, mi pizarra sigue en blanco y la música del bosque salvaje se asoma por la ventana con el ácido sabor de mi boca. A pesar de su higiene, mi boca es acre, mis ojos se cierran y fluye un dolor en mi espalda. Esta vida huele a estafa. –Vuélvase malo, caballero, cague en la plaza de vez en cuando, escupa, párese la verga y mastúrbese, sea el de la sombra, el que pugna por quedarse dentro, el que rechaza el asomo en la ventanita pendeja de Ernesto Sábato. ¿Qué pedo? ¿Sólo piensa galopar errante en el sesudo placer de la piel de luna de los senos burgueses…? Idiota, cáguela, meta la pata, pero aviéntese con toda la franqueza que le queda. ¿Sabe acerca de los trapecios? Pues yo soy el que vuela en una especie de trapo sucio peleándome con toda la basura positiva, sin aceptar salir a embelesarme en los muros, y vivo errante en el interior de mis cavernas, pero ahí nadie roba mi control remoto. Mi pizarra está limpia, y estoy a punto de ver mi cinta favorita. Miles de huevos con sus vergas aúllan colgados de un alambre. Eso es más allá, en la distracción vaga, en la desbaratada imaginería que dejé hace tiempo. Ahora vivo en el fondo, en el inmundo fondo, y no me dejo ir.